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lunes, 5 de julio de 2010

¿Qué tienen en común Escocia, los kilts, las gaitas, el haggis, el porridge, el whisky y el tartán?


Que ninguno de ellos es escocés.

Escocia recibe su nombre de los Escotos, una tribu celta de Irlanda, que llegaron a lo que los romanos conocían como Caledonia en el quinto o sexto siglo de nuestra era. Para el siglo XI ya dominaban todo el territorio escocés. Así, el gaélico escocés es en realidad un dialecto del irlandés.

Los kilts fueron inventados por los irlandeses, pero la palabra “kilt” es danesa (“kilte op”, que significa arropar).

Las gaitas son muy antiguas y se cree que se inventaron en Asia Central. Se mencionan en el Antiguo Testamento, en el Libro de Daniel, y en la poesía griega del siglo IV a.C. Los romanos probablemente las introdujeron en Gran Bretaña pero las primeras esculturas pictas datan del siglo VIII de nuestra era.

El haggis, el plato típico escocés más conocido, se elabora a base de asaduras de cordero u oveja (pulmón, hígado y corazón) mezcladas con cebollas, harina de avena, hierbas y especias, todo ello embutido dentro de una bolsa hecha del estómago del animal y cocido durante varias horas. Pues bien, tampoco es escocés en origen, sino griego. Aristófanes lo menciona en “Nubes”, compuesto en el 423 a.C.

El porridge, que nosotros conocemos como gachas (un plato sencillo que se elabora cociendo granos de avena -normalmente molidos, ocasionalmente harina de avena- u otros cereales en agua, leche o una mezcla de ambas) se ha encontrado en estómagos de 5.000 años de antigüedad procedentes de cuerpos sacados de ciénagas en Escandinavia y Europa central.

¿El whisky? Fue inventado en la antigua China. Llegó a Irlanda antes que a Escocia, y fue en primer lugar destilado por los monjes. La palabra proviene del irlandés uisge beatha y ésta a su vez del latín “aqua vitae”, agua de vida.

El complicado sistema de tartanes y clanes es un completo mito elaborado a comienzos del siglo XIX. Todas las vestimentas tradicionales de las Highlands escocesas, incluyendo el tartán, fueron prohibidos tras la rebelión general de 1745. Los regimientos británicos estacionados allí comenzaron a diseñar sus propios tartanes por simple amaneramiento y con motivo de la visita que el rey Jorge IV hizo a Edimburgo en 1822. La reina Victoria continuó con la moda, que ha durado hasta hoy.

Dicho lo cual, las invenciones y descubrimientos escoceses son extraordinariamente numerosos, por lo que no deberían sentirse mal por descubrir que sus mitos no son más que eso, mitos. Entre sus logros se cuentan: los sellos adhesivos, las bicicletas a pedales, los rifles con recámara, el cloroformo, la fotografía a color, la cámara de niebla, el punto decimal, la hipnosis, la escala Kelvin, los logaritmos, la mermelada, el velocímetro, el impermeable, las jeringuillas hipodérmicas, la insulina, el caleidoscopio, el acero tubular, el asfalto, la parafina… por nombrar sólo algunos. Nada mal para un pueblo tan pequeño.

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