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jueves, 27 de enero de 2011

Brahma y la creación del Cosmos


La mitología hindú, una de las más antiguas y diversas del mundo, tiene varios mitos diferentes sobre la creación del universo. En uno de ellos, un carpintero divino construye el universo y todo lo que contiene. En otros, el panteón divino surge de la procreación de un dios y una diosa primigenios. Pero el más popular y que más ha sobrevivido al paso del tiempo es el del dios Brahma/Prajapati, quien usa sus poderes de meditación y su sexualidad para crear todo, desde el amanecer hasta las plantas y la gente.

En la antigua mitología hindú había un dios supremo llamado Prajapati, Señor del Universo, una deidad eterna que existía antes de todo. Fue Prajapati quien comenzó el proceso de génesis del cosmos creando a Brahma, a su vez el dios creador. En mitos posteriores, la figura de Prajapati se fundiría con la de Brahma, uno de los tres dioses más poderosos y adorados en la India junto a Vishnu (el preservador) y Siva (el destructor).

Mientras Prajapati, Señor del Universo, meditaba, apareció una semilla en su ombligo. De ella nació una planta de loto que, a medida que crecía, era bañada por una brillante luz. De este loto y de la luz que le rodeaba nació Brahma. La luz se extendió por todo el cosmos, llevando consigo a Brahma, por lo que éste pasó a formar parte de la esencia de todas las cosas. Brahma se convirtió también en la esencia del tiempo: un día de su vida equivale a 4.320 millones de años humanos. Cuando transcurra ese lapso de tiempo, el ciclo de la creación comenzará de nuevo, dando lugar a una nueva edad cósmica .

Según el mito que narra la creación del cosmos por Brahma, el dios contempló el universo, que no era nada más que un caos sin forma. Mientras meditaba, el cosmos comenzó a ordenarse, separándose del caos. Pero el creador se dio cuenta de que aún no sabía qué forma tendría el universo y esa ignorancia se convirtió en una entidad oscura que Brahma, decepcionado, despreció. Ese fue el origen de la Noche. El dios siguió meditando, dando origen a otros cuerpos y seres, desde dioses hasta estrellas, antes de que producir una hermosa hija: el Amanecer.

Cuando Brahma vio a su hija, experimentó atracción sexual hacia ella e intentó seducirla, pero ella le rechazó, huyendo convertida en un ciervo. Brahma respondió transformándose también en un venado. De acuerdo con una versión de la historia, su hija siguió negándose a tener relaciones con él y su semen cayó al suelo, donde se convirtió en el primer hombre y la primera mujer. En la otra versión del mito, la pareja copuló una y otra vez mientras mutaban continuamente sus formas, por lo que sus hijos se convertirían en los primeros especímenes de cada animal y planta del planeta.

Cuando la creación se hubo completado, Brahma trasladó su morada a lo alto del Monte Meru (aunque también se dice que continúa estando presente en cualquier sitio), donde sigue meditando para darle fuerza al universo.

El monte Meru es una montaña mítica considerada sagrada en varias culturas, como el hinduismo y el budismo. Para los hindúes tradicionales, el monte Meru es una montaña dorada ubicada en el centro del mundo, tiene 450.000 kilómetros de altura, forma de cono truncado muy alargado, un solo pico, y se encuentra en el centro de Eurasia, quizá en la meseta del Pamir.

Los primeros relatos hablaban de que el dios del cielo, Indra, construyó su paraíso en la cima.
Versiones posteriores situaban el palacio de Brahma en la cumbre, mientras que los de las otras divinidades se asentaban más abajo. La montaña descansaba sobre siete mundos inferiores o continentes concéntricos separados unos de otros por océanos (también concéntricos) de distintas sustancias: el océano más interno (el único que conocemos los seres humanos) es de agua salada, el siguiente de caña de azúcar, de vino, de ghi (mantequilla clarificada), de cuajada, de leche, y finalmente de agua dulce. Más allá de este último océano concéntrico hay cuatro puertas (una por cada punto cardinal. Más allá de estas cuatro entradas está el inmenso océano primordial.

Brahma se sirve de un hamsa o cisne divino como vehículo. En el hinduismo, el cisne tiene el poder de comer perlas y de separar la leche del agua (si se le ofrece una mezcla de ambos). Es una metáfora de que el bien y el mal están entrelazados en nuestro universo, y debemos aprender a separar uno de otro, conservando lo que es valioso y descartando lo que no lo es.

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