span.fullpost {display:none;} span.fullpost {display:inline;} saber si ocupa lugar: ¿Cómo eliminar el olor de nuestras axilas?

domingo, 28 de octubre de 2012

¿Cómo eliminar el olor de nuestras axilas?




Todo el mundo huele diferente, pero un olor corporal demasiado intenso puede resultar desagradable y alienante. Como nuestros sentidos están conectados, un aroma atractivo relacionado con un guiso o la vista de un paisaje hacen la experiencia sensorial global más agradable. Lo mismo sucede con las personas. Los científicos han encontrado que en no pocas ocasiones el olor personal es la clave para el atractivo de ese individuo porque su huella química puede "seducir" de manera sutil a otras personas. Pero este proceso funciona también al revés. Un mal olor hará que los que le rodean sientan un irreprimible rechazo.

Algunas veces, el olor corporal se impone incluso después de haber tomado todas las precauciones higiénicas. En este caso, podríamos estar ante el síntoma de un problema mayor: la bromhidrosis, término utilizado por los médicos para referirse a un olor corporal que excede lo normal. La bromhidrosis es más normal en hombres que en mujeres y aunque las razones precisas por las que se produce no están claras, podría tener algo que ver con una glándula particular en las axilas (glándula apocrina), más activa en varones que en hembras. Pero incluso el intenso olor corporal causado por la bromhidrosis puede ser amortiguado tomando las medidas adecuadas.

En primer lugar, si sufre de obesidad, perder peso no es una opción, es necesario para mantener una salud aceptable. En este caso, además, hay un beneficio adicional. Menos peso significa que el cuerpo se verá sometido a un menor esfuerzo y, por tanto, sudará menos.

Puede que crea que el sudor es la causa del olor de sus axilas. Pero lo cierto es que el sudor propiamente dicho no tiene olor: está compuesto básicamente de agua y sal. Lo que huele son las bacterias atraídas hacia los lugares que más sudan, como los pies, las ingles o las axilas.

Para comprender las causas del olor de nuestras axilas antes tenemos que comprender cómo suda nuestro cuerpo. Bajo nuestra piel hay dos tipos de glándulas sudoríparas: las ecrinas y las apocrinas. Las primeras se abren directamente a la superficie de la piel, existen unas 600 glándulas por centímetro cuadrado de piel, con mayor concentración en palmas de las manos, plantas de los pies y región frontal de la cara. Segregan 1 litro al día en condiciones basales y pueden perder hasta 10 litros en condiciones extremas.

Por su parte, las glándulas apocrinas desembocan en el foliculo pilosebáceo saliendo al exterior su contenido junto con el sebo, segregando un sudor más espeso que es el responsable del olor característico de zonas como las axilas y los órganos sexuales, zonas a menudo cálidas y resguardadas que acumulan humedad y, por lo tanto, bacterias, las cuales, como hemos dicho, son las responsables del olor corporal.

La bromhidrosis u olor corporal excesivo está normalmente relacionada con el sudor de las glándulas apocrinas y su actividad bacteriana. Algunas veces, sin embargo, el sudor de las ecrinas también puede producir un olor intenso al reblandecer la queratina de la superficie de la piel, o bien cuando la persona ha ingerido determinados alimentos. La bromhidrosis puede también venir provocada por alteraciones como la obesidad o la diabetes, ya que ambas están asociadas con otras circunstancias que facilitan el crecimiento bacteriano.

Para combatir el olor corporal, un primer paso lógico sería eliminar aquellos alimentos que nos hacen
sudar más o que empeoran el olor del sudor. Hay que decir, no obstante, que muchas de las recomendaciones dietéticas que se dan para reducir el olor de axilas no están científicamente demostradas. Algunos estudios afirman que olemos de acuerdo con lo que comemos, esto es, ingerir algunos alimentos como ajo, curry, cebolla, pimentón y otras comidas especiadas -incluido el alcohol y la carne roja - aumenta el mal olor de nuestro sudor.

Por el contrario, según los investigadores, sí hay alimentos que pueden ayudar a aliviar el problema: beber abundante agua y comer frutas, verduras y grano integral mejora la salud general y el funcionamiento metabólico, haciendo que el cuerpo funcione de forma más eficiente, reduciendo los niveles de esfuerzo y, por tanto, el sudor y el olor derivado del mismo. Además, algunos practicantes de medicinas alternativas indican que incluir en la dieta algunas comidas ricas en vitaminas, hierbas, te verde, aceite de oliva, zumos o alimentos ricos en clorofila como la espinaca, también pueden colaborar a reducir el olor.

Además de reducir el peso corporal y modificar la dieta, también se puede tratar directamente el olor, comenzando con una buena higiene:

- Dúchese diariamente utilizando jabón. No es necesario ningún producto especial. Los jabones que se anuncian como antibacterianos no son mejores que los normales.

- Dúchese siempre después de hacer ejercicio físico

- Depílese o aféitese las axilas, para que las bacterias tengan menos lugares en los que alojarse.

- Échele un vistazo a la ropa que suele llevar. Elija prendas hechas con fibras naturales y, si practica deporte o hace ejercicio, lleve ropa diseñada para expulsar la humedad y mantener su cuerpo seco y así evitar la proliferación de bacterias. Mantenga siempre la ropa limpia y evite llevarla demasiadas veces entre lavados.

- Otro tratamiento opcional sería la práctica de técnicas de relajación, como yoga o meditación, con el
fin de reducir el estrés y sudar menos.

Si estos consejos no dan un resultado perceptible, conviene consultar con el médico, que probablemente recetará algún tipo de desodorante con cloruro de aluminio. Funcionan creando una especie de gel que tapona los poros, reduciendo el exceso de transpiración. Las inyecciones de toxina botulímica de tipo A (Botox) pueden proporcionar un alivio más duradero.

Por último, hay algunos tratamientos quirúrgicos consistentes en la extirpación de glándulas sudoríparas succionando tejido subcutáneo a través de pequeñas incisiones en la piel. Otras intervenciones más agresivas necesitan de más tiempo de recuperación y albergan mayores riesgos, pero sus resultados son más duraderos. No obstante, se trata siempre de últimos recursos para casos realmente serios.

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