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viernes, 4 de junio de 2010

Surf: cabalgar las aguas


Millones de personas de todo el mundo disfrutan hoy de un deporte practicado durante siglos en Polinesia: el surfing, también llamado tabla hawaiana porque es en Hawai donde mejor se practica: las corrientes del Pacífico recorren miles de kilómetros antes de irrumpir en las playas hawaianas en forma de olas de hasta nueve metros de altura.

La idea básica que recoge el surf ha existido durante miles de años. Probablemente comenzó cuando los pescadores polinesios descubrieron que aprovechando la fuerza de una ola llegaban antes a la orilla. En Hawai, el surf se fue convirtiendo poco a poco en un deporte y expresión de estatus social: cuanto más larga la tabla de surf, más destacada era la posición de su dueño en la comunidad.

Cuando los misioneros y colonos llegaron a Hawai en el siglo XVIII, la reputación del surf aumentó aún más. Algunos recién llegados se sintieron ofendidos por la idea de hombres y mujeres escasamente vestidos surfeando juntos así que los misioneros prohibieron el deporte y la población nativa fue perdiendo peso ante el empuje de los colonos. Como resultado, la práctica del surf decayó hasta principios del siglo XX, cuando surfistas como George Pret y Duke Kahanamoku llamaron la atención de los medios de comunicación, reavivando el interés de esta actividad como diversión y deporte.

Y a medida que la popularidad del surf crecía, éste cambiaba radicalmente. Las tablas hawaianas tenían de 4 a 5 metros de longitud y estaban hechas de madera sólida. Podían llevar a una persona desde las rompientes hasta la orilla, pero eran pesadas y difíciles de maniobrar. Los surfistas del siglo XX realizaron avances en las tablas para poder controlarlas bien en las olas. La utilización de nuevos materiales dio lugar a tablas más ligeras y fáciles de manejar al tiempo que los timones y las nuevas formas añadían estabilidad y maniobrabilidad. En lugar de limitarse a dirigir la tabla hacia la orilla y tratar de permanecer a flote, los surfistas podían ahora cambiar de dirección rápidamente, colocarse con precisión en una ola rompiente e incluso lanzarse sobre la misma cresta.

El propósito del surfista es deslizarse a lo largo de la ola en posición paralela a la playa, mientras la cresta de la misma rompe por encima de su cabeza. Dispone de unos 10 segundos para llevar su tabla hasta el túnel de agua que forma la ola rompiente y subirse en ella. Si no lo logra, el peso del agua lo arrojará con violencia contra el lecho marino.

El surfista primero lleva su tabla mar adentro –acostado boca abajo sobre ella y remando con los brazos-, fuera de la zona de rompientes; allí espera y cuando ve la ola adecuada comienza a avanzar hacia la playa a una velocidad cercana a la de aquélla. Cuando la ola lo alcanza, la tabla se alza y cobra impulso hasta que su desplazamiento es tan rápido como el del agua. El surfista entonces se arrodilla y después se para sobre la tabla, justo sobre la cresta de la ola, que lo impulsa a una velocidad de hasta 15 km/h.


Una vez parado sobre la tabla –que mide unos 2 metros de largo y pesa menos de 3 kg- el surfista mira hacia donde empieza a romper la ola y entonces mueve aquélla haciendo girar los pies para deslizarse a lo largo del muro de agua sin que la cresta lo alcance.

El paseo termina cuando el surfista se inclina hacia atrás para aminorar el impulso de la tabla y deja pasar la ola, o bien cuando pierde el equilibrio o es alcanzado por la rompiente.

Los surfistas experimentados hacen acrobacias mientras se deslizan por el muro de agua; por ejemplo, cargan el peso de su cuerpo hacia la parte posterior de la tabla para remontar la cima de la ola y efectuar el recorrido una o varias veces más.

Hay algunos requisitos específicos en lo que se refiere a las condiciones adecuadas para practicar el deporte. Fabricar olas artificialmente o cambiar la dirección de las naturales es difícil por no decir imposible, así que sólo se puede practicar este deporte donde se encuentran las olas “buenas”. A pesar de esta limitación, el surf ha dado lugar a un género musical, numerosos films, muchísimas palabras y terminología específica y toda una cultura popular.

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