domingo, 22 de junio de 2014
La flecha del tiempo
Aunque quizá sea algo en lo que usted piensa sólo cuando está de un humor raro, sabe intuitivamente que el tiempo tiene una dirección. Siempre va desde el pasado al presente y al futuro, y en cuanto usted se centra en el momento presente, ya se está deslizando en el pasado. Quizá la secuencia pasado- presente-futuro sea inalterable, pero diferentes culturas tienen distintas formas de visualizar el flujo del tiempo. La mayoría de los lectores consideran probablemente que el pasado es algo que dejan detrás de ellos y que el futuro es algo que está por delante. Sin embargo, existe una cultura africana que habla del pasado como algo que está por delante de ellos, porque puede verse, y del futuro como algo que está detrás de ellos, porque no se puede ver.
Cualquiera que sea la forma en que se describa el tiempo, la esencia de la flecha del tiempo está en su irreversibilidad. Salvo en algunas raras ocurrencias en el nivel subatómico, los sucesos no pueden invertirse en el tiempo. Esto se hace evidente –y es motivo de risa- cuando una película se proyecta hacia atrás. Nada parece plausible. El agua derramada trepa y se introduce de nuevo en el vaso; los automóviles “deschocan” y los parachoques se alisan; la nieve asciende al cielo, dejando el suelo desnudo.
La irreversibilidad del tiempo está relacionada con la entropía, la tendencia del orden hacia el desorden. El agua derramada y el automóvil abollado están menos ordenados que el agua en el vaso y el automóvil liso. Incluso la nieve que cae desde el cielo está menos ordenada que la nube en la que se originó. De la misma forma que no hay ninguna ley física que diga que el desorden no puede ir hacia el orden, no hay ninguna ley física que diga que los sucesos no pueden suceder al revés. Se trata sólo de que la probabilidad es extraordinariamente baja: tan increíblemente pequeña que es muy poco probable que ocurra.
La probabilidad de que cualquier conjunto de moléculas que haya ido del orden al desorden regrese espontáneamente al orden es muy baja porque hay muchas más configuraciones desordenadas que ordenadas. Si usted derrama el azúcar de un azucarero, el número de configuraciones desordenadas que pueden tomar las moléculas de azúcar en el tablero de la mesa es prácticamente infinito. Pero el número de configuraciones que podrían considerarse ordenadas, tales como una forma esférica o las letras de su nombre, son tan pocas que si usted viera en efecto que el azúcar formaba una bola o deletreaba su nombre, usted pensaría probablemente que estaba sufriendo alucinaciones.
Muy bien; así que no es probable que usted vea la inversión del tiempo en la mesa del comedor. Pero ¿qué pasa en una escala más grande, la más grande posible: el universo? Aunque prácticamente todos los científicos creen que el universo se formó en el Big Bang y ha estado expandiéndose desde entonces, algunos creen que es probable que continúe expandiéndose para siempre, mientras que otros creen que en algún momento colapsará de nuevo sobre sí mismo. ¡Una película proyectada hacia atrás! Semejante colapso sería una forma de inversión temporal. Pero existe otro aspecto de la flecha del tiempo: el cerebro humano y la psicología humana. Tenemos una sensación subjetiva del tiempo; la mayoría de nosotros sentimos que se está moviendo hacia adelante. Así que incluso si llegásemos a estar aquí el tiempo suficiente y sobreviviéramos al colapso del universo, seguiríamos experimentando la secuencia de sucesos tal como corre en nuestro tiempo familiar: hacia adelante.
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