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sábado, 9 de mayo de 2009

El Pony Express


El servicio de Pony Express iniciado en 1860 por Russell, Majors & Waddell puede que no haya sido el primero de su clase, pero fue el más famoso. Los mensajeros portadores de correo al galope tendido han existido desde mucho antes –la noticia de la victoria de Waterloo en 1815 fue despachada urgentemente a Londres en parte por jinetes de esas características, por ejemplo- pero Russell, Majors & Waddell fueron los primeros que crearon estaciones de relevo y planificaron una ruta y unos tiempos. Lo que siguió –de una duración muy breve- fue una epopeya del aguante de los animales y los hombres, muchos de los últimos perdidos en la oscuridad del olvido.

El Pony Express fue un invento de Russell Majors & Waddell cuya compañía Overland California and Pike´s Express Company estaba ya muy consolidada cuando se inauguró el Pony Express en 1860. La rivalidad por obtener los lucrativos contratos del gobierno para despachar el correo animó a los socios a pensar en términos de un servicio de correos a caballo para acelerar las entregas. Los dos socios de Russell no compartían su entusiasmo personal, pero accedieron a su propuesta con la esperanza de que si era un éxito el Congreso les reembolsaría los gastos y los primiaría después con una franquicia para la ruta central más corta a través del continente, la que seguirían sus jinetes.


Hasta entonces, el correo tardaba aproximadamente un mes en recorrer la distancia entre Missouri y California, unos 3.200 kilómetros. Desde la costa este, se transportaba en tren hasta Tipton (Missouri), después atravesaba en diligencia los accidentados territorios de Arkansas, Texas, Nuevo México, Arizona y California y, por último, se desviaba hacia el norte, hasta Sacramento. El Pony Express se proponía reducir a la mitad el tiempo del viaje.



En febrero de 1860 la compañía puso un anuncio pidiendo doscientas yeguas rucias “de cuatro a siete años de edad, que no pasen de 15 palmos de alzada, acostumbradas a la silla, con pezuñas negras y adecuadas para servir al “Overland Pony Express”; un mes más tarde la prensa publicó otro anuncio: “Se buscan jóvenes enjutos y resistentes menores de 18 años. Deben ser jinetes expertos dispuestos a arriesgar la vida todos los días. Preferentemente huérfanos”. Los seleccionados debían prometer solemnemente no probar el alcohol, no blasfemar y no pelearse con los compañeros. Todo ello por 25 dólares a la semana, que era más de lo que muchos aparceros podían ganar.

Se crearon una serie de estaciones de relevo desde St.Joseph, Missouri a Sacramento, California, a una distancia de unos 25 km unas de otras –la máxima distancia que un caballo podía recorrer a galope tendido. Cada 120-160 kilómetros un jinete relevaba al anterior.

La primera salida desde St.Joseph, en Missouri, se hizo el 3 de abril de 1860 y el coste de las cartas era de 5 dólares por cada 30 gramos. Envuelto en seda untada de aceite para protegerlo del tiempo, el correo se metía en bolsillos cerrados en una mochila de cuero que se colocaba en la silla de montar y era fácil de sacar. Aquel primer envío llegó a Sacramento el 13 de abril, después de 10 días de viaje. Cabalgando noche y día, los 200 jinetes de la compañía recorrían una media de 322 km diarios.

Los jinetes desarrollaron pronto un estilo propio para montar y desmontar. Cuando se veía llegar a un jinete a una estación de relevo se sacaba fuera su nueva montura ya ensillada sujeta por un mozo. Al llegar, el jinete saltaba a toda prisa en la silla de la cabalgadura fresca que le entregaba el mozo. Saltaba después sobre la silla y espoleaba al caballo… ¡todo en menos de treinta segundos!

Los peligros eran muchos: indios hostiles, salteadores de caminos, el mal tiempo en los desiertos y las montañas… Y la necesidad de seguir adelatne aseguraba que los jinetes no perdieran un momento. Al principio iban armados con uno o dos revólveres colt Navy y a veces con una carabina Colt; pero la compañía escatimaba el peso y redujo la carga a un revólver y todo lo más un cilindro cargado de repuesto que se llevaba en el cinturón.

La fama de los “jinetes del pony” era tan grande que a los viajeros, tal y como atestigüó Mark Twain, les encantaba encontrárselos cabalgando y adelantando las diligencias. Años después, Buffalo Bill Cody afiirmó que había trabajado como jinete del pony, pero sus servicios se limitaron a actuar como chico de los recados entre las oficinas de la compañía en Leavenworth y el fuerte que se encontraba a unos cinco kilómetros de distancia varios años antes de que se organizara el Pony Express. Pero aun así publicó su relato épico con éxito por todo el mundo.

La empresa de Russell, Majors & Waddell acabó en un desastre financiero, no consiguieron la franquicia ansiada y en octubre de 1861, cuando la Western Union Telegraph Company llegó a Salt Lake City para enlazar con la línea existente a San Francisco, el Pony Express original se acabó. De la noche a la mañana, los 500 jóvenes y veloces correos de la compañía se quedaron sin trbajo. El Pony Express no podía competir con el telégrafo. Pero varios servicios “pony express” semejantes continuaron operando en algunas de las regiones menos pobladas (el más famoso fue el de Wells, Fargo & Co.).

El Pony Express pudo ser un desastre financiero, pero en términos de esfuerzo humano, valentía e inspiración fue un éxito clamoroso.

1 comentario:

Manuel R.P. dijo...

Interesante, curioso y bien contado.
Enhorabuena