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martes, 23 de junio de 2015

El Eucalipto – Ventajas y desventajas del “bien tapado”.



Para la industria maderera, los eucaliptos representan una fuente muy importante, hoy por hoy fundamental, de abastecimiento de materia prima. Su madera, dura y resistente, se puede utilizar en la construcción, en el entibado de minas y para calefacción, y también se puede aprovechar su celulosa. Sin embargo, los eucaliptos favorecen el empobrecimiento del terreno e impiden el desarrollo de otras especies en sus proximidades. En consecuencia, su plantación en zonas semiáridas es peligrosa, ya que los eucaliptos pueden acentuar la sequía del suelo, por lo que su presencia debería limitarse a terrenos pobres que no vayan a ser aprovechados para otros usos agrícolas.



El eucalipto pertenece a la familia de las mirtáceas, palabra latina derivada del vocablo myrtus, que significa “perfume” y que alude, obviamente, al intenso aroma que se desprende de este árbol. En la mitología clásica latina, principalmente a causa de ese peculiar aroma y del carácter excitante y afrodisiaco que le era atribuido, la familia de las mirtáceas estuvo consagrada a la diosa del amor: Venus.

En la actualidad, el eucalipto y su familia –que está integrada por cerca de 3.000 especies distintas, agrupadas en unos 100 géneros- han tomado un inusitado valor económico y una consecuente presencia en casi todo el mundo. Los representantes de tan vasta familia están distribuidos por los países tropicales y subtropicales de prácticamente todo el mundo, aunque su óptimo desarrollo sólo lo alcanza en Sudamérica y Australia. Es precisamente éste, el país austral, la cuna y el único hábitat realmente natural e idóneo para cerca de 600 especies de este género. Por eso, es normal asociar Australia con el eucalipto.

El eucalipto y sus congéneres se caracterizan por su rápido crecimiento, por su esbelta silueta que alcanza en su madurez, por su hoja perenne y por su más o menos, según la especie, exuberante y colorista floración. Pueden presentar hojas coriáceas, blancuzcas o penduláceas, pero siempre con el borde orientado hacia el sol. La corteza se presenta rota en jirones y desprende un aroma muy peculiar y característico. Sus flores son pequeñas y presentan una tapadera cónica, que se desprende en el transcurso de la floración, momento en el que se despliegan los estambres.

A este género, Eucalyptus, pertenecen algunos de los ejemplares arbóreos más altos que se
conocen. Por ejemplo, cerca de Melbourne, en Australia, se descubrió hace ya tiempo un ejemplar de al menos 97 metros de altura.

Los eucaliptos habitan en zonas diversas, debido a la gran plasticidad y a la adaptabilidad ecológica que presentan y a sus raíces largas que les permiten sobrevivir en medios en los que otros árboles sucumben. Pueden soportar largos periodos de sequía, pero, en cambio, no resisten muy bien las heladas y, en general, las bajas temperaturas.

El eucalipto prefiere los ambientes soleados y cálidos y tolera muy bien la proximidad del mar. Buena parte del territorio español ofrece una climatología perfecta para estos árboles y de ello
dan fe las cerca de 125 especies distintas –muchas representadas por un único ejemplar- que viven en España. El eucalipto admite casi cualquier tipo de terreno con las únicas condiciones de que no se encharquen o de que no sufran fuertes heladas.

Muchas especies de eucaliptos –como, por ejemplo, el eucalipto común o azul- reciben el apelativo de árboles de la goma (Eucalyptus gunnii) por la sudoración resinosa que producen. Otras especies –entre ellas la de los llamados en Australia árboles de la menta (Eucalyptos piperata)- son llamadas cortezas de cuerda por la naturaleza fibrosa de su corteza interna. Los componentes de una tercera rama de la familia son denominados árboles de corteza de hierro, porque presentan una corteza dura de color gris. Estos últimos eucaliptos tienen una gran importancia económica debido sobre todo a su alto rendimiento maderero y a que de ellos se extrae, además, la llamada quina de Botany Bay, una goma resinosa inodora y de color rojo oscuro, utilizada como astringente, como fármaco hemostático y, en otro orden de cosas, como curtiente y tinte. Los eucaliptos conocidos como madera de sangre, que también sirven como fuente de la quina de Botany Bay, destacan por su madera de tonos rojizos. Otras especies de
eucaliptos, en fin, producen sangre de dragón y otros taninos, aceites, tintes, alquitranes y ácidos. No hay prácticamente eucalipto alguno que no tenga un alto aprovechamiento económico.

De él se obtienen aceites esenciales de propiedades medicinales y sus especies son ampliamente cultivadas para la obtención de celulosa y pasta de papel. De la corteza de su madera se extraen compuestos utilizados como pigmentos y fármacos y, en ciertas especies, sus cortezas son ricas en tanino, por lo que se utilizan para el curtido de pieles.

Las hojas de eucalipto tienen propiedades balsámicas y antisépticas debidas a su contenido en un aceite esencial cuyo principal componente es el cineol o eucaliptol. La especie más comúnmente utilizada en medicina es el Eucalyptos globulus, que se emplea en forma de infusión o en inhalaciones como medicamento contra las bronquitis y los catarros, para lo cual se echa un puñado de hojas en un recipiente con agua hirviendo y se tapa la cabeza con un paño para retener el vapor.

En cualquier caso, con independencia de la especie que se considere, todas ellas desarrollan troncos delgados y esbeltos al principio, que se vuelven fuertes y poderosos, con increíbles contrafuertes en la base, según van creciendo y haciéndose viejos.

La corteza se va renovando continuamente durante toda la vida del árbol, desprendiéndose en
tiras largas que contribuyen a aumentar su atractivo y a darle su exótico aspecto. Todos los eucaliptos presentan dos tipos de hojas: las juveniles, más amplias, sedosas y claras, y las adultas, duras y estrechas. Las flores se forman en cápsulas especiales que no se abren hasta que están maduras; en ese momento, una especie de tapadera se desprende para dejar al descubierto los órganos sexuales. Precisamente es este sistema el que da nombre al género Eucalyptos, palabra que en griego quiere decir “bien tapado”. Al abrirse, las flores muestran una poblada corona de estambres que, según la especie, están coloreados en blanco, amarillo, anaranjado e, incluso, en rabiosos tonos rojos.

Desde Australia, el eucalipto fue introducido modernamente en la zona mediterránea a partir de 1869. En España, aparece hoy en muchas zonas de la cornisa cantábrica y se cultivan especialmente en las provincias de Huelva, Cádiz, Badajoz y Sevilla.

En un ecosistema como el español, caracterizado por la escasez y el desigual reparto de lluvias, además de una fuerte luminosidad y calor, la fuente de productos y beneficios forestales debería ser preferentemente el bosque de crecimiento lento. Pero el crecimiento y la puesta a punto del aprovechamiento forestal de una masa productora de este tipo suponen lapsos de tiempo superiores al siglo, con lo que no queda otra alternativa a medio plazo que tratar de paliar las previsibles carencias –a escala española y mundial- en el abastecimiento de madera y de celulosa intensificando la producción mediante especies de crecimiento rápido y semirápido, como es el caso de los chopos, los pinos y, sobre todo, los eucaliptos.

Ahora bien, esta medida de finalidad economicista debería ser tomada siempre que la plantación de estos géneros no actuara como elemento perturbador de los ecosistemas naturales ni interfiriera en la necesaria recuperación de los mismos.

Este dato es importante, ya que encierra unos graves inconvenientes que, una vez y otra son resaltados por los ecologistas: los restos de los eucaliptos no ofrecen muchas ventajas para el suelo. Al ser los eucaliptos ricos en un aceite esencial de propiedades antisépticas, el llamado cineol, sus restos esterilizan el suelo e impiden el desarrollo de otras especies; además, sus largas raíces son capaces de perforar hasta las capas más profundas, absorbiendo grandes cantidades de agua de los niveles freáticos, hasta el punto de que se han utilizado para desecar pantanos. Todo ello hace peligrosos a los eucaliptos en las zonas semiáridas, donde pueden acentuar la sequía del suelo. Su capacidad de rebrotar una vez cortados hace muy difícil su posterior eliminación, ya que compiten con éxito frente a la vegetación natural. Por tanto, su cultivo debería recomendase exclusivamente en los suelos muy pobres que no permitan otro tipo de aprovechamiento.

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