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sábado, 15 de junio de 2013

La Nueva Era - ¿intento de síntesis o amalgama?



Muchas personas, especialmente en Estados Unidos, creen que la Humanidad está en un momento de transición, y que, en medio del dolor que representa toda crisis, estamos recibiendo ayuda del mundo de los muertos y de los extraterrestres. Esas personas creen que, a medida que todos vayan encontrando su yo profundo, se entrará en una Nueva Era en la que la miseria y la guerras serán reemplazadas por la justicia y la paz.
Cambio Global, Nueva Conciencia, Nuevo Paradigma, Edad Cósmica o Era de Acuario son algunas de las denominaciones alternativas para el movimiento conocido generalmente como Nueva Era –en inglés, New Age-. Para sus adeptos un mundo viejo y caduco está muriendo al tiempo que nace otro nuevo: el conjunto de la sociedad, a escala planetaria, está pasando de la Era de Piscis a la de Acuario, porque, por efecto de la precesión de los equinoccios, el punto al que llega el Sol al comienzo de cada primavera, el equinoccio vernal ha terminado de recorrer la constelación de Piscis y se adentra en la de Acuario. La astrología no es, ni mucho menos, el único punto de referencia de este movimiento. Lo difícil es encontrar algún campo que no haya sido incluido y adaptado a estas creencias. La característica por antonomasia de la Nueva Era es la pluralidad.

Las enseñanzas de la Nueva Era comenzaron en Inglaterra en los sesenta y se hicieron populares, especialmente en Estados Unidos, a principios de los setenta. En gran parte, nacía como una reacción contra lo que algunos entendían que era el declive y fracaso del cristianismo y del humanismo para proporcionar una guía ética y espiritual. En la búsqueda de alternativas no se desechó ninguna idea: astrología, canalización, hinduismo, espiritualismo, gnosticismo, neopaganismo y teosofía fueron sólo el principio; al tiempo que el movimiento se hacía internacional, incluyó las tradiciones de todo el planeta.

El “credo” central de este movimiento es, precisamente, que no hay un credo especial al que acogerse. No tiene un texto sagrado, una organización central, un centro geográfico ni un dogma; falta de definición que permite acoger cualquier tendencia o ideario, pero que lleva también a contradicciones entre los adeptos cuando hay que decidir qué es y qué no la Nueva Era.

Con el tiempo, la Nueva Era ha intentado aglutinar prácticamente todos los campos del creer y del saber: medicinas y psicoterapias alternativas, chamanismo, astronomía psíquica, psiquiatría inspirada por Carl Jung, calendarios mayas, ecología, pacifismo, sufismo, parapsicología, creencia en los ovnis, meditación o crecimiento espiritual se dan la mano con temas tan exclusivamente científicos como la física cuántica.

Durante los ochenta y los noventa, el movimiento fue duramente criticado tanto por grupos científicos como religiosos. La canalización –una variante del espiritismo- y las doctrinas completamente acientíficas- como la creencia en las propiedades curativas de los cristales- han sido constantemente ridiculizadas, y las fortunas amasadas por algunos líderes y empresas han hecho sospechar a muchos que se encontraban más ante un negocio que ante una fe. Sin embargo, el movimiento, en una variante u otra, va conquistando terreno.

La Nueva Era cree que todo lo que existe deriva de una sola fuente de energía divina –monismo-.
Todo lo que existe es Dios, y Dios es todo lo que existe -panteísmo-. Esto lleva directamente a la consideración de que todo ser humano es Dios, y que no hay que buscarlo en textos sagrados o en un cielo sino en cualquier parte del Universo. Creen también que el alma se reencarna varias veces –concepto tomado del hinduismo- y que, durante estos ciclos, las almas acumulan un karma –acciones buenas o malas que en vidas sucesivas el alma tendrá que disfrutar o purgar-. Puesto que todo es Dios, sólo existe una realidad final: las diferentes religiones son diferentes caminos para llegar a un mismo destino, y todas son parte de una futura religión o fe universal que será aceptada por todo el planeta.

Todo individuo, según la Nueva Era, tiene un aura, un campo de energía alrededor del cuerpo que resulta visible sólo a algunas personas y en la que se pueden leer los estados de ánimo, la salud mental y espiritual, el grado de evolución o las enfermedades físicas. La Tierra, considerada como una entidad viviente –teoría Gaia- también es susceptible de enfermar, y, por ello, la ecología ocupa un lugar destacado en la Nueva Era.

Uno de los objetivos, aunque no el fin último, es que el individuo se transforme al encontrar su yo profundo y más real, aquel que es uno con la esencia divina del Universo. Para conseguir esto, los más evolucionados guían a otros que están en las etapas iniciales de su camino. Un “trabajador de la luz” es una persona que tiene la misión de difundir el conocimiento y el amor entre sus semejantes y darles el poder de encontrar su propio cambio de paradigma y despertar espiritual: el objetivo final es conseguir que cada persona se dé cuenta de su energía espiritual única, de su libertad para explorar y conectar con la ilimitada fuerza del Universo, disponible para cualquiera. A medida que estos adeptos van encontrando su yo más elevado, pueden comprometerse en el despertar de otros.

Además de los guías espirituales, existen los “canalizadores”, que usan técnicas similares a los espiritistas para contactar con un muerto, con la diferencia de que el espiritista cree que el alma de la persona permanece inalterada tras la muerte, mientras que para la Nueva Era el alma evoluciona hacia planos más elevados de la existencia. Los canalizadores intentan, por tanto, tomar contacto con un principio espiritual y hacer que éste informe y guía el grupo.

Además, el individuo suele practicar la meditación, que consiste en dejar la mente en blanco para liberarse del pensamiento consciente, a lo que se suele añadir el canto de mantras o la concentración en un objeto.

La inmensa mayoría cree en la adivinación. Las runas, el péndulo, el tarot o el I Ching son medios
considerados fiables para consultar decisiones vitales, y entre éstos goza de especial crédito la astrología –pues precisamente ella es la que marca el paso de la Era de Piscis a la de Acuario-. La salud implica no sólo al cuerpo sino al alma, y todas las prácticas son holísticas –es decir, pretenden tratar al paciente como un todo-. La medicina ortodoxa cede su sitio a las prácticas alternativas , que incluyen el tratamiento con luces de diferentes colores –cromoterapia-, homeopatía, iridiología o meditación, a pesar de que los científicos insisten en que ninguna de estas técnicas ha demostrado su eficacia. Entre estas prácticas de medicina alternativa, destaca el Movimiento del Potencial Humano o Movimento del Crecimiento Emocional, que usa una combinación de terapia física y mental yoga, terapia Gestalt, meditación trascendental… para ayudar a los individuos a desarrollarse espiritualmente y, de este modo, alcanzar la curación.

El fin de todo este trabajo es hacer realidad un axioma: todos somos uno, la enfermedad del individuo es la enfermedad del planeta y la del planeta, la del individuo. La salud y el crecimiento espiritual tienen como meta no la iluminación del individuo, sino la de la Humanidad. Para el adepto a la Nueva Era es vital que las mentes y los espíritus que están en sintonía trabajen juntos, aunque no necesariamente en la misma región, sino sincronizados, para conseguir amplificar los efectos de las energías positivas y abrir definitivamente a la Humanidad a una nueva era en la que desaparezcan el hambre, la miseria, las guerras, la destrucción medioambiental y todos los males que nos afligen.

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