Las preguntas sobre a qué velocidad se mueve la Tierra (o cualquier otra cosa) son incompletas a menos que se añada en relación con qué. Sin un sistema de referencia, los interrogantes sobre movimiento no se pueden responder de manera completa.
Consideremos el movimiento de la superficie de la Tierra respecto del centro del planeta. La Tierra completa una rotación cada 23 horas, 56 minutos y 4,09053 segundos, y tiene una circunferencia e 40.075 km. Por tanto, la superficie de la Tierra en el ecuador se mueve a una velocidad de 460 metros por segundo (unos 1.700 km por hora).
En la infancia aprendimos que la Tierra gira alrededor del Sol en una órbita casi circular. Cubre ese recorrido a una velocidad de casi 30 kilómetros por segundo (más de 100.000 km por hora). Además, el Sistema Solar (incluida la Tierra y todo lo que contiene) orbita alrededor del centro de la Galaxia a unos 220 km por segundo (800.000 km por hora). A medida que se consideran escalas espaciales mayores, las velocidades implicadas se tornan absolutamente colosales.
Las galaxias de nuestros alrededores también se precipitan a una velocidad de casi 1.000 km por segundo hacia una estructura llamada el Gran Atractor, una región del espacio que dista de nosotros unos 150 millones de años-luz (un año-luz equivale a 10 billones de kilómetros). Este Gran Atractor, con una masa de 100.000 billones de veces la del Sol y una extensión de 500 millones de años-luz, está compuesto tanto por masa visible que se puede observar como por la denominada materia oscura, que no se ve.
Cada uno de los movimientos recién descritos se menciona en relación con alguna estructura. Nuestro desplazamiento alrededor del Sol está en relación con el Sol, mientras que el desplazamiento del grupo local de galaxias se da en relación con el Gran Atractor. De ello surge el interrrogante: ¿existe algún marco de referencia que permita definir en relación con él el movimiento de todas las cosas? La respuesta pudo haberla dado el satélite COBE (Cosmic Background Explorer, “Explorador del Fondo Cósmico”)
En 1989 se situó el satélite COBE en órbita alrededor de la Tierra (¡la Tierra vuelve a ser el punto de referencia!) para medir el debilitadísimo eco de radiación que dejó el nacimiento del Universo. Esta radiación, la que queda de aquella bola de fuego primordial con una temperatura y densidad inmensas que fue el universo temprano, se conoce como radiación cósmica de fondo de microondas (RCF). Esta RCF, que en la actualidad se extiende por todo el espacio, es el equivalente al rescoldo del fuego cósmico inicial.
Uno de los descubrimientos del COBE fue que la Tierra se mueve con respecto a este RCF a una velocidad y en una dirección bien definidas. Como la RCF impregna todo el espacio, al fin podemos responder por completo la pregunta inicial si se toma como referencia este fondo de radiación.
La Tierra se mueve con respecto a la RCF a una velocidad de 390 km/s. Asimismo, podemos especificar la dirección en relación con la RCF. Pero es más divertido alzar la mirada al firmamento nocturno y buscar la constelación de Leo. La Tierra se desplaza hacia Leo a la vertiginosa velocidad de 390 km/s. ¡Por suerte no chocaremos contra nada ahí fuera durante el intervalo temporal de nuestras vidas!
lunes, 22 de noviembre de 2010
¿A qué velocidad se mueve la Tierra?
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