Si un niño se “lava como los gatos”, los padres le hacen rápidamente una pregunta: ¿Tienes miedo de que se te vaya a gastar la piel? Realmente, ese peligro no existe.
La piel, el mayor órgano del cuerpo humano, renueva constantemente sus células, que se forman en los estratos dérmicos inferiores y se van desplazando hacia arriba, pero no se hace más delgada. Las células viejas mueren y se desprenden en forma de escamas cutáneas (por ejemplo, la caspa de la cabeza). Durante el lavado, al frotar con una esponja áspera se desprenden algunas partículas que sin ese efecto mecánico permanecerían adheridas aunque, al estar muertas, antes o después caerían por sí solas. La esponja o la manopla de baño no se llevan ninguna célula que esté viva y firmemente pegada al organismo.
Está claro que un frotamiento frecuente e intensivo y la utilización de grandes cantidades de productos para la limpieza cutánea atacan a la piel. Se perturba el revestimiento protector contra los elementos ácidos que, en el peor de los casos, llega a ser destruido. Esa capa mantiene el presupuesto de humedad cutánea y protege frente a intrusiones dañinas. Si la protección deja de funcionar, la piel se seca, se hace permeable y es más propensa a inflamaciones y eccemas.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
¿Es cierto que la piel adelgaza si nos lavamos demasiado?
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