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jueves, 17 de diciembre de 2009

El cardenal más joven


En septiembre de 1735, el infante de España, Luis Antonio de Borbón, hijo de Felipe V, fue nombrado arzobispo de Toledo y Primado de las Españas, cuando tenía sólo 8 años de edad. Tres meses después, el papa Clemente XII le nombró cardenal de Santa María della Scala. Ocho años después recibió también el título de arzobispo de Sevilla. Una buena carrera eclesiástica que su padre quiso asegurarle –sin duda, haciendo un buen trabajo- puesto que al ser el menor de sus hermanos, no ocuparía ningún trono real. Hay que decir, no obstante, que nunca llegó a recibir órdenes eclesiásticas, pues a pesar de tan rimbombantes cargos religiosos, lo fue únicamente de manera seglar.

Pero Luis deseaba abandonar la vida eclesiástica para emprender otra más sencilla. Su hermano Carlos III de España, accedió a su petición, pero a cambio de un precio: debía tomar la esposa asignada por el rey, abandonar la corte y por último, sus hijos estarían exentos de todo tipo de honores y distinciones. Inició entonces una vida itinerante fuera de la corte, cultivando su afición por la caza y el cultivo de las artes, las letras y las ciencias.

Luis Antonio de Borbón figura en el libro Guiness de los Records como el cardenal más joven de la historia. Pero más precoz aún fue Federico Augusto de Hannover, duque de York y Albany (1763-1827), hijo segundo de Jorge III de Inglaterra, que fue elegido obispo de Osnabrück gracias a la influencia de su padre, que era elector de Hannover, a la increíble edad de 196 días, el 27 de febrero de 1764. Renunció a su cargo 39 años después.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Solo DIOS pone hombres para guiar su rebaño,lo que pongan los hombres por conveniencia o influencia es de los hombres no de DIOS.