Esta máquina de escribir es la de mayor éxito de la historia y fijó los estándares y el estilo del diseño de todas las máquinas de escribir. Su impacto se prolongó desde finales del siglo XIX cuando comenzó a fabricarse, hasta mediados del siglo XX, momento en que la aparición de las máquinas orgánicas Olivetti de estilo italiano –diseñadas por Marcello Nizoli- y de la característica IBM Selectric de 1961, estableció un estándar. En total llegaron a producirse más de dos millones de Underwood nº 5 antes de que dejara de fabricarse a comienzos de la década de 1930, cuando ya casi todas las empresas de la competencia llevaban años ofreciendo modelos similares e igual de funcionales.Utilizada por periodistas, administrativos y demás oficinistas, la máquina Underwood demostró ser muy práctica en varios sentidos a pesar de que muchas de sus características de diseño no resultasen especialmente innovadoras. Al contrario que muchas máquinas de escribir que imprimían a partir de tipos individuales, la Underwood adoptó el formato de barra de tipos que demostró acomodarse mejor a escrituras más veloces. Quizá fuera todavía más importante el hecho de que permitía ver lo que se escribía gracias a su mecanismo de “golpe frontal” puesto que las máquinas de “golpe inferior” imprimían en la parte baja de la planta o superficie de impresión y había que levantar el carro para ver qué se había escrito. El teclado QWERTY o Universal ya había sido introducido hacía casi un cuarto de siglo por Sholes & Glidden- si bien su máquina, que salió al mercado estadounidense en el año 1874, solo empleaba mayúsculas-. Y Underwood optó entonces por este teclado aunque existían otros sistemas disponibles porque era el más conocido. La nº 5 disponía de 84 caracteres distribuidos en cuatro filas de teclas y una sola tecla para cambiar a mayúsculas, lo que facilitaba la mecanografía al tacto y una rapidez mayor.
El pragmatismo de la Underwood eliminó muchas de las dificultades que planteaban las primeras máquinas de escribir. Curiosamente este cambio está documentado de la mano del escritor estadounidense Mark Twain mientras usaba un modelo Sholes & Gidden de 1874 fabricado por E.Remington & Sons en Ilion, Nueva York. Aquel año, Twain mecanografió una carta en la que declaraba: “Estoy tratando de acomodarme a esta recién nacida máquina de escribir, pero no estoy teniendo mucho éxito. Sin embargo, este es mi primer intento y no obstante noto que pronto alcanzaré cierta facilidad en su uso”. Pero unos meses más tarde, cuando la empresa Remington intentó convencerlo para que promocionara su producto, el entusiasmo de Twain había mermado radicalmente: había dejado de usarla y declaró que la máquina le “daba ganas de blasfemar”.
Irónicamente, la Underwood Nº5 quizá nunca habría visto la luz de no haber sido por la disputa entre Thomas Underwood y la empresa Remington. En 1895 Underwood, fabricante de cintas para máquinas de escribir y papel carbón, propuso a Remington Company renovar el contrato de suministor de cintas pero ésta le informó de que ya no requería de sus servicios pues pretendía producirlas ella misma. Tras este rechazo, Underwood compró los derechos de una máquina nueva desarrollada por el inmigrante alemán Frank X.Wagner y se lanzó a la fabricación de máquinas de escribir con un éxito inusitado. Finalmente, a comienzos de la década de 1960, Olivetti compró la empresa Underwood.
Irónicamente, la Underwood Nº5 quizá nunca habría visto la luz de no haber sido por la disputa entre Thomas Underwood y la empresa Remington. En 1895 Underwood, fabricante de cintas para máquinas de escribir y papel carbón, propuso a Remington Company renovar el contrato de suministor de cintas pero ésta le informó de que ya no requería de sus servicios pues pretendía producirlas ella misma. Tras este rechazo, Underwood compró los derechos de una máquina nueva desarrollada por el inmigrante alemán Frank X.Wagner y se lanzó a la fabricación de máquinas de escribir con un éxito inusitado. Finalmente, a comienzos de la década de 1960, Olivetti compró la empresa Underwood.
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