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viernes, 13 de marzo de 2015

La Secuoya – Un enorme fósil viviente


Las enormes y longevas secuoyas gigantes de las montañas de Sierra Nevada de California, con edades que alcanzan y superan a veces los 4.000 años, se encuentran entre los árboles vivos más viejos del planeta. Un ejemplar de otra secuoya californiana, la secuoya roja, es con sus 111,25 metros de altura, el ser vivo más alto del mundo.



La ballena azul es el mayor animal que ha existido jamás. Sin embargo, la ballena azul no es el mayor ser vivo del mundo, ya que los mayores seres vivos son árboles. Y entre ellos, unas coníferas de la familia de las taxodiáceas: las secuoyas rojas y las secuoyas gigantes de California –cuyo nombre conmemora al jefe indio Seequayah o Sequoiah, de la tribu cherokee, que vivió entre 1770 y 1843 y que, educado en Georgia con el nombre de George Gist, inventó un alfabeto para el dialecto de su tribu –son, junto con una especie de eucalipto, el Eucalyptu amigdalina, los árboles más gigantescos del mundo actual.

Las secuoyas californianas son algunos de los últimos representantes de una familia cuyas especies estuvieron ampliamente difundidas por todo el hemisferio boreal durante el Terciario.

Hace muchos millones de años, numerosas especies de secuoyas se difundieron por toda la superficie terrestre. Sus representantes estuvieron ampliamente repartidos por todo el hemisferio norte terráqueo –incluida Europa y España- durante todo el Terciario, pero, no pudiendo soportar los grandes cambios climáticos ocurridos durante las glaciaciones, se extinguieron en su mayor parte –los restos fósiles de algunas de estas especies pueden hoy contemplarse en los bosques petrificados del oeste de Estados Unidos-, de tal forma que en la actualidad sólo persisten unas pocas especies, dos de los cuales habitan en América del Norte, pertenecienes a dos géneros distintos.

Se trata de las antes mencionadas secuoya roja y secuoya gigante californiana. Este último
árbol, cuyo nombre popular en EEUU es el de Gran Árbol o Árbol del Mamut, y que habita en las zonas de media ladera de la vertiente oeste de la Sierra Nevada –centro de California-, en altitudes comprendidas entre los 1.372 y los 2.286 metros sobre el nivel del mar, debe su fama a ser el más voluminoso y, posiblemente, el más viejo de todos los seres vivientes en la actualidad, alcanzando edades entre los 4.000 y los 5.000 años. De esta manera, enormes como son las secuoyas gigantes, el tamaño de estos árboles no tiene mucha importancia comparado con lo asombroso de su increíble longevidad.

Hace una media de 4.500 años nacieron muchos de los ejemplares de secuoyas gigantes californianas:; es decir, desde las mismas fechas en que se levantó la pirámide de Keops, estos
árboles están creciendo sin parar a su ritmo lento, y seguirán haciéndolo aproximadamente hasta cumplir 6.000 años –o hasta el final de los tiempos, en opinión de algunos biólogos-.

La secuoya tiene la particularidad de que su tiempo biológico está ralentizado con respecto a la escala humana. Por ejemplo, florece por primera vez entre los 175 y 200 años de vida. Un árbol que ha vivido 500 años está todavía en su primera juventud, y uno que ha vivido 1.000 años, sólo acaba de alcanzar su plena madurez.

En los días de la guerra de Troya o el éxodo de los hebreos de Egipto, cualquiera de las más
viejas secuoyas gigantes de California era solamente un robusto arbolito joven de porte cónico, con rígido y espinoso follaje –como el de un cedro, pero más comprimido-, con ramas horizontales y densas, las más bajas de las cuales barrían aún el suelo.

Como los árboles jóvenes de hoy en día, la secuoya y el grupo de arbolitos de similar edad que crecían junto a ella debieron ser un adorno para el paisaje. En los tiempos de la batalla de Maratón, los árboles habían perdido ya su aspecto juvenil y alcanzado la madurez, las ramas más bajas habían desaparecido y los troncos se habían convertido en columnas rojizas cubiertas por corteza de 15 a 30 cm de grosor, las ramas más altas habían adquirido un ligero aspecto colgante y el espinoso
follaje una apariencia redondeada. Después, por siglos, durante los días del imperio romano, la Edad Media, y el periodo de crecimiento de la civilización europea, los viejos gigantes conservaron la misma apariencia, majestuosa, fuerte y sólida, hasta llegar hasta nuestros días.

Las secuoyas gigantes son árboles siempreverdes de hojas escamosas y puntiagudas que se superponen en la parte inferior, de troncos altos y desnudos, copa irregular y abierta y conos o piñas leñosas y de forma elíptica que permanecen en el árbol durante bastantes años. La savia de estos árboles no es resinosa, por lo cual una vez han madurado y desarrollado por completo su gruesa y resistente corteza casi incombustible, de color rojizo, son prácticamente indestructibles por el fuego. Como consecuencia, son capaces de sobrevivir a los incendios forestales, pudiendo ser ésta una de las razones que explican su longevidad. Aunque sean dañados por el fuego, el alto contenido
de tanino de su savia regenera rápidamente sus tejidos vegetales, de igual modo que el ácido tánico ayuda a regenerar los tejidos de la carne humana quemada. Por ésta y por otras razones, se podría decir que las secuoyas parecen durar para siempre.

Curiosamente, a pesar del aspecto fuerte y poderoso de estos enormes árboles, resultan ser extremadamente frágiles, de forma que cuando caen al suelo suelen quebrarse longitudinal y transversalmente en pequeños fragmentos inútiles. Su madera es de mala calidad, quebradiza y frágil, e impracticable para su uso en carpintería debido a su tamaño. La inutilidad de su madera para su aprovechamiento es otra razón que ha ayudado a la conservación de esta especie.

La altura que alcanzan estos árboles oscila, por lo general, entre los 60 y los 91 metros, aunque pueden alcanzar los 100 o incluso alturas algo mayores. El grosor de su tronco también es extraordinario: 6 metros de diámetro de tronco, aunque pueden alcanzar grosores mayores.

En su área natural, casi todas las secuoyas gigantes californianas están protegidas, existiendo ejemplares extraordinarios como las llamadas General Sherman –una vieja secuoya de 3.500 años de edad, 83 m de altura y 11 de diámetro-, que dio nombre al General Grant National Park, creado sólo para proteger a esta gigantesca secuoya, que comparte su dominio con otras de no mucho menores dimensiones.

A tan solo unos 80-160 km hacia el oeste de la región montañosa donde habitan las secuoyas
gigantes californianas se encuentra la región costera que constituye el hábitat natural de la otra especie de secuoya de California. La secuoya roja, especie que alcanza alturas algo mayores, curiosamente que la llamada secuoya gigante, siendo la conífera más alta de todo el mundo, aunque resulta ser menos voluminosa que la secuoya gigante, al ser menor el diámetro de su tronco, que suele estar comprendido por lo general entre los 3 y los 4,6 m, aunque las hay que alcanzan diámetros mayores. Precisamente, el árbol vivo más alto del mundo es una secuoya roja californiana que se encuentra dentro del Sequoia National Park, y que mide 111,25 m de altura, aproximadamente lo mismo que el cohete espacial Apolo o que un rascacielos de 30 pisos.

La secuoya roja, que debe su nombre vulgar al color castaño rojizo de su gruesa corteza –puede llegar a tener de 20 a 30 cm de grosor- y al color entre rosa y rojo pardo de su madera, crece y habita únicamente en la estrecha franja o región costera que se extiende formando un cinturón de anchura variable –de 8 a 56 km-, a lo largo del centro y norte de la costa californiana hasta la frontera con el estado de Oregón. En esta zona, de clima muy húmedo y suave, influido por la proximidad del océano Pacífico, la secuoya roja es la especie dominante y constituye bosques
densos que son cubiertos diariamente por las neblinas o brumas marítimas que sólo se levantan conforme avanza el curso del día. Bajo estas condiciones ideales, los árboles crecen rápidamente. La secuoya roja es un árbol que tolera muy bien la sombra y se reproduce vigorosamente tanto por semilla como por brotes de tocón si se la corta, por lo cual, a menudo se encuentran apretados círculos de árboles jóvenes o dispuestos alrededor de viejos tocones.

Al igual que la otra secuoya, se trata de un árbol siempreverde, pero sus hojas son aplastadas y
estrechas, con forma de aguja. Los conos son pequeños, entre 2 y 3 cm, ovalados y de un tono castaño rojizo.

Existe una ruta señalizada a través de los bosques de secuoyas desde la ciudad de Crescent City a San Francisco, llamada la Avenida de los Gigantes, que se ha convertido en una atracción turística por la inolvidable impresión que deja en el visitante la grandeza de estos bosques, en los cuales, además, algunos árboles tienen formas fantásticas –como, por ejemplo, el Árbol Chimenea, llamado así por estar abierto todo lo largo que es el tronco como si de una chimenea se tratase, a pesar de lo cual continua vivo y sano, el árbol a través de cuyo tronco puede pasar un automóvil y el llamado la Única Tienda-Tronco, que aloja a una tienda en el interior de su tronco hueco caído-.

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