El arte es omnipresente en nuestra vida diaria. La vemos y oímos hablar de ella en los medios de comunicación. Pero, ¿has pensado alguna vez sobre ello? ¿Qué es exactamente el arte? El hombre se ha estado preguntando esta cuestión durante siglos y no es posible dar con una definición tan precisa como la de un perro o un tenedor.
Una definición sacada de un diccionario podría ser: “el uso consciente de la imaginación creativa, especialmente en la producción de objetos estéticos”.
El Arte implica esfuerzo, intención, planificación. Muchas de las definiciones de arte incluyen además palabras como producción, expresión, disposición... Esto es, hay una diferencia esencial en sentarse en una roca que nos encontramos por casualidad que arrastrar la misma roca y llevarla a nuestro jardín junto a otras cuatro para hacer un círculo de asientos "naturales". Esto último es arte porque hemos elegido los materiales y los hemos colocado de una manera no solamente útil, sino también satisfactoria para nuestro sentido estético. Así que el arte tiene tanto que ver con las intenciones del artista como con el arte propiamente dicho.
Bien, así que buena parte del arte es intencionalidad. Pero, también, el arte es arte cuando es declarado como tal. En el Museo de Arte Moderno de San Francisco se celebró una vez una exposición de animales disecados cubiertos de barro. Algo muy parecido hacen continuamente niños de todo el mundo utilizando el barro de sus jardines y parques. La diferencia entre las piezas del museo y el resultado del juego de un niño es, precisamente, la intencionalidad y el esfuerzo. El creador de la exposición de San Francisco pretendía que su trabajo fuera una expresión artística personal. Las pegajosas figuras modeladas por los niños no son más que subproductos de un juego. A menos que tu hijo pretenda crear intencionadamente una obra de arte, sus pringosas manipulaciones con el lodo no serán más que porquería. Por otro lado, si realmente el objetivo de tu hijo no era jugar, sino expresarse de algún modo a través del barro, entonces estamos ante un desgraciado y común hecho en la vida artística: que el público no siempre aprecia el trabajo del artista. Y es que el reconocimiento popular es un elemento práctico pero fundamental en el arte.
El Arte comenzó probablemente como una forma de comunicación o conservación de información. Arqueólogos y antropólogos han especulado con que las primeras pinturas rupestres eran "archivos" relacionados con las actividades de caza de la tribu. Más adelante, es probable que esas figuras cobraran algún tipo de importancia simbólica. De la misma forma que tendemos a pensar que cada vez que llevamos una determinada prenda de vestir nos suceden cosas buenas, quizá aquellos primeros hombres asociaron ciertos animales, plantas o personas con la buena y la mala suerte, cambios estacionales como nieve o inundaciones, caza exitosa y otros acontecimientos relevantes en la vida de una tribu de cazadores-recolectores.
Los objetos y piezas descubiertos demuestran que, en la elaboración de los mismos, al ir pasando el tiempo, había algo más que la mera utilidad. Incluso herramientas diarias, como puntas de flecha o cuchillos, comienzan a mostrar intentos de embellecimiento artístico. Aquellos primeros artesanos -o artistas- no sólo buscaban el utilitarismo, sino un refinamiento en su apariencia.
Esta tendencia tuvo continuidad en la mayoría de las civilizaciones más antiguas y no hay duda de que las imágenes en los sarcófagos de las momias egipcias, las estatuas griegas, los mosaicos bizantinos y los bajorrelieves budistas, todas ellas con intencionalidad religiosa, son algo que es universalmente considerado como arte. El mayoritario carácter religioso del arte antiguo se explica quizá porque la religión proporcionaba un muestrario de símbolos fácilmente reconocibles que podían producirse en masa y, como el arte era sobre todo simbólico, las creencias, los mitos, eran un tema más accesible que cualquier otro.
Sea como fuere, vemos en ciertas culturas el nacimiento y desarrollo de un nuevo arte secular, centrado en la gente, en los acontecimientos cotidianos en lugar de figuras idealizadas de carácter espiritual o mítico. Retratos, bustos y monumentos hacen su aparición. Por supuesto, en muchos casos se producían solapamientos entre temas religiosos y seculares (los gobernantes, por ejemplo, eran representados como Zeus o Poseidón o los bajorrelieves indios de mujeres se parecían mucho a las representaciones de diosas). Este fue el panorama hasta finales del siglo XIX.
Junto al arte secular vino el desarrollo del arte decorativo, que comprende desde objetos tan grandes como un edificio o el diseño de jardines, a tan pequeños como un camafeo pintado a mano. En todos ellos, sin embargo, hay un esfuerzo visible de creación, de cuidado por la estética más allá del propósito meramente utilitario.
Hoy, el concepto y el mundo del arte se ha complicado enormemente. Y no han cesado los debates sobre la naturaleza y propósito del arte, debates de los que jamás saldrá una respuesta definitiva y universal. Después de todo, si alguien afirma "La Mona Lisa es arte porque es hermosa" y otra persona dice "La Mona Lisa no es arte porque no es hermosa", no hay manera de decidir entre las dos proposiciones. Otros debates giran alrededor de si el arte debería tener un propósito didáctico o basta con que apele a nuestros sentidos creando objetos hermosos ("el arte por el arte"). Hoy, mucha gente cree que el arte no tiene que ser necesariamente bello; básicamente: "La Mona Lisa no es hermosa, pero es arte". La respuesta inmediata es "¿Y cómo lo sabes?"
Este tipo de polémicas complican aún más el asunto, especialmente cuando nos enfrentamos al arte moderno. ¿Es arte un lienzo vacío? ¿Es arte un retrete sobre un pedestal? ¿Es arte un montón de latas aplastadas colocadas en un cubo de basura de alambre? En último término, solo podemos estar de acuerdo en calificar todo ello de arte en cuanto que implican esfuerzo, intención y manipulación, pero no podremos llegar a ninguna otra conclusión, especialmente si pretendemos compararlo con otras formas artísticas que se han venido cultivando desde hace siglos, ya sea la pintura o la porcelana.
Lo mismo es válido para la música, la literatura, la danza... aunque no han sido objeto de debates tan encendidos como en el caso de las artes visuales (con la posible excepción de la literatura). ¿Cómo clasificar la televisión y el cine que se nos ofrece en los medios de comunicación? ¿Qué estándares son válidos para calificarlo como arte o no?
En resumen, el arte ha servido durante siglos, y de esto no cabe duda alguna, como medio de estimular la imaginación y la creatividad, ya fuera arte religioso, secular, pintura, escultura, decorativo, figurativo o conceptual. Quizá la mejor manera de definir el arte es como un trabajo elaborado, calculado para causar algún tipo de efecto, ya sea en el público o en el propio artista. A menudo está pensado para agradar y tiene un significado simbólico oculto en él. Pero existen tantas excepciones que en realidad no hay una regla estricta y fácil que permita abarcar todas las manifestaciones artísticas.
Como última reflexión, si cuando eras pequeño decidiste decorar tu cuarto con la sola ayuda de tus dedos y un bote de pintura, a menos que tuvieras padres con una mente extraordinariamente abierta y comprensiva, lo que hiciste no fue arte. Si, ya adulto, haces lo mismo y afirmas que es una expresión artística personal, entonces sí es arte. Que el resto del mundo aprecie tu arte es otra cuestión.
domingo, 13 de marzo de 2011
¿Arte o juego de niños?
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