sábado, 31 de agosto de 2013
Si mi traje espacial se rompiera, ¿me explotaría la cabeza?
Hollywood ha convertido la muerte en el espacio en algo realmente dramático, pero la buena noticia es que en realidad tu cabeza no explotaría si se rompiera el traje espacial. ¿La mala? Tu sangre podría hervir y, probablemente, morirías. Pero vayamos por partes.
En primer lugar, dejemos de lado esas aterradoras muertes realzadas por los efectos especiales. Las cabezas explotando en el cine surgen de un malentendido de los principios básicos de la física: los objetos presurizados se expanden a bajas presiones, y por tanto el cuerpo, acostumbrado a vivir a 1 atmósfera de presión, probablemente se expandiría (violentamente) si fuera expuesto a una presión cero, es decir, al vacío en el espacio. En realidad, la diferencia de presión no es lo suficientemente grande como para provocar tal reacción. (la piel, no obstante, se inflamaría hasta alcanzar dos veces su tamaño normal. Doloroso, pero no mortal. De vuelta a la Tierra volvería a su aspecto original).
Lo de la sangre hirviendo es un poco más problemático. Los científicos están divididos al respecto. Está comprobado que el punto de ebullición de los líquidos decrece conforme baja la presión. A presión cero, el cuerpo, que se halla a 37ºC, proporcionaría suficiente calor como para que la sangre hirviese, el principal argumento a favor de la teoría. Pero hay científicos que esgrimen un poderoso argumento en contra: el sistema circulatorio es un circuito cerrado, y por tanto los latidos del corazón proporcionan una presión constante. Además, los vasos sanguíneos son elásticos, por lo que la sangre quedaría relativamente comprimida. Seguiría produciéndose una caída de la presión, pero no lo suficientemente grande como para que la sangre hirviese a la temperatura corporal.
¿Qué ocurriría entonces?
En realidad, morirías asfixiado al escapar el oxígeno. Y no solo es teoría, desgraciadamente. En 1971, la tripulación del Soyuz 11 murió por asfixia antes de la reentrada debido a un fallo en una válvula. Cuando los oficiales encontraron la cápsula, los cuerpos no mostraban señal alguna de trauma. Solo tras las autopsias se comprobó que los cosmonautas habían muerto por falta de oxígeno.
Si te encuentras en una situación parecida, no contengas la respiración. Si tus pulmones están llenos de aire, la diferencia de presión y la del espacio causaría una descompresión explosiva; descompresión, porque el aire se expandiría rápidamente, y explosiva porque… bueno, ya puedes imaginártelo. La descompresión explosiva puede hacer que tus pulmones estallen, algo que, pese a no alcanzar la espectacularidad de Hollywood, resultaría bastante desagradable.
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viernes, 30 de agosto de 2013
Mata-Hari: Espionaje entre sábanas
Mata Hari vivió apasionadamente una enigmática novela de aventuras en la que el amor fue sinónimo de astucia y cuya principal protagonista fue ella misma. Aunque no siempre resultó así. Ella, al igual que muchas mujeres de hoy, sufrió en su propia piel los abusos deshonestos y catastróficos de un hombre que la dominó, maltrató y humilló: su marido. Desengañada de la vida huyó a París y se inventó una nueva identidad, sin pensar en las consecuencias de aquella aventura tan arriesgada que finalmente la llevaría ante un peloto de fusilamiento en 1917.
Todo había empezado el 7 de agosto de 1876 en la tranquila y provinciana ciudad holandesa de Leeuwarden. Allí, en una calle céntrica, llama la atención un comercio destinado a la venta de gorras y sombreros que se halla cerrado a pesar de la avanzada hora de la mañana. El propietario, Adam Zelle, y su esposa, Antje Van der Meulen, acaban de ser padres de Margarita Gertrudis Van Zelle, una niña que pasará a la historia con el exótico nombre de Mata Hari.
Hasta los 15 años, la provinciana Margarita llevó una vida prácticamente idéntica a la de todas sus amigas. Ningún indicio apuntaba siquiera los cambios que se producirían en la adolescente en un futuro cercano. Tan cercano como que fue ese mismo año de 1891 cuando su vida daría un giro –involuntario- de 180 grados que la marcaría para siempre. Por entonces, llevar sombrero dejó de estar de moda, o al menos eso debió pensar Adam Zelle al comprobar que nadie se decidía a comprar en su comercio, motivo por el cual tuvo que liquidar todas las existencias y cerrar el negocio. Como las desgracias suelen ir acompañadas, Antje Van Zelle falleció ese mismo año, dejando al esposo con la penosa carga de alimentar a cuatro hijos y dando, de paso, comienzo al vía crucis de Mata Hari.
Tras la muerte de Antje, Margarita sufrió y lloró como cualquier hija. El amor que sentía hacia su madre era tan fuerte e intenso que quienes la rodeaban llegaron a temer por su vida al presenciar sus desgarradoras expresiones de dolor. Contrariamente a lo esperado, Adam, aunque aparentaba la aflicción y la tristeza de un viudo, no tardó en rehacer su vida en todos los sentidos: se trasladó a vivir a Amsterdam, contrajo nuevo matrimonio e internó a Margarita en la Escuela Normal de Maestras de Leyden.
Nunca llegaría a darse cuenta del error que había cometido alejando de él a una “niña” que acababa de perder lo que más amaba en el mundo y que, ante todo, necesitaba un padre cariñoso. Pese a ello, las súplicas y lloros de Margarita no hicieron mella en un hombre que ya tenía otro hogar y así hubo de pasar drásticamente la página de una infancia que le había sido arrancada de cuajo. Por si fuera poco, pronto empezó su infortunio con los hombres, personalizado en el director del colegio, quien, en lugar de proporcionarle el amor paternal que Margarita precisaba, resolvió cortejarla y acosarla, pasando, con una celeridad pasmosa, de la intención al hecho. Los acosos y las constantes peticiones del maestro, obligaron a la joven a abandonar el centro para marcharse a vivir a la casa de un tío suyo llamado Taconis. Así las cosas, la existencia de Margarita transcurría tristemente entre la soledad y la incomprensión, cuando un anuncio en la prensa llamó su atención.
Una fría mañana de enero de 1895, la joven leía el periódico Fhet Nieuws van der Dag, como solía hacer habitualmente. En la página de contactos –su favorita- se fijó en un anuncio que venía firmando por Rudolf Mac Leod, capitán del ejército holandés en las Indias. Se anunciaba como un hombre bueno y honrado, de 39 años, que buscaba esposa joven y atractiva. Con sus 18 años, Margarita pensó en lo maravilloso que resultaría casarse con un militar maduro y se estiró en el lecho dejando volar su imaginación. Cuando despertó de un sueño en el que se imaginaba con traje nupcial, cogió la pluma y escribió cuatro líneas claras y contundentes, manifestando su ilusión por conocer al autor de tan original anuncio. En su inocencia ignoraba que la solicitud del capitán había nacido de una apuesta efectuada entre varios oficiales afectados por un avanzado estado de embriaguez y que nada tenía de romántica. Pese a ello, Rudolf acudió a la cita, durante la cual no reveló a la joven el “pequeño” detalle de cómo había surgido la idea de anunciarse en el periódico. Los esponsales se celebraron el día 30 de marzo de ese mismo año, y cuatro meses después, Margarita y el capitán contraían matrimonio civil en Amsterdam.
Mac Leod, alto, apuesto y viril, resultó ser un impenitente jugador, mujeriego y alcohólico. Margarita quedó encinta de un varón que nacería el 30 de enero de 1896, al que llamaron Norman. Por entonces, el marido, ascendido a comandante del primer batallón de infantería de reserva, viajaba cada vez con mayor asiduidad –sin su mujer y su hijo- a Java y Sumatra, en Indonesia. Un año después, Margarita dio a luz a su segundo hijo, esta vez una niña a la que llamaron Juana Luisa, como la hermana de Mac Leod.
El día 26 de junio de 1899, Margarita sufrió en su propia carne la desgracia de ser víctima de una revancha dirigida a su marido. Su hijo Norman, que ya tenía tres años, acababa de cenar un plato de arroz. Unas horas después moría en brazos de su madre. La criada fue interrogada por la policía y confesó ser autora del crimen, urdido como represalia hacia Mac Leod. Ajena a todo arrepentimiento, la mujer argumentó que el comandante había maltratado a su marido –que era un soldado indonesio- injusta y cruelmente, hasta dejarlo inconsciente. Desde entonces pensaba en vengarse y no paró hasta conseguirlo. Margarita perdió el norte y entró en un estado depresivo que invadió todo su ser.
Mac Leod fue destinado nuevamente a Java, pero esta vez de forma definitiva, momento en que decidió que su esposa debía trasladase junto a él. Margarita sigue cayendo en picado, pues por entonces empiezan a evidenciarse, mucho más severamente, los malos tratos a los que su marido la sometía. Una noche, acudió junto con Rudolf a una fiesta javanesa. En medio del salón danzaba una bailarina. Su cuerpo se contoneaba insinuante realizando exóticos movimientos. El resultado era de una sensualidad evidente. La señora Mac Leod, al igual que otras mujeres, se encandiló al contemplar las evoluciones de aquel cimbreante cuerpo. Tan ensimismada estaba en contemplar la danza, que no se percató de que su esposo la requería insistentemente. Rudolf, que tuvo que acercarse a ella para ser oído, pagó su “despiste” con una brutal paliza. Margarita tuvo que admitir públicamente que su marido la maltrataba, pues sentía que era muy capaz de desfigurarla o tal vez, de matarla.
De ese doloroso episodio, Margarita aprendió a disimular sus sentimientos ante un marido al que pensaba abandonar, no sin antes aprender la magia de esa danza que la había embrujado. Cumplido el objetivo, el 27 de agosto de 1902 Margarita presentó formalmente una demanda de divorcio, que fue fallada su favor, obteniendo la custodia de su hija. Sin embargo, ablandada ante las promesas de cambio por parte de Rudolf, Margarita accedió a volver con él. El intento sólo le produjo pérdidas, pues al ser declarada culpable de abandono del domicilio conyugal, perdió la tutela de Juana Luisa, que fue entregada a su padre. Tras apelar, Margarita logró nuevamente la custodia, pero unos días después, Rudolf raptó a la pequeña y amenazó a su ex esposa con matarlas a las dos si intentaba volver a recuperarla.
Así es como, en 1903, nuestro personaje llega a Paris. Y en la capital francesa entierra a Margarita Gertrudis Van Zelle y saluda el nacimiento de una bailarina de origen indostánico iniciada en el misterioso arte de las sagradas danzas de los brahmanes. Su nombre: Mata Hari, que en lengua javanesa significa “ojo del amanecer”. Cuando le preguntan por su origen, dice haber nacido en las costas de Malabar, al sur de la India, hija de un dios y de una bayadera del templo que falleció al darla a luz. Según su relato, fue adoptaba por unos sacerdotes que la encerraron en el patio subterráneo de la Pagoda de Siva cuando comenzó a andar para enseñarle los sagrados ritos de la danza. Repite tantas veces la historia que la acaba creyendo y vive angustiada, víctima del misterio que ella misma ha creado y de la fatalidad.
En la capital francesa, donde entre 1904 y 1907 se convierte en la bailarina más famosa de la época, Mata Hari sabe satisfacer como ninguna otra la vanidad de los hombres. Al fin y al cabo lo ha aprendido a costa de mucho sufrimiento.
Los ministros se sienten atraídos por su palabrería, pues les demuestra que sabe hablar mejor que ellos, y el emperador austríaco Francisco José queda deslumbrado con sus danzas. Este nuevo mundo, repleto de glamour y exotismo, proporciona a Mata Hari la oportunidad de viajar a muchos países, entre ellos Alemania, y de conocer a altos mandos del ejército, a quienes, entre danza y danza, sonsacaba secretos de Estado. Al principio eran ellos los que hablaban en la intimidad de la alcoba; después nació la curiosidad de ella por conocer tan importantes secretos; finalmente, Margarita fue consciente del poder que tenía en sus manos y quiso utilizarlo. Fue su inicio como espía.
En 1915, usando la danza como tapadera, Mata Hari fue enviada por los servicios secretos alemanes a cumplir una misión en España. Su presencia revolucionó Madrid, donde, según cuentan, las parejas se separaban por su causa. Allí, Mata Hari hizo gritar, llorar y languidecer a muchas personas, más por asuntos del corazón que por su eficacia como agente secreto, cuyo trabajo no pasó de mediocre. Enrique Gómez Carrillo, famoso escritor casado con la artista Raquel Meller, Cambó, Eduardo Dato, el conde de Romanones, el torero Vicente Pastor… forman parte de la larga lista de ilustres que sucumbieron a los encantos de la danzarina. Aunque su fama como artista de la danza y del teatro ya declinaba, Margarita impresionó a todo el mundo desde la habitación del hotel Ritz que escogió como domicilio. Entre sus paredes fue donde el senador catalán Emilio Junoy cayó hechizado bajo los tentáculos, casi venenosos, que danzaban exclusivamente para él. Sensualidad y misterio envolvían cada uno de los estudiados movimientos que Mata Hari ejecutaba con su cuerpo.
Durante su estancia en España, los ingleses la someten a una vigilancia exhaustiva, informando constantemente al servicio de contraespionaje francés sobre los contactos que ella mantiene con los alemanes. Al sospechar que está siendo vigilada, Mata Hari decide abandonar Madrid con la intención de entrevistarse en París con el comandante Ladoux, alta personalidad del espionaje francés. Utilizando su mejor arma, la belleza, lo convence astutamente de que ella puede obtener secretos del alto mando germano. El comandante, que no es precisamente un hombre confiado, aceptó la proposición no sin tomar algunas medidas de precaución.
De esta forma, antes de encomendarle una misión, la sometió a un certero interrogatorio: “En el caso de que fuera preciso que la recibiera una persona de sumo interés para nosotros, ¿cómo lo haría?” Al contestar, Mata Hari cayó en la trampa, pues mencionó un nombre -Craemer- cuya identidad como espía, no revelada por el comandante pero conocida por él, pues era una gran figura del espionaje mundial- denotaba a todas luces que sólo podía haber llegado a ella a través de sus contactos como agente secreto. De esta forma, Margarita daba a entender inconscientemente su posición traidora, aunque Ladoux decidió seguir adelante hasta que la mujer se delatara de una forma mucho más evidente. Así, prosigue su conversación y, sonriente, la acepta como colega, invitándola a estrenarse con una misión en Bélgica, aunque primero, y para quedar fuera de sospechas –le dice Ladoux- deberá dirigirse a un país neutral: España. Estamos en los tiempos de la Primera Guerra Mundial.
Ladoux pretende tenderle una trampa al señalarla objetivos falsos con el fin de que ella informe a los agentes alemanes como si fueran ciertos. Mientras, él permanecerá al acecho hasta cogerla con las manos en la masa. De nuevo en Madrid, pero esta vez alojada en el hotel Palace, Mata Hari aguarda impaciente las noticias del comandante, mientras la intriga comienza a urdirse en torno a la espía.
Los informes que envía al servicio secreto alemán son interceptados en París, donde se conoce la clave en que se cifran los mensajes que circulan entre Berlín y Madrid, y viceversa. La sospecha de que Margarita es una espía alemana conocida como H21 ya está en boca de muchos y se confirmará si ella viaja a París, adonde es requerida en un telegrama interceptado que reza así: “Comunicar a H21 que regrese a Francia y que continúe su misión desde allí. Recibirá un cheque de 15.000 francos de Craemer sobre el Compoir d´Escompte”.
Mata Hari fue detenida en la frontera de Hendaya por la policía gala, acusada de espionaje. Su arresto tuvo lugar el 13 de febrero de 1917, dando comienzo a inciertos meses de presidio. El 24 de julio comienza en París el consejo de guerra contra la espía, presidido por Semprou, teniente coronel de la Guardia Republicana francesa. Como abogado defensor actuó Clunet, un antiguo amante de la bailarina que se encontraba en el exilio, en tanto que Emilio Junoy intentaba ayudar aportando datos que pudiesen resultar beneficiosos para ella en el juicio.
Con todas las pruebas en su contra, el 25 de julio de 1917, Margarita Van Zelle, alias Mata Hari, alias H21, es declarada culpable de espionaje a favor de Alemania y condenada a muerte. Su ejecución y el inicio de la leyenda tuvo lugar en la madrugada del 15 de octubre de 1917.
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jueves, 29 de agosto de 2013
El origen de las galletas
Las primeras galletas conocidas de la historia –de alrededor del siglo III a.de C.- eran unas obleas planas, delgadas, cuadradas y duras, con distintas composiciones, que se popularizaron en Roma con el nombre de bizcochos –del latín bis coctum, “dos veces cocido”-, que, por lo común, eran ablandados mojándolos en vino. Su sequedad permitía una larga conservación, lo que colaboró a su secular popularidad. Sin embargo, curiosamente, la costumbre de endulzarlos no apareció hasta finales de la Edad Media.
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sábado, 24 de agosto de 2013
La importancia de un buen desayuno
Son las ocho de la mañana de un día laborable y la consabida mezcla de nerviosismo y mal humor impera en torno a la mesa de la cocina. El uno ha perdido sus deberes, el otro su equipo de gimnasia; un día más, ya se ha hecho tarde para desayunar. De modo que los padres se limitan a sacar a sus hijos por la puerta; total, podrán sobrevivir hasta la comida. Pero… un momento, ¿No es el desayuno una comida crucial, tal vez la más importante del día? ¿De verdad es buena idea saltárselo?
El cerebro es un órgano de alto consumo energético. A pesar de suponer tan sólo el 2% del peso corporal, consume hasta un 20% de las reservas energéticas totales. Cuando uno duerme, el cerebro puede responder de dos terceras partes de su gasto energético. Eso es un montón de energía, y las cosas que requieren mucha energía necesitan combustible en abundancia.
El combustible del cerebro es un tipo de azúcar llamado glucosa. Se trata del principal combustible que usan todas las células del cuerpo, pero, a diferencia del resto de las células, las del cerebro no pueden recurrir a otros carburantes: dependen exclusivamente de la glucosa. Después de tomar algún alimento rico en hidratos de carbono –como cereales o pan-, el cuerpo se pone de golpe en acción y descompone los carbohidratos en glucosa. La glucosa se filtra al torrente sanguíneo y se distribuye por todo el cuerpo. Sin embargo, el cuerpo no permite que los niveles de azúcar en sangre se disparen tras una comida, sino que se asegura de que permanezcan estables día y noche. Lo hace segregando una hormona llamada insulina en el torrente sanguíneo.
La insulina se ocupa de que las células –sobre todo las del hígado y los músculos- conviertan la glucosa de la sangre en otra sustancia, llamada glucógeno, y la almacenen para su posterior uso. De modo que en cuanto la cantidad de glucosa en sangre empieza a aumentar, el cuerpo comienza a quitarla de en medio guardándola en el hígado y los músculos. La producción de insulina se interrumpe cuando la concentración de glucosa baja a un nivel próximo al normal; tras una chuchería azucarada, durante un breve lapso de tiempo su glucosa en sangre queda un poco baja. Sin embargo, regresa con rapidez a la normalidad, ya que las células que contienen glucógeno se ponen a producir glucosa una vez más.
Este proceso garantiza que siempre tengamos la concentración adecuada de glucosa en la sangre: el cuerpo está siempre retirando y almacenando glucosa (en forma de glucógeno) o acudiendo a sus reservas energéticas (de glucógeno) en los músculos y el hígado para segregar glucosa. De hecho, hay unos 5 gramos (una cucharadita) de glucosa disueltos en nuestra sangre en todo momento, incluso cuando llevamos horas sin comer nada con azúcar.
La cantidad de glucosa disponible en la sangre nos mantendría vivos durante menos de una hora, y tan sólo unos diez minutos si estuviéramos realizando algún ejercicio intenso. La glucosa almacenada en el hígado podría mantenernos vivos dos o tres horas; la de los músculos, entre diez y doce horas. Pasado ese tiempo, hemos de empezar a usar las grasas y proteínas del cuerpo para mantener estable el nivel de glucosa. Por eso las personas en las últimas fases de la inanición se “consumen” literalmente.
¿Qué pasa cuando uno despierta por la mañana, cuando no ha comido desde hace, pongamos, doce horas? ¿Se está consumiendo? ¿Puede sobrevivir hasta el mediodía sin tomar nada? Y aun más importante, ¿podrá funcionar con eficacia el cerebro de sus hijos si se saltan el desayuno?
“Un momento –me replicará-, todos nos hemos saltado el desayuno por lo menos una vez en la vida y hemos sobrevivido para contarlo”. Es obvio que uno puede arreglárselas. Sin embargo, hacia media mañana, el estómago empieza a protestar: se siente vacío y quiere comida. Esas punzadas de hambre podrían afectar al rendimiento escolar de un niño, pero ¿qué hay de sus reservas de glucosa? En teoría, el cuerpo mantendrá constante el nivel de glucosa durante horas, incluso días, de modo que saltarse el desayuno no debería afectar al suministro de combustible del cerebro.
Asimismo, ¿importa el tipo de alimento que se tome para desayunar? Bueno, los diferentes hidratos de carbono se descomponen en glucosa a ritmos distintos. Los azúcares, por ejemplo, son hidratos de carbono simples que pueden descomponerse con mucha rapidez. El almidón y otros carbohidratos “complejos” se descomponen con mayor lentitud y liberan la glucosa en la sangre a lo largo de varias horas. Eso significa que se produce menos insulina y que no hay necesidad de que el cuerpo almacene aparte la glucosa y luego la recupere. La glucosa de esos alimentos se libera más o menos al ritmo con que la necesita nuestro cuerpo. Se dice que los azúcares, al liberar la glucosa con rapidez, tienen un índice glucémico (o IG) elevado, mientras que los hidratos de carbono complejos como el almidón, que la liberan con mayor lentitud, tienen un IG bajo.
¿Son mejores para el desayuno los alimentos de IG bajo, al liberar la glucosa de manera gradual a lo largo de la mañana? ¿O sería mejor disponer de un chorro de glucosa procedente de alimentos azucarados poco después del desayuno, para que el cuerpo y el cerebro contasen con combustible para mantenerse en marcha? ¿Serían mejor ambas soluciones que no desayunar nada? Los experimentos realizados apuntan a las ventajas de una liberación lenta de glucosa a lo largo de la mañana, producto del consumo de un desayuno con IG bajo (por ejemplo, una loncha de jamón, 40 g de queso, pan de centeno y margarina baja en grasa). Sin embargo, no hubo grandes diferencias.
Los nutricionistas están de acuerdo en que el desayuno es una comida importante del día. Nadie se morirá de inanición si se lo salta, y su atención y demás habilidades mentales tampoco se resentirán mucho a lo largo de la jornada. Sin embargo, tomar comidas regulares es un modo estupendo de controlar el consumo de alimentos en niños y adultos.
Cualquier desayuno es mejor que ninguno, pero uno de IG bajo parece lo óptimo. Los nutricionistas sugieren que los alimentos de IG bajo son mejores en general que los de IG alto. Existen pruebas convincentes de que comer alimentos de IG alto contribuye a la obesidad, por ejemplo. Al liberar tanta glucosa de golpe en el torrente sanguíneo, el cuerpo aparta y almacena mucha más y está preparado para recibir más comida si ésta llega. Por desgracia, los alimentos de IG alto suelen ser más dulces y eso provoca adicción.
En este sentido, el desayuno es una comida importante no sólo porque nos ayuda a reponer el depósito de glucosa tras una noche de sueño, sino porque nos ayuda a regular la dieta. Porque desayunar poco para no engordar es una equivocación. No solo porque después de 10 ó 12 horas sin recibir ningún alimento, la insana costumbre de tomar un simple café al levantarse y aguantar sin comer hasta la hora del almuerzo pueda llegar a influir negativamente en nuestro rendimiento y concentración, sino porque el ayuno, en lugar de adelgazar, produce el efecto contrario: cuando transcurren varias horas sin probar bocado, lo que nos apetece son alimentos ricos en grasas.
¿Cómo desayunar? :organización del desayuno
Lo primero que hay que plantearse para intentar hacer del desayuno la principal y más saludable comida del día es un cambio de hábitos. El trabajo, los niños, el autobús... todo son prisas por la mañana, por lo que en lugar de levantarnos más temprano decidimos recortar del tiempo que dedicamos al desayuno: un café bebido y un par de galletas no son suficientes para enfrentarnos a una jornada laboral- escolar con energía.
Evidentemente, el tiempo empleado para desayunar es una de las claves más importantes para que el desayuno sea adecuado. Levántate un poco antes. Se aconseja invertir entre 15 y 20 minutos para desayunar y hacerlo sentado alrededor de una mesa y en compañía. Este último factor, en el caso de los niños, es fundamental. La hora del desayuno es el momento idóneo para que los padres den ejemplo a sus hijos y les enseñen lo que significa comer saludablemente y para que éstos vayan adquiriendo la práctica diaria de realizar un buen desayuno. Además, desayunar tranquilamente con la familia hará que empecemos con buen ánimo nuestra actividad diaria.
¿Qué desayunar?
Vivimos rodeados de alimentos de todo tipo y de información relativa a los mismos, pero no parece que aprendamos nada de ello ni saquemos provecho de tal abundancia. Un estudio realizado recientemente por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) revela que el 12% de los niños españoles no desayunan habitualmente y sólo un 30% lo hace de manera correcta. Por sexos, las chicas entre 12 y 16 años son las que más se aplican a la hora del desayuno. Del estudio se desprende también que los productos preferidos por los niños españoles son la leche (91%), seguida muy de cerca por las galletas y los cereales.
Estos datos, realmente preocupantes, revelan que casi la mitad de la población de niños y jóvenes españoles desconoce la importancia del desayuno y su relación con el óptimo crecimiento y desarrollo intelectual. Además, permiten deducir que los familiares y personas de su entorno cercano tampoco conocen dicha relación o al menos no son conscientes de su importancia.
Pero los objetivos no sólo se deben basar en el mero propósito de conseguir un buen rendimiento físico o escolar, sino también en familiarizar a los más jóvenes con hábitos alimentarios correctos que les permitan disfrutar de una amplia gama de alimentos saludables y les prevengan de enfermedades como la obesidad, caries, problemas cardiovasculares,... relacionadas en gran medida con un tipo de alimentación incorrecta.
Como hemos dicho, un desayuno saludable es aquel que aporta cerca de la cuarta parte de las calorías consumidas diariamente. El desayuno ideal se debe dividir en una toma a primera hora de la mañana y otra a media mañana, para repartir las calorías y mantener estables los niveles plasmáticos de glucosa.
Entre el desayuno y la ingesta de media mañana se deben incluir básicamente tres grupos de alimentos:
1-Fruta
Los expertos recomiendan ingerir un mínimo de cinco raciones de frutas y hortalizas al día, y qué mejor manera de seguir la norma que empezando por el desayuno. La fruta es rica en hidratos de carbono de absorción rápida, agua, minerales y fibra. Además, es una estupenda forma de proporcionar a nuestro organismo la dosis diaria de vitaminas que necesita, sobre todo de vitamina C.
Una excelente forma de consumirla es tomar zumo de naranja natural y recién exprimido para comenzar el día, ya que además del aporte de vitamina C, ayuda a regular nuestro intestino y refuerza las defensas de nuestro organismo. Eso sí, hemos de tener en cuenta que la fruta entera aporta una cantidad de fibra que no aporta el zumo.
2-Cereales:
Dentro de ellos están el pan, cereales de desayuno y las galletas.
El pan, sobre todo integral, es un alimento ideal y casi imprescindible en el desayuno debido a su alto contenido en hidratos de IG bajo, sales minerales y vitaminas del grupo B. Una opción muy saludable es añadirle un poco de aceite de oliva. A la hora de hacer tostadas, es mejor hacerlas con panes integrales que presenten el mayor contenido de granos intactos.
Son también fuente de fibra, un carbohidrato que los humanos no podemos digerir. ¿Por qué comer algo que de lo que no podemos sacar energía alguna? Porque nos ayuda a sentirnos llenos durante más tiempo, por lo que disminuyen las ganas de picotear, además de reducir los niveles de colesterol y el riesgo de infarto.
Los cereales de desayuno son muy aceptados por los más jóvenes y además de trigo, arroz, maíz y avena, llevan incorporados azúcares, miel, chocolate o caramelo. Una ración de las recomendadas por el fabricante suele cubrir una parte importante de las ingestas necesarias de vitaminas y minerales para un individuo sano y, dado que estos productos se suelen ingerir con leche, el alimento resultante es de gran valor nutricional.
3-Lácteos
Dentro de los lácteos están la leche, yogur, queso, cuajadas, etc.
Los productos lácteos aportan fundamentalmente proteínas y aseguran la cantidad diaria necesaria de calcio, una sustancia imprescindible para el crecimiento y el fortalecimiento de los huesos por lo que está especialmente indicada para los más pequeños y mayores de la casa. Durante los últimos tiempos se ha introducido también la soja, que a menudo se ingiere en sustitución de la leche, sobre todo en el caso de las dietas vegetarianas. La soja aporta también abundancia de proteínas.
Asimismo, los productos lácteos contienen vitamina A, D y vitaminas del grupo B. En caso de estar a dieta, se aconseja tomarlos desnatados o bajos en grasas.
Existen otros productos que pueden integrarse en un desayuno ideal. Por ejemplo, el aceite de oliva, uno de los ingredientes estrella de la dieta mediterránea y muy recomendable por su alto contenido en ácido oleico. Las virtudes derivadas de su ingesta tienen que ver con su contribución al colesterol “bueno”. Se puede tomar sobre una tostada con una loncha de jamón. La miel contribuye con el azúcar a endulzar la mañana y nos llena de vitalidad.
¿Y los huevos? Duros, fritos, revueltos,... ¿son buenos o malos para el desayuno? Un huevo tiene pocas calorías y sodio, proporciona más de 6 gramos de proteína y ayuda a mantener en forma las células. Pueden ayudar a mantener la mente despierta y los ojos sanos. El problema es que tienen bastante colesterol, lo que sin duda ha sido la causa de su mala reputación. En concreto, son las yemas lo que tiene mucho colesterol -unos 210 mg por yema aproximadamente-. Si uno tiene predisposición o sufre disfunciones cardiovasculares, diabetes o altos niveles de LDL (el "colesterol malo"), se recomienda mantener la ingesta de colesterol por debajo de los 200 mg, lo que supone eliminar los huevos de la dieta. En caso contrario, un huevo para desayunar puede ser una buena fuente de nutrientes para el día.
Ventajas de un buen desayuno
Cualquier persona que desayune adecuadamente tiene una serie de ventajas:
1) Mejora su estado nutritivo. Un buen desayuno ayuda a tener ingestas más altas de la mayor parte de los nutrientes que el organismo precisa a lo largo del día. Los niños y jóvenes que no desayunan suelen tener una dieta de peor calidad, mientras que quienes lo hacen adecuadamente, suelen hacer una dieta menos grasa, más rica en hidratos de carbono, fibra, vitaminas y minerales...
2) Controla mejor su peso. Curiosamente, la costumbre de no desayunar, o el hecho de realizar un desayuno deficiente, favorece la aparición de obesidad, y no la combate como piensa la inmensa mayoría de la gente. Estudios científicos han demostrado que la grasa corporal disminuye en ambos sexos al aumentar el porcentaje de calorías en el desayuno. Es fácil: tomar un desayuno nutritivo a primera hora de la mañana aporta suficientes proteínas, cereales y grasas saludables, por lo que el resto de la mañana disminuyen las ganas de picar entre horas.
3) Permite un mejor reparto de la energía. Además, el hecho de fraccionar las calorías diarias en 4 ó 5 tomas evita sobrecargar las comidas y permite un mejor reparto de la energía durante el día.
4) Reduce el riesgo de que aumente el colesterol. Un desayuno adecuado evita el picar entre horas, algo muy importante a la hora de controlar el peso, y reduce el riesgo de un aumento de colesterol y de déficits de vitaminas y minerales.
5) Mejora el rendimiento físico e intelectual. Si no se desayuna, el organismo pone en marcha una serie de mecanismos (descenso de la insulina y aumento de cortisol, catecolaminas...) para mantener los niveles de glucosa en sangre. Estos cambios hormonales pueden alterar o condicionar la conducta e influir negativamente en el rendimiento físico o intelectual.
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viernes, 23 de agosto de 2013
¿Qué guardan los camellos en sus jorobas?
Grasa.
Las jorobas no almacenan agua, sino grasa, que los animales utilizan como energía de reserva. El agua la guardan repartida por todo el cuerpo, especialmente en la corriente sanguínea, lo que les protege contra la deshidratación.
Los camellos pueden llegar a perder hasta el 40% de su peso antes de que comiencen a tener problemas de salud, y pueden pasar hasta siete días sin beber. Cuando lo hacen no se quedan cortos: pueden ingerir hasta 225 litros de una sola vez.
Aquí siguen unos cuantos datos interesantes de los camellos que no tienen nada que ver con sus jorobas.
Antes de que los elefantes consiguieran su gran reputación por su memoria, los antiguos griegos pensaban que eran los camellos los animales que nunca olvidaban.
Los sabuesos de caza persas –Salukis- acechaban desde los cuellos de los camellos, aguardando a que apareciera el ciervo, saltando entonces en su persecución. Un Saluki podía saltar hasta seis metros.
La famosa cita de los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas en la que se dice que “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un hombre rico entre en el reino de Dios”, es probablemente un error de traducción: la palabra aramea original “gamta”, que significa una cuerda basta, se confundió con “gamla”, camello. Aunque no tiene demasiado sentido, sirve de consuelo a los más acaudalados.
Estos iconos de los desiertos arábigos y africanos vienen en realidad de Norteamérica. . Como los caballos y los perros, los camellos evolucionaron en las extensas tierras de pasto de América hace 20 millones de años. En aquellos días se parecían más a jirafas y gacelas que a las jorobadas bestias de carga que hoy conocemos. No fue hasta unos 4 millones de años que cruzaron el estrecho de Bering hasta Asia. Se extinguieron en Norteamérica durante la última glaciación y, a diferencia de los caballos y los perros, no han regresado a ese continente.
No se sabe por qué las especies de camello americano se extinguieron. La explicación más verosímil es la del cambio climático. Más concretamente, dicho cambio pudo afectar al contenido de silicio de la hierba de la que se alimentaban. A medida que el clima americano se hacía más frío, el contenido de silicio del pasto se triplicó, endureciéndolo. Ello tuvo un efecto nefasto sobre los dientes de los rumiantes, y caballos y camellos acabaron muriendo de inanición, incapaces ya de masticar.
Hay también evidencias de que estas especies, ya muy debilitadas, vieron cortada su ruta de escape hacia Asia al desaparecer el brazo de tierra firme del estrecho de Bering hace 10.000 años. El ser humano terminó de exterminarlos.
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jueves, 22 de agosto de 2013
Los cristales en la Naturaleza
Los cristales son cuerpos cuyos átomos están dispuestos siguiendo un patrón de gran simetría que se repite. La comprensión y el manejo de la estructura interna de los cristales y del orden y de la simetría que éstos poseen son de gran utilidad: por ejemplo, para la creación de componentes electrónicos con cristales de silicio o para la fabricación de nuevos materiales y cerámicas.
Cuentan que mientras Johannes Kepler (1571-1630) paseaba por Praga en busca de un regalo de Navidad para su mecenas, el emperador, se le ocurrió la idea de obsequiarle con un tratado sobre la naturaleza de los copos de nieve. Corría el invierno de 1610. El resultado fue el estudio titulado Folicculi sexanguli villosis radiis –copos hexagonales provistos de pequeños núcleos radiales-, un estudio sobre la estructura cristalina hexagonal de los cristales de nieve.
El origen de la cristalografía como ciencia se sitúa unos años después del tratado de Kepler. En 1669, Nicolás Stensen (1638-1686), un médico danés hijo de herrero, constató una curiosa propiedad de los minerales: los ángulos entre caras equivalentes son iguales para distintos cristales de una misma especie mineral.
A lo largo del siglo XVIII, fueron numerosos los científicos dedicados a la nueva ciencia. Romé de l´Isle y Haüy (1743-1822), intrigados por la capacidad de los minerales para adoptar formas de poliedros regulares –aquellos cuyas caras son todas polígonos regulares iguales, es decir, aquellos cuyas caras son superficies limitadas por lados iguales y que forman ángulos iguales entre sí-, realizaron los primeros estudios serios sobre la naturaleza geométrica de los cristales y asentaron algunas de las leyes de la futura cristalografía.
El estudio de los cristales permaneció inmerso en la mineralogía hasta que, en el siglo XIX comenzó a formar parte de la física y la química. Fue entonces cuando se empezaron a investigar detalladamente las propiedades físicas, ópticas y químicas de los cristales.
En 1912, tuvo lugar el que tal vez haya sido el acontecimiento más relevante para la cristalografía: Max von Laue (1879-1960) descubrió y analizó la difracción de rayos X por los cristales. Al año siguiente William Lawrence Bragg (1890-1971) proporcionó la fórmula que explica el fenómeno: se inició así un vasto camino de investigación sobre la estructura interna de los sólidos en general, y de los cristales en particular. Podría decirse que gracias a la luz de los rayos X pudo comenzar a verse el interior de la materia.
Desde entonces, la cristalografía ha formado un cuerpo de doctrina dentro de la física del estado sólido, utilizando para su desarrollo las herramientas proporcionadas por la geometría, la química y la propia física.
Por definición, un cristal perfecto está formado por la yuxtaposición regular e indefinida de unidades estructurales idénticas. La existencia de estas unidades elementales se postuló por la intuición de que debería haber una causa microscópica que fuera origen de las propiedades de simetría macroscópica de los cristales.
Para construir un cristal perfecto, la Naturaleza toma, pues, un cierto esquema denominado “celda elemental” –por ejemplo, un cubo- y lo va repitiendo –indefinidamente en los cristales perfectos, pero hasta un cierto límite, claro está, en los cristales reales-. De esta manera, todo el sistema adquiere una gran simetría, la cual constituye la propiedad esencial de los cristales.
Falta ahora determinar qué es exactamente la celda elemental, es decir, en qué sentido una de tales celdas puede ser un cubo, un hexágono… Desde un punto de vista gráfico, la celda elemental es comparable a una malla en cuyos vértices se sitúan los átomos o moléculas constituyentes del material. Repitiendo esta malla se completa todo el cristal.
Físicamente, lo que ocurre es que los átomos que van a formar el cristal –átomos en un sentido general, es decir, que pueden ser también iones o moléculas- crean enlaces con sus semejantes. Por medio de estos enlaces, los átomos se sitúan en el lugar justo y se rodean del número justo de otros átomos para que la configuración resultante sea la de máximo equilibrio que, en los cristales, es de gran simetría.
Debido a su ordenación sistemática, existen en los cristales unos ciertos elementos de simetría: ejes de simetría –líneas alrededor de las cuales se pueden realizar determinadas variaciones que dejan, sin embargo, todo el cristal igual; son algo así como el eje polar de la Tierra, que es un eje de simetría para giros completos-, planos de simetría y centros de simetría –respectivamente, planos y puntos alrededor de los cuales se pueden realizar transformaciones que dejan invariable al cristal-.
Las combinaciones de los elementos de simetría cristalinos dejan sólo 32 clases posibles de estructuras cristalinas que se puedan formar. Reuniendo éstas en grupos, se clasifican todas las formas posibles de cristal en los denominados siete sistemas cristalinos. Son los siguientes:
-Sistema cúbico: Cubo, Rombododecaedro, Octaedro, Trapezoedro, Trioctaedro, Tetrahexaedro, Hexaoctaedro.
-Sistema tetragonal: Prisma tetragonal y Bipirámide tetragonal
-Sistema hexagonal: Bipirámide hexagonal y prisma hexagonal
-Sistema romboédrico: Romboedro y Prisma trigonal
-Sistema rómbico: Prisma rómbico y Bipirámide rómbica
-Sistema monoclínico: Paralelepípedo, Monoclínicos
-Sistema triclínico: Paralelepípedos triclínicos.
De los siete sistemas cristalinos, el primero, el cúbico, se dice que es isótropo, pues posee las mismas propiedades físicas en todas sus direcciones. El resto son anisótropos.
La anisotropía es una propiedad fundamental que tiene consecuencias curiosas e importantes. Considérese, por ejemplo, un cristal no cúbico al que hemos dado previamente forma esférica. Al calentarlo, el cristal se dilata, como era de esperar, pero no de una manera regular; de hecho, la esfera se va convirtiendo en una elipse. Ello es debido a que el cristal, por ser anisótropo, posee distinto valor de la constante de dilatación –aquella que mide con qué rapidez se dilata un cuerpo en una dirección- en un eje que en otro. Es decir, en la dirección del eje de mayor constante de dilatación, el cuerpo se estira más que en la otra, y así se convierte en una especie de balón de rugby lo que era una pelota redonda.
La anisotropía de los cristales no cúbicos se muestra también en su comportamiento ante la luz. La birrefringencia consiste en la división en dos de un rayo de luz que incide sobre un cristal anisótropo. Uno de ellos, el ordinario, se desvía como si el cristal fuera isótropo, mientras que el otro, el extraordinario, sigue unas leyes especiales. Estudiando dichos rayos se pueden averiguar muchas cosas sobre el tipo de cristal y su composición, lo cual es de gran utilidad, por ejemplo, en mineralogía.
Otras propiedades significativas de los cristales son: la piezoelectricidad- que permite controlar la frecuencia de los aparatos de radio- es la aparición de una carga eléctrica en la superficie de un cristal tras ejercer sobre él una determinada presión; el magnetismo, bien conocida propiedad de atracción y repulsión; y la piroelectricidad, aparición de cargas eléctricas, esta vez originadas por los cambios de temperatura.
Las propiedades especiales de unos tipos concretos de cristales, los cristales líquidos –sustancias a medio camino entre el estado sólido y el líquido-, se utilizan en las pantallas homónimas de relojes y calculadoras.
Realmente, y como casi todo en física, los cristales perfectos son en general sólo una aproximación, por otra parte muy útil, a los cristales reales. Es posible, sin embargo, la obtención de cristales perfectos de hasta varios centímetros cúbicos de tamaño en el laboratorio. Se usan, para ello, procesos como el de nucleización, por el que se crea un centro a partir del cual crece el cristal.
A las desviaciones de la estructura cristalina en un cristal se las denomina defectos cristalinos. Estos defectos pueden ser simples, como la ausencia de un átomo en su lugar en la red cristalina o vacante, o complejos, como la presencia en medio del cristal de otro material.
Los defectos son más la norma que la excepción en la naturaleza cristalina. Los defectos son, a pesar de lo que pueda parecer en principio, grandes aliados de la ingeniería y de la técnica. De nada serviría a la microelectrónica un cristal de silicio sin defectos: sus propiedades electrónicas se deben precisamente a la existencia de determinadas impurezas de arsénico y fósforo en su estructura. Algo semejante ocurre con los multiusos semiconductores.
De una utilización mucho más popular son los defectos de los halogenuros de plata, presentes en las placas fotográficas. En el proceso de impresión fotográfica convencional –no el digital, claro-, los fotones provenientes del objetivo de la cámara modifican los defectos presentes en la placa y crean la fotografía. También en los reactores nucleares se utiliza el control de los defectos de los materiales allí usados para producir la energía nuclear.
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miércoles, 21 de agosto de 2013
¿Por qué las lunas no tienen lunas?
Los astrónomos afirman casi con certeza que no hay lunas en las lunas de nuestro sistema solar. Pero ello no significa que sea físicamente imposible. Después de todo, la NASA ha lanzado con éxito naves espaciales en la órbita de nuestra luna, que arrojan luz sobre el funcionamiento de las leyes físicas.
Pero sigue pareciendo improbable. Aunque los astrónomos han localizado algunos asteroides con lunas, la presencia de un planeta padre dotado de una fuerte carga gravitatoria haría muy difícil que la luna pudiera controlar un satélite propio. Debería existir un amplio espacio entre la luna y su planeta. Orbitando lejos de éste, la luna quizá podría soportar un satélite propio.
Unas condiciones parecidas podrían darse en sistemas solares alejados del nuestro, pero mientras que se han detectado cientos de exoplanetas (es decir, alejados de nuestro sistema solar), van a transcurrir décadas hasta que puedan detectarse exolunas, y mucho menos lunas de exolunas. Nuestros actuales métodos de detección de planetas, como el de aprovechar el paso de uno de ellos por la trayectoria de una estrella, nos permiten divisar enromes planetas del tamaño de Júpiter, o planetas rocosos del tamaño de la Tierra, pero no sus lunas.
Incluso aunque los astrónomos no consiguieran detectar una luna con su correspondiente satélite, probablemente no duraría mucho. La fuerza de las mareas gravitatorias del planeta tendería a desestabilizar la órbita de la segunda luna, lanzándola fuera de ella. Una segunda luna es un fenómeno efímero.
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domingo, 18 de agosto de 2013
Tim Berners-Lee: el padre de Internet
Un caso insólito en el mundo de la ciencia y la tecnología: el científico que no quiso enriquecerse con sus descubrimientos y prefirió, sigue prefiriendo, compartir la propiedad de sus logros con toda la Humanidad.
No es que sea un caso único de altruismo, pero lo cierto es que este tipo de comportamiento escasea en el mundo de la alta tecnología –electrónica, informática, Internet-, tan propicia a generar enormes fortunas, tan juveniles como explosivas. Sin quitarle mérido alguno a los logros, tanto tecnológicos como económicos, de Bill Gates o Steve Jobs, parece indudable que la figura de Berners-Lee destaca, además de por sus innovaciones, también y sobre todo por su generosidad.
Berners-Lee nació en Londres, en 1955. Sus padres eran matemáticos en la Universidad de Manchester, y formaron parte del grupo pionero que fabricó uno de los primeros ordenadores electrónicos que salieron al mercado en los años cincuenta. Tim estudió física en Oxford y enseguida trabajó en una compañía privada dedicada a las telecomunicaciones, donde creó un software simplificado para impresoras. A los 25 años fue contratado como consultor por el CERN (Centro Europeo para la Investigación Nuclear), donde impulsó un proyecto basado en el concepto de hipertexto (texto marcado y sensible que redirecciona a otros textos u objetos), al que llamó ENQUIRE, capaz de conectar a los investigadores y permitirles compartir información actualizada. Al cabo de poco más de un año regresó a Inglaterra para trabajar en un proyecto de “llamada remota en tiempo real”, para una empresa de diseño por ordenador.
Pero aquel breve periodo pasado en el CERN le había abierto horizontes insospechados y consiguió regresar a Ginebra en 1984 –tenía solo 29 años-, esta vez contratado para profundizar en dos campos esenciales para los físicos: la intercomunicación en red para compartir datos en tiempo real, y el lenguaje capaz de comunicar un ordenador a otro mediante hipertexto a través de ciertas direcciones que los identifican.
En 1989, el CERN necesitaba, por la enorme complejidad de los datos que obtenían los científicos en sus experimentos y la necesidad de compartirlos con otros colegas en tiempo real y en el resto del mundo, algún sistema de intercomunicación eficaz y rápido. Berners-Lee llevaba ya tiempo pensando en unificar la rapidez de interconexión del lenguaje de hipertexto y el uso mismo de Internet. Y así fue como se le ocurrió crear los programas que originaron la hoy famosa World Wide Web, esa WWW que antecede a todas las direcciones de Internet que se usan en el mundo entero.
En realidad, lo que Berners-Lee consiguió fue agrupar tecnologías ya existentes: el hipertexto, Internet, los objetos con textos de múltiples fuentes, los diversos códigos de lenguaje…Fue una especie de cristalización generalizadora que agrupó todos esos sistemas de forma que pudieran ser utilizados universalmente. Y no solo por los científicos del CERN sino, en realidad, por cualquier persona que dispusiera de un ordenador con conexión a Internet.
La primera propuesta de la WWW fue preparada en marzo de 1989, pero estaba incompleta. Tim Berners-Lee, con la ayuda de un colega ingeniero, el belga Robert Cailliau, mejoró el sistema inicial y dio paso a lo que hoy conocemos como La Web. De hecho, en agosto de 1991 se puso en marcha el primer servidor, denominado Cern HTTPd (siglas de “Protocolo de Transferencia de HiperTexto”; en inglés, la “d” viene de daemon, “diabillo” que en informática es un subsistema que trabaja en la sombra realizando tareas rutinarias).
Aquel año de 1991 fue crucial para la historia de la Humanidad, no sólo por la puesta en marcha de la Web, sino porque Tim Berners-Lee había decidido no comercializar ni patentar su trabajo. Nadie pudo protestar por ello, por la sencilla razón de que él siempre puso al alcance de todos los investigadores del CERN –en realidad, de cualquier persona que accediese a la web- los códigos de interconexión. Sus estándares fueron públicos y gratuitos desde el principio. Si hubiesen sido patentados por una empresa, todo el mundo dependería de sus desarrollos para comunicarse por Internet, lo que no solo habría encarecido su uso sino que además habría impedido su universalización.
Berners-Lee lo tenía claro: para él, navegar por la red debería ser gratis para todo el mundo. Por eso, en pro de esa universalidad, creó el HTML (siglas inglesas de “Lenguaje de Marcado de HiperTexto”), que permite que dos ordenadores hablen el mismo idioma y puedan comunicarse y compartir documentos. También creó la URL (Uniform Resource Locator, “Localizador Uniforme de Recursos”), lo que hoy llamamos “dirección web”. Y, por supuesto, el ya citado protocolo HTTP que permite la transferencia de las comunicaciones a través de Internet.
Aquel primer servidor web del CERN de 1991 tuvo un éxito inmediato, y a los pocos meses ya había en el mundo una veintena de servidores más; en 1995 eran más de 200 y hoy son más de …¡600 millones!”.
La Web pública y gratuita ha hecho posible que cualquiera pueda utilizar Internet, y no sólo comunicando ordenadores entre sí, sino, como ahora ocurre, usando dispositivos móviles como los teléfonos inteligentes. También ha facilitado la interconexión a otras páginas de Internet con solo un clic en una palabra subrayada, permitiendo integrar en un solo documento el texto, la imagen y los enlaces a otros sitios web. Todo lo cual ha hecho explotar literalmente el mundo de la comunicación y ha fomentado la aparición de todo un universo de nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC). En realidad, ha supuesto el advenimiento de una nueva sociedad basada en la transmisión universal de imágenes, texto y sonido. El éxito de Google, YouTube o Facebook, el inmenso negocio de Apple o Microsoft, ¿hubieran sido lo mismo si Berners-Lee no hubiese inventado algo que luego ofreció gratuitamente a la Humanidad entera?
Pero este científico generoso y soñador sigue trabajando con una visión altruista de la sociedad del futuro. Al terminar su trabajo en el CERN, aceptó integrarse en el Laboratorio de Ciencia de la Computación (LCS) del MIT, en Massachussetts. Allí dirige desde 1995 el Consorcio W3C, que coordina el desarrollo de la WWW y que es gestionado conjuntamente por el Laboratorio de Computación e Inteligencia Artificial (CSAIL) del MIT, el Consorcio Europeo para la Investigación Informática y Matemática y la Universidad japonesa Keio. Cuenta con más de cuatro centenares de miembros en todo el mundo y elabora todas las normas técnicas de Internet, además de establecer los estándares para la Web y sus aplicaciones.
Berners-Lee sigue investigando, militando a favor de un acceso a Internet y a sus aplicaciones lo más abierto y gratuito posible. En ese sentido, es firme partidario de los sistemas como Linux, y por tanto contrario a los sistemas operativos cerrados de Microsoft y Apple. Su trabajo actual se enfrenta al problema de la red semántica, que debería permitir la búsqueda de información en numerosas bases de datos compatibles, de forma de los ordenadores pudieran manejarlas directamente. Esto haría que los resultados de una búsqueda fueran muy precisos, con una o muy pocas respuestas; no como ocurre ahora, que los buscadores ofrecen miles de respuestas a una búsqueda determinada, sin discriminar lo que vale de lo que no.
A nadie le extrañará que Berners-Lee no sea un hombre rico. Trabaja en un despacho pequeño; eso sí, en un centro investigador de excelencia; y confiesa que tiene un sueldo aceptable y que no necesita más. De hecho, su modestia es legendaria, y a pesar de los muchos honores –es miembro, por ejemplo, de la prestigiosa Royal Society británica, desde 2001- y premios recibidos, sigue prefiriendo su trabajo en el laboratorio y una vida familiar que mantiene rigurosamente alejada de los focos mediáticos.
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