Se dice que John Montagu (1718-1792), cuarto conde de Sandwich, un empedernido jugador de cartas, inventó el sandwich al ordenar a su cocinero –según la tradición, a las 6 de la madrugada del 6 de agosto de 1762- que le sirviera un bistec emparedado entre dos rebanadas de pan, para así no tener que interrumpir la partida que disputaba en aquel momento. Pero el apellido de este personaje, además de dar nombre al emparedado, también fue aplicado por el capitán James Cook a unas islas que descubrió en el Pacífico –y que, andando el tiempo, se rebautizarían Hawai-, en homenaje a quien había dirigido el Almirantazgo británico durante la revolución americana y, sobre todo, a quien había equipado sus buques.
Pero la figura humana de lord Sandwich estuvo algo por debajo de tales honores. Titular de su condado desde los 11 años y educado en las mejores escuelas inglesas –Eton y Cambridge-, fue nombrado sucesivamente ministro (dos veces), lord del sello Privado, administrador general de Correos y primer lord del Almirantazgo, pero su labor estuvo marcada por el desorden, la corrupción, el soborno y sobre todo, la incompetencia. Se cuenta incluso que la revolución americana podría haber acabado de otra manera si no hubiera mediado a favor de los insurrectos norteamericanos su impericia al mando del Almirantazgo británico
De este mismo lord Sándwich se cuenta una buena anécdota parlamentaria. Cierto día en que cruzaba improperios con John Wilkes, que en otro tiempo había sido su mejor amigo y compañero de casi todas sus juergas, pero con el que después mantuvo un enconado enfrentamiento político, dijo lord Sándwich: “Wilkes, usted morirá en el patíbulo o de sífilis”. Wilkes, famoso por su ingenio, le replicó suavemente: “Eso dependerá de si abrazo sus principios o a su querida”.
Y es que si su actividad pública fue un dechado de ineptitud y una continua piedra de escándalos, no lo fue menos su vida privada –que fue, por lo demás, más bien pública-. Famosas fueron sus andanzas con Margaret Reay, una plebeya de vida licenciosa a la que se unió cuando ella tenía 16 años y que, después de ser educada en París a expensas del lord, le dio cinco hijos en los veinte años que convivieron –Margaret moriría en 1779, asesinada por un pretendiente despechado-. También destacó lord Sandwich como activo participante en un club de orgías y misas negras llamado Club Fuego Infernal. No es extraño que muriera en 1792 amargado y totalmente desacreditado socialmente, y que su único legado perdurable sea el de haber dado nombre al emparedado.
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Pero la figura humana de lord Sandwich estuvo algo por debajo de tales honores. Titular de su condado desde los 11 años y educado en las mejores escuelas inglesas –Eton y Cambridge-, fue nombrado sucesivamente ministro (dos veces), lord del sello Privado, administrador general de Correos y primer lord del Almirantazgo, pero su labor estuvo marcada por el desorden, la corrupción, el soborno y sobre todo, la incompetencia. Se cuenta incluso que la revolución americana podría haber acabado de otra manera si no hubiera mediado a favor de los insurrectos norteamericanos su impericia al mando del Almirantazgo británico
De este mismo lord Sándwich se cuenta una buena anécdota parlamentaria. Cierto día en que cruzaba improperios con John Wilkes, que en otro tiempo había sido su mejor amigo y compañero de casi todas sus juergas, pero con el que después mantuvo un enconado enfrentamiento político, dijo lord Sándwich: “Wilkes, usted morirá en el patíbulo o de sífilis”. Wilkes, famoso por su ingenio, le replicó suavemente: “Eso dependerá de si abrazo sus principios o a su querida”.
Y es que si su actividad pública fue un dechado de ineptitud y una continua piedra de escándalos, no lo fue menos su vida privada –que fue, por lo demás, más bien pública-. Famosas fueron sus andanzas con Margaret Reay, una plebeya de vida licenciosa a la que se unió cuando ella tenía 16 años y que, después de ser educada en París a expensas del lord, le dio cinco hijos en los veinte años que convivieron –Margaret moriría en 1779, asesinada por un pretendiente despechado-. También destacó lord Sandwich como activo participante en un club de orgías y misas negras llamado Club Fuego Infernal. No es extraño que muriera en 1792 amargado y totalmente desacreditado socialmente, y que su único legado perdurable sea el de haber dado nombre al emparedado.
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