viernes, 7 de junio de 2013
¿De dónde vienen los diamantes?
De los volcanes. Todos los diamantes se han formado bajo condiciones de inmensa temperatura y presión en el interior de la Tierra y han sido empujados hasta la superficie en erupciones volcánicas.
Se forman entre 160 y 480 km de profundidad. La mayoría se encuentran en el interior de una roca volcánica llamada Kimberlita y se extraen en minas abiertas localizadas en zonas donde todavía existe actividad volcánica. Cualquier diamante que se encuentre suelto es porque ha sido arrastrado por el agua o los movimientos geológicos lejos de su lugar de “nacimiento” al haber quedado la kimberlita que lo rodeaba disgregada por los agentes erosivos.
Hay veinte países productores de diamantes. Sudáfrica es ahora el quinto productor del mundo después de Australia, la República Democrática del Congo, Botswana y Rusia.
Los diamantes están hechos de carbono puro. De carbono está hecho también el grafito, que forma la punta de nuestros lapiceros. Pero en uno y otro caso los átomos se ordenan de forma diferente. El diamante es una de las sustancias más duras que produce la naturaleza, situándose en el 10 de la escala de dureza de Mohs. Curiosamente, el grafito es uno de los más blandos, encontrándose en el nivel 1 de esa misma escala, solo más duro que el polvo de talco.
El diamante más grande que se ha encontrado tiene una longitud de 4.000 m y varios miles de millones de quilates. Se halla justo encima de Australia, a ocho años luz de distancia, dentro de la estrella “Lucy”, en la constelación de Centauro. “Lucy” recibió su nombre de la clásica canción de los Beatles, “Lucy in the Sky with Diamonds”, pero su auténtica denominación científica es más aburrida: enana blanca BPM 37093.
Los diamantes fueron las sustancias más duras conocidas hasta que en agosto de 2005, científicos alemanes consiguieron crear en el laboratorio una más dura aún. Se llama agregados de nanobarras de diamante o ADNR, fabricado a base de comprimir y calentar moléculas de carbono superfuertes a 2.226 ºC. Cada una de estas moléculas comprende sesenta átomos que se interrelacionan en formas pentagonales o hexagonales. El ADNR es tan duro que raya el diamante sin esfuerzo.
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