La agricultura, junto con la ganadería, la dedicación productiva más antigua de la Humanidad, está hoy en día intensamente influida por las ciencias y la industria. La cada vez mayor demanda mundial de alimentos, así como el descenso de la población rural obligan a la agricultura a tecnificarse y a especializarse con rapidez.
En los primeros estadios de la historia humana, los alimentos eran libremente obtenidos de la

Poco a poco, el ser humano fue seleccionando las especies que iba a cultivar y acostumbrándose a preparar la tierra antes de la siembra. Las técnicas agrícolas comenzaron a evolucionar.
Civilización humana y desarrollo agrícola son dos conceptos íntimamente relacionados. Todas las civilizaciones antiguas se fundaron en valles y cuencas muy fértiles. Por ejemplo, la egipcia, que se fundó en la ribera del Nilo gracias al potencial agrícola de la zona.

Las técnicas agrarias romanas fueron las empleadas también durante la Edad Media, cuando el

Los productos obtenidos se dedicaban por completo al autoconsumo, y los señoríos, en consecuencia, autoabastecían a sus pobladores. A pesar de que, desde los monasterios, donde se guardaban tratados agrícolas romanos, se intentaron implantar técnicas agrícolas más eficaces, lo cierto es que la tentativa no fraguó y la producción agrícola medieval era más bien pobre.
Los cambios tendentes a aumentar la producción vinieron precedidos del lento hundimiento del sistema feudal.
Uno de los primeros motivos de la caída de este sistema fue la Peste Negra que, al diezmar la población campesina, permitió aumentar la cantidad de terreno para los supervivientes. Además, el aumento de la demanda de la lana hizo que muchos de los terrenos señoriales se convirtieran en simples pastos para ovejas. El dinero excedentario permitió a los siervos de la gleba comprar su libertad y las tierras donde trabajaban, y ganar así su nueva condición de propietarios.
El desarrollo demográfico de las ciudades aumentó bruscamente la demanda de artículos del campo. Éstos y otros motivos produjeron la concentración de tierras en manos de los agricultores y una necesidad de incrementar la producción.
Esta situación se agravaría con el advenimiento de la Revolución Industrial en el siglo XIX. La consecuencia directa de estos cambios fue una mejora radical de las técnicas agrícolas. Entonces

Inglaterra fue el país que más rápido y mejor aprovechó esta revolución agrícola. En el siglo XVII, comenzó a exportar su excedente de trigo, actividad poco común en la época. Cuando esta exportación cesó, ello se debió al aumento del consumo interno y no tanto al descenso productivo. No obstante, en el año 1800, la producción de trigo se había duplicado respecto a la media de la Edad Media y, en 1870, se había triplicado. El motivo de este éxito productivo era, fundamentalmente, la concentración de tierras, que favorecía la iniciativa privada tendente a aumentar la producción mediante el desarrollo de técnicas agrarias cada día más perfeccionadas.
La Revolución Francesa parceló y vendió a los campesinos las tierras de los señores. En Europa,

De esta época posterior a la revolución datan algunos de los avances más importantes en la tecnología agrícola: la diversificación de cultivos, el empleo de abonos artificiales, el arado en profundidad, la intensificación de cultivos como la remolacha azucarera o la patata –que emanciparían a Europa de las colonias americanas-, el inicio de la agricultura especializada, etcétera.

Por otro lado, el descenso de precios en el mercado obligó a economizar gastos y rentabilizar al

También han proliferado nuevas técnicas de labranza. Así, la labranza con recubrimiento o la labranza-sembrado son técnicas que eliminan el arado previo propio de las técnicas tradicionales. La técnica de la no-labranza o labranza cero es una práctica de cultivo en hilera basada en un método de pulverizado-plantado-recolección que da excelentes

En lo referente a la protección de los cultivos, los avances también han sido importantes. La fumigación aérea con insecticidas cada vez menos dañinos para la planta o la lucha biológica contra los insectos mediante la multiplicación controlada de especies depredadoras son ya técnicas muy comunes. La termoterapia o tratamiento por calor de las plantas se ha mostrado también muy útil en la prevención de enfermedades víricas. La lucha contra las heladas se realiza a menudo con técnicas basadas en sistemas de calefacción artificial o con ventiladores elevados.
Frente a todas estas nuevas técnicas agrícolas artificiales surgen voces discordantes que advierten que

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