La arquitectura moderna de los rascacielos, que tan acostumbrados estamos a ver en nuestros días, encuentra su desarrollo a lo largo de todo el siglo XX. Pero todos estos edificios surgieron tras un largo y difícil proceso de experimentación que comenzó a finales del siglo XIX con la denominada Escuela de Chicago, y que aún ahora, a comienzos del siglo XXI, parece continuar.
La arquitectura moderna comienza a formularse a finales del siglo XIX y principios del XX como

Con esta motivación, comenzó una serie de discusiones teóricas acerca de cómo debía ser la nueva arquitectura. Había que basarse en los métodos existentes y doblegarse a las exigencias de la función del edificio; sus formas debían ser depuradas, eliminando todos los restos de lo histórico, y, además, debía reflejar los adelantos humanos y resolver las nuevas situaciones creadas por la industrialización.
Fue en este clima de debate en el que nació el denominado en un principio edificio en altura, lo que hoy se conoce como rascacielos. Si se tuviera que definir estas nuevas construcciones, se haría con tres características esenciales: el edificio en altura es aquel que tiene ascensor, estructura metálica de más de tres pisos y sistema anti-incendio.

Antiguamente, los edificios se levantaban a partir de una estructura de madera y un recubrimiento

El uso del hierro constituyó uno de los elementos más innovadores de la nueva arquitectura traída con la revolución industrial. Se habían descubierto ya las ventajas del uso del hierro en la arquitectura, puesto que incluso pequeños elementos de hierro eran capaces de sostener la misma carga que un pilar de piedra, de manera que el edificio podía crecer en altura sin miedo a su derrumbamiento. Así se había demostrado con la Torre Eiffel, un prodigio arquitectónico realizado por entero en hierro.

La confluencia de todas estas novedades constructivas determinó la creación de edificios cada vez con una mayor altura. Los pisos se multiplicaban gracias al empleo de la estructura metálica, que sostenía el peso de los muros, a la vez que permitía que se abrieran vanos. Lógicamente, estos edificios no tenían ningún sentido sin un ascensor que permitiera el acceso a las plantas superiores. Y junto a esto, el nuevo sistema anti-incendio permitiría, mediante la utilización de materiales incombustibles, la eliminación de casi todo riesgo de incendio, que era muy alto en los edificios realizados en madera.
Chicago fue el lugar donde se plasmaron primero estas novedades constructivas. Tras su fundación en

Inmediatamente comenzó la reconstrucción de la ciudad. A partir de los años 80, los edificios comenzaron a sobresalir en altura, a partir de cinco pisos, buscando su rentabilidad. Los edificios en altura significaban el nacimiento de un nuevo vocabulario y una nueva estética y, por lo tanto, de una nueva imagen urbana. Esto marcó la eclosión arquitectónica de la ciudad y el establecimiento de la denominada Escuela de Chicago, constituida por una serie de innovadores arquitectos que emplearon en sus construcciones todas las novedades a su alcance.

La primera generación de arquitectos de Chicago fue la encargada de aplicar en sus edificios todas estas novedades, desarrollando los nuevos sistemas y mejorándolos. Chicago se convirtió en el centro de experimentación de los nuevos edificios en altura. Junto a Le Baron Jenney, Henri Hobson

Otro arquitecto innovador fue Louis Sullivan, que se planteó que la característica constitucional de un rascacielos radicaba en la existencia de muchos pisos iguales. De hecho, prescindiendo de uno o dos pisos inferiores y del último, los pisos intermedios eran tantos que no se podían diferenciar. El reto estaba, por lo tanto, en la superación del ritmo repetitivo de los pisos. Para solucionar este

Durante el periodo de prosperidad económica que se extendió entre la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1929, la producción de edificios fue muy intensa y las ciudades americanas cambiaron de aspecto. La actividad de la ciudad se concentraba en el centro, y alrededor de él se situaban los barrios residenciales, que servían como lugar de ocio y descanso de sus habitantes. Fue en el centro de las ciudades donde se condensó la construcción de los rascacielos, edificios derivados de los antiguos tipos de edificios comerciales planteados en Chicago.
El problema que se les presentó a todos los arquitectos a la hora de construir rascacielos derivaba del

En esta época fue Nueva York, cada vez más rica y próspera, la que recogió el testigo de Chicago en cuanto a la construcción de rascacielos. El deseo de tener las oficinas en el barrio bancario y el afán de propaganda de las grandes empresas de la ciudad hicieron que, a principios del siglo XX, las edificaciones comenzasen a multiplicar su número de plantas. Gracias al empleo del hierro a gran escala, al hormigón armado, al vidrio y a la peña viva del subsuelo de Manhattan –la parte central de la ciudad-, los arquitectos neoyorquinos pudieron elevar sin temor gigantescos edificios. Y también, gracias a la electricidad, pudieron iluminarlos y hacerlos accesibles con los ascensores.

El edificio Flatiron (1900) tenía sólo 20 plantas, pero presentaba una estructura curiosa en forma triangular –como la de una plancha, como reza su nombre-, debida a que estaba situado en la intersección de dos calles. El Woolworth Building (1908), obra de Cass Gilbert, con 45 plantas y 140 metros de altura, se convirtió en el edificio más alto del mundo cuando fue erigido en un estilo neogótico. Igualmente con un estilo gótico se construyó en 1922 el edificio del diario Chicago Tribune, un proyecto a cuyo concurso se presentaron las ideas más innovadoras del momento, pero que optó por la vuelta a lo clásico.
En los años veinte y treinta del siglo XX, los rascacielos se comenzaron a decorar buscando un estilo

En 1931, la altura del Woolworth fue ampliamente superada con la construcción del Empire State Building, diseñado por la firma de arquitectos Shreve, Lamb & Harmon Associates. Con sus más de 380 metros y 102 pisos, se convirtió en el edificio más alto del mundo y en el más emblemático de la ciudad. Desprovisto ya de los elementos neogóticos, su enorme estructura retranqueada se remató más adelante en la parte superior con un observatorio y una antena de telecomunicaciones.

En 1938, el arquitecto fue llamado a EEUU como profesor de arquitectura. Todas sus ideas arquitectónicas las llevaría a cabo en la ciudad de Chicago, donde realizó el edificio de apartamentos de Lake Shore Drive (1951), con una estructura de acero cubierta por paredes uniformes de cristal, donde todo depende de unas pensadísimas proporciones.
En 1959, realizaría su rascacielos más importante en Nueva York, el Seagram Building. El edificio

En los años inmediatos a la posguerra se buscó una cierta renovación en los rascacielos, siendo preciso encontrar una tipología distinta de la de los grandes edificios de oficinas en forma de torre. El primer intento se produjo en la construcción de las sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Para ello se nombró en 1947 una comisión consultiva de varios países, en la que figuraba el francés Le Corbusier,

A partir de 1945, los rascacielos se caracterizaron por el eclecticismo de formas, sin una tipología

En 1973, el Empire State Building sería desbancado como edificio más alto de Nueva York por las dos torres gemelas de World Trade Centre. El arquitecto Yamasaki ideó la construcción de dos

La constante innovación es también la característica principal de los rascacielos construidos hoy en día. Se busca sacar el mayor partido de los materiales y la tecnología, que se encuentra en continua evolución. Se busca lo nuevo, lo nunca antes realizado, por eso no hay terreno para la repetición. Actualmente, los rascacielos pueden encontrarse no sólo en Nueva York o Chicago, sino en la mayoría de las ciudades desarrolladas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario