Desde los primeros siglos de la era cristiana, el viernes se ha percibido siempre como un día nefasto enlutado en la tradición cristiana por la muerte de Jesús. El peso creciente de la religión dominante y la incursión de la Iglesia en los engranajes de la vida social han contribuido enormemente a confirmar la connotación lúgubre de este sombrío viernes a lo largo de la Edad Media.
Con el paso del tiempo, el gafe se ha unido a esta despreciable jornada. La creencia popular le culpa de todos los males: ese día Dios expulsó a Adán y Eva del Paraíso, Caín mató a Abel, Herodes masacró a los inocentes y fue decapitado san Juan Bautista. Y por si todo esto no bastara (a no ser que se haya querido desembarazar de los peores acontecimientos eligiendo un día irrecuperable), también se atribuyeron a un viernes el principio del diluvio universal, la muerte de Moisés, del rey David y de la Virgen María y la lapidación de san Esteban. Y los anglosajones ejecutaban los viernes a los condenados, por lo que este día pasó a llamarse “el día de los ahorcados”.
En un periodo enraizado en la superstición y ahogado por la capa de la religión, cualquiera

¿Y el número 13? Este número sigue al 12, que expresa plenitud y perfección. El 13 marca, pues, la ruptura con lo sagrado y refleja la noción de muerte y final. Claro, y en referencia a la Biblia, personifica al traidor, al apóstol que, tras la última cena que Jesús celebró con sus discípulos, le entregó: Judas. Juzgado y condenado Jesús a morir en la cruz, la sentencia se cumplió al día siguiente: un viernes.

Así pues, asociar el poder maléfico del viernes con el del 13, ¡qué terrible maleficio! Bueno, ya no tanto. El encarnizamiento consistente en machacar a uno con tanto odio, da de repente a esa unión un risueño renacer. El exceso de celo por identificar esos dos elementos con la mala suerte ha llevado finalmente a una espcie de atractivo, y esa inversión de la tendencia desemboca sencillamente en un viernes y 13….que trae suerte.
Sucede que otra religión dominante, la del marketing y el comercio reunidos, ha tomado el testigo sin

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