La creación de una máquina pensante, operante y hablante ha sido siempre una vieja ambición del hombre. Las leyendas y la misma historia así lo corroboran. Sembradas de oráculos, artilugios, autómatas y monstruos dotados de propiedades maravillosas para resolver todo tipo de problemas…, reflejan la eterna obsesión de los investigadores por desentrañar los misterios de la mente humana.
Ya tenemos ordenadores que pueden jugar una partida de ajedrez o realizar cálculos matemáticos


En una habitación, hay un grupo de personas constituido en jurado competente; en la estancia

Desde 1992 se viene manteniendo una competición anual para conceder un premio al programa informático que engañe a la mayoría de los jueces. Los jueces mantienen conversaciones a través de terminales de ordenador tanto con seres humanos como con los programas competidores sobre temas tales como “Mascotas” y “Malos matrimonios”. Una táctica que parece ayudar a que un programa de ordenador engañe a los jueces consiste en evadirse de cuestiones específicas con bromas.
El matemático británico Alan Mathison Turing (1912-1954) fue el inventor de este experimento que

En el verano de 1956, una decena de jóvenes científicos se reunió para discutir una proposición según la cual: “Podemos describir cualquier aspecto del aprendizaje o de cualquier otro rasgo de la inteligencia con toda precisión y hacer que una máquina lo simule”. Marvin Minsky, John McCarthy, Allen Newell, Herbert Simon y sus respectivos estudiantes fueron los primeros en crear una comunidad intelectual en torno a la Inteligencia Artificial y en lanzar, por tanto, la idea de que la inteligencia humana se podía programar.

Pero, en esos momentos, programar un ordenador resultaba harto laborioso, por lo que el trío de


A pesar de todo, se suele decir que esta conferencia marcó el nacimiento de la nueva ciencia y, durante las dos décadas siguientes, casi todos los avances significativos en IA procedieron de los miembros fundadores del grupo o de sus discípulos. Finalmente, otro de los objetivos del encuentro, dar nombre a la nueva disciplina, fue asumido por John McCarthy, principal organizador, que convenció a la mayoría de apoyar la expresión “Inteligencia Artificial”, concepto que facilitaría la definición de sus límites y de su identidad.
Pero si bien la conferencia no fue un gran éxito, a partir de ella el intercambio de ideas fue continuo y

Inspirado en el IPL de Simon, Newell y Shaw, el LISP era un lenguaje de programación de alto nivel en el que la mayor parte de sus expresiones estaba compuesta de palabras inglesas y por el cual, mediante una frase, se podía ordenar a la computadora la ejecución de una o varias operaciones. Era, además, un lenguaje de procesamiento de listas. Éste fue adoptado rápidamente como el lenguaje de programación de los investigadores de IA. Pero McCarthy iba más lejos y, en un artículo de 1958 titulado “Programas con Sentido común”, escribió: “Nuestro objetivo último consiste en construir programas que aprendan de su experiencia tan eficazmente como los humanos”.

A finales de los setenta, la IA había adquirido la categoría de disciplina científica y su base teórica era lo suficientemente sólida como para resistir los ataques de sus detractores. Sin embargo, desde el punto de vista práctico, no se estaba más cerca de la máquina inteligente que en los sesenta. Los ochenta, sin embargo, estarían marcados por la expansión y el nacimiento de la IA como industria, gracias al considerable aumento de las inversiones y al apoyo por parte de la publicidad y los medios de comunicación, que propiciaron la desmitificación de la tecnología. Sin embargo, esta década sería recordada como una especie de montaña rusa, debido a la existencia simultánea de éxitos y fracasos en la carrera de los distintos laboratorios por la consecución de una máquina inteligente.
Un concepto básico de la IA es la representación. ¿Cómo se representa en la mente (o el ordenador)


Pero, apostando por la evolución y perfeccionamiento futuros de la IA, cuando las máquinas estén

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