A principios del siglo VII tuvo lugar una reordenación de los cantos litúrgicos que en los siguientes siglos se impuso sobre las otras tradiciones occidentales y marcó el posterior desarrollo de la música. La verdadera intervención del papa Gregorio I en esta reforma no está clara. Según la leyenda medieval, el papa envió misioneros a buscar melodías nuevas diciendo: “¿Por qué el demonio ha de tener todas las buenas canciones?”.
Lo que hoy llamamos canto gregoriano –y también canto llano (cantus planus), música plana, cantinela, cantus ecclesiasticus o Carmen gregorianum- es sólo una más de las muchas tradiciones que, desde las primeras comunidades cristianas, evolucionaron en distintos lugares del mundo. Aunque herederas comunes de la liturgia judía, cada una desarrolló unas características propias: en Milán nació el llamado canto ambrosiano; en España, el repertorio conocido como mozárabe, y en Francia, el galicano. El que se practicaba en Roma es conocido hoy como antiguo romano y fue la base de lo que durante muchos siglos sería la música religiosa de Occidente.
Aunque lleve su nombre, los musicólogos coinciden en negar que el papa Gregorio I (540-604)

El problema fundamental al que se enfrenta el musicólogo al estudiar el canto gregoriano es la

La necesidad de un sistema mnemónico tuvo una doble consecuencia: el desarrollo melódico y la creación de los primeros signos que, escritos sobre el texto, ayudaban a recordar el perfil de la música. En la melodía, esta necesidad favoreció que se aplicasen determinadas formas fijas, giros melódicos correspondientes a sílabas, palabras o frases enteras –por ejemplo, las fórmulas que, en la misa, preceden al Gloria (Gloria in excelsis Deo) y al Credo (Credo in unum Deo).

Las melodías gregorianas se clasifican en tres grupos: la más sencilla y clara es la que asigna una

Par seguir una melodía gregoriana es necesario entender el texto; saber, no sólo de qué está hablando, sino en qué momento de la frase se encuentra. Sus periodos siguen todos un mismo esquema: describen como un arco –ascendente y descendente- y, en general, mantienen características –ritmo, intervalos, entonación- próximas a las del lenguaje hablado. Esta puesta al servicio del texto hizo que al principio las ornamentaciones melismáticas se colocaran sólo en lugares que no oscurecieran el sentido, bien conocido por todos –los kyrie o los aleluya-, o en la última palabra. Con el tiempo, de camino hacia lo que sería la polifonía, el melisma se colocaría en cualquier parte.

El versículo de los salmos está compuesto de dos partes; la melodía recrea esta estructura: el cantante entona un motivo en la primera parte del versículo y es respondido o completado en la segunda parte. Hay tres formas de salmodia: la de responsorio –el coro contesta con un estribillo (respuesta o responsorio) a los versículos cantados por el solista-; la salmodia directa –carece de estribillo-; y la salmodia antifonal –el coro se divide en dos grupos que se alternan en el canto-.
Las composiciones estróficas se dan cuando la melodía se repite en cada estrofa (himnos) o bien una

Formas menos definidas musicalmente y más dependientes del carácter dramático son las composiciones basadas en monólogos y diálogos. Los monólogos los cantan el propio celebrante o los demás religiosos, y los diálogos son interpr3tados por los religiosos y los fieles.
En el cuarto grupo está la composición comática, esto es: dividida en versos cortos. A este tipo de composición pertenecen los cantos del oficio y de la misa que no tienen una estructura estrófica o salmódica. Se centran en la acentuación de las palabras individuales, no en la estructura de los versos.

El gregoriano no desapareció inmediatamente con el desarrollo de las nuevas formas de los siglos X y XI, sino que estaba implícito en ellas –estilo y expresividad de las melodías, intervalos, desarrollos melismáticos…-. No fue una ruptura. En las composiciones de los siglos siguientes, el antiguo canto llano convivió con las novedades, ya fuera insertado en medio de las composiciones recientes, ya fuera porque los compositores se basaban en los temas gregorianos para crear sus obras. Pero la separación entre la creación y la antigua monodia era inevitable. La Iglesia, a finales del siglo XVI, preocupada por la degeneración del canto, encargó al maestro Palestrina que lo revisara, mas el músico murió antes siquiera de comenzar el encargo.
El gregoriano perdió fuerza en los siglos siguientes, en gran parte debido a copias corruptas de los

El canto gregoriano no es algo cerrado o terminado. No lo sabemos todo. Hay muchas maneras de interpretarlo y los sucesivos avances en la investigación le convierten en una fuente de novedades como las que proporciona cualquier autor, si no vivo, sí con una gran cantidad de material inédito.
Leer Mas...