miércoles, 16 de mayo de 2012

¿Cómo transportan los árboles el agua desde las raíces a las hojas más altas?



Una vez en el interior de las células de las raíces, el agua penetra en el sistema de células interconectadas que forman la madera del árbol y que se extienden desde las raíces hasta las hojas a través del tronco y las ramas. El tejido leñoso recibe el nombre científico de “xilema” y está formado por varios tipos distintos de células. Las células que transportan agua (junto con nutrientes minerales disueltos) son alargadas y estrechas y ya no están vivas cuando sirven a esta labor. Algunas de ellas poseen cavidades abiertas en los extremos inferior y superior y se acoplan unas a otras más o menos como las tuberías de hormigón. Todas cuentan con orificios en las paredes celulares que permiten el paso del agua. El agua se desliza de una célula a otra cuando impera una presión distinta en cada una de ellas.

Como se trata de células muertas, no pueden participar de forma activa en el bombeo del agua. Cabría pensar que las células vivas de las raíces generaran altas presiones en las células vivas de la raíz, y, en cierta medida, este proceso sí se da. Pero la experiencia dice que el agua en el interior de la madera no está sujeta a presiones positivas, sino a presiones negativas o succión. Para convencernos de esto pensemos qué sucede cuando se corta un árbol o cuando se perfora el tronco. Si la presión en el tronco fuera positiva, de él tendría que salir un chorro de agua, lo cual ocurre raras veces.

En realidad, la succión existente en el interior de las células que transportan el agua surge por la evaporación de las moléculas de agua a través de las hojas. Cada molécula de agua tiene partes con carga eléctrica positiva y negativa. De ahí que las moléculas de agua tiendan a unirse unas a otras; esta adhesión explica que el agua forme gotitas circulares sobre superficies lisas en lugar de esparcirse y crear una película completamente plana. Cuando una molécula de agua se evapora a través de un poro de una hoja, ejerce un pequeño empuje en las moléculas de agua adyacentes que reduce la presión en las células conductoras de agua que tiene la hoja y atrae agua de las células contiguas. Este circuito de moléculas de agua se extiende por todo el trayecto que va desde las hojas hasta las raíces del suelo.

Por tanto, la respuesta más sencilla sería que lo logra la energía solar: el calor del Sol evapora el agua y pone en marcha el circuito del agua.

lunes, 14 de mayo de 2012

¿Las mujeres sienten el frío antes que los hombres o es sólo un prejuicio?

No, de hecho, las mujeres soportan menos el frío que los hombres. La culpable de ello es la distinta estructura del organismo. Las mujeres poseen menos cantidad de músculo y una parte más elevada de grasa. La proporción muscular (en los hombres es de aproximadamente el 40% y en las mujeres el 25%) se ocupa de la contracción, incluso cuando se permanece en estado pasivo. Son ellos, los músculos, los responsables de la producción de calor mientras que la grasa sólo puede almacenarlo. A ello se añade que las mujeres poseen una epidermis más fina que los hombres.

Si los sensores de temperatura en la piel perciben frío, los vasos sanguíneos se contraen, y eso ocurre con mayor rapidez en una piel fina que en una más gruesa. Se reduce el riego sanguíneo y disminuye también la pérdida de calor, la diferencia entre la temperatura de la capa exterior de la piel y del interior del cuerpo se eleva, de modo que las mujeres perciben antes la situación de frío. La superficie de la piel de una mujer puede llegar a ser 3ºC más fría que la de un hombre. Esto puede ser el motivo por el que la sensación de temperatura estimada desde un punto de vista femenino puede llegar a ser 3ºC menor que la apreciada por un hombre.
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sábado, 12 de mayo de 2012

Siva, Parvati y Durga

Siva es el segundo dios de la Trimurti o tríada de dioses hindúes y a menudo se alude a él como “el destructor”. Ese poder de destruir está equilibrado por su capacidad creadora, de la misma forma que su salvaje danza se complementa por su afición a la meditación y su rápido juicio se atempera con la piedad. Siva siempre tuvo un gran poder, pero gracias a un engaño, aumentó sus propias capacidades.

Un grupo de demonios hambrientos de poder convencieron a Brahma para que les cediera tres de los más sólidos castillos que jamás se hubieron construido. Sólo podían ser tomados por un dios que usara una sola flecha. Una vez que los demonios se instalaron en las fortalezas, los dioses se dieron cuenta de que ninguno de ellos tenía una flecha lo suficientemente poderosa como para destruir tres castillos. Los demonios también lo sabían y pronto comenzaron a atacar a los dioses. Siva, el destructor, era el más fuerte de los dioses así que todos se volvieron hacia él pidiéndole su ayuda. Les ofreció prestarles la mitad de toda su fuerza, pero aquello no funcionó: para que diera resultado, la fuerza debía equilibrarse con el control y ninguno tenía tal habilidad.




Así que Siva ingenió otro plan. Si los dioses combinaban sus respectivas fuerzas y le cedían la mitad, él se haría mucho más fuerte. Podría utilizar ese poder para combinarlo con su propia habilidad y derrotar a los demonios. Los dioses accedieron y Siva concentró todo aquel inmenso poder en una sola flecha que, al dispararla, aniquiló al enemigo. Cuando finalizó la guerra, los dioses le pidieron a Siva que les devolviese sus poderes, pero éste se negó y ya nadie estaba en condiciones de enfrentarse con él. Siva se había convertido en el más poderoso de los dioses, condición que ha conservado desde entonces.

Uno de los mitos más famosos protagonizados por Siva cuenta la rivalidad del dios con la familia de
Brahma. El conflicto comenzó cuando Siva cortó una de las cabezas de Brahma y fue expulsado del cielo. Se dedicó entonces a causar problemas al hijo de Brahma, Daksha. Éste había organizado una fiesta de compromiso para su hija Sati, pero Siva no fue invitado. Durante la celebración, Daksha le pidió a Sati que eligiera al que sería su prometido de entre los dioses reunidos arrojando al aire una guirnalda. El que la cogiera sería su futuro esposo. Pero en el momento en que las flores estaban en el aire, Siva apareció de pronto y se hizo con ellas, así que ambos tuvieron que casarse ante el enfado de Daksha.

El odio entre Siva y Daksha entristeció a Sati hasta tal punto que acabó arrojándose a una pira sacrificial. Siva culpó a Daksha por su muerte y le atacó enfurecido, cortándole la cabeza. Entonces envió a unos demonios al cielo para que encontraran el cuerpo de Sati y se lo llevaran. Siva, profundamente apenado por la muerte de su esposa, bailó entonces el Tandav –la danza de la muerte- con su cadáver con la intención de poner fin anticipado a todo el cosmos.

Los dioses se alarmaron ante su próximo final y cuando Vishnu (el preservador) observó lo que estaba ocurriendo, intervino. Resucitó a Sati en la encarnación de Parvati, una diosa aún más bella de lo que había sido la propia Sati, además de convertirla en la esposa perfecta. Su ira y angustia aplacadas, Siva devolvió a la vida al padre de ella, Daksha, pero no pudo encontrar su cabeza –robada por unos demonios-, así que echó mano de la cabeza que encontró más a mano: una cabra. Como se puede imaginar, esto no contribuyó precisamente a predisponer favorablemente a Daksha hacia Siva y ambos continuaron siendo enemigos.

De igual forma que muchos dioses hindúes son aspectos de una sola entidad, Brahma, todas las diosas se
reúnen en una figura, la Gran Diosa Devi. De sus muchas facetas, las más conocida es la serena diosa madre Uma o la brillante Jagadgauri (“luz del mundo”). También simboliza el río más sagrado de la India en su faceta de Ganga, bendiciendo a todos los que se bañan en sus aguas. Como esposa de Brahma, se la conoce como Sarasvati, inventora del sánscrito y diosa de las artes y la lengua. Otra forma muy querida es la de Lakshmni, divinidad de la buena suerte. Pero quizá la más popular es la de Parvati, esposa de Siva, la diosa que con su dulce naturaleza compensa el poder destructivo de su marido aportando paz y armonía al mundo.

Ya hemos visto que Parvati es la reencarnación de la difunta Sati, primera esposa de Siva. La relación de la pareja no fue siempre fácil porque el genio de Siva y el espíritu juguetón de Parvati chocaban con frecuencia. En una ocasión, Parvati cubrió los ojos de Siva con sus manos, pero este simple gesto hizo caer la oscuridad sobre el mundo y enfureció a su esposo –que rápidamente hizo aparecer otro ojo en mitad de su frente.

Otras leyendas nos cuentan cómo Parvati exasperó en una ocasión a Siva durmiéndose mientras éste le explicaba las sagradas escrituras y cómo discutieron a causa de una partida de dados. Con todo, Parvati tenía una influencia balsámica sobre su marido.

El resto de los dioses temían que los descendientes de Siva y Parvati serían poseedores de un terrible poder. Así que cuando la pareja estaba haciendo el amor, los dioses les interrumpieron haciendo que el semen de Siva cayera al Ganges, donde fue fertilizado. Skanda, dios de la guerra, nació de allí y creció para derrotar al demonio Taraka que amenazaba con destruir el mundo. Su valor fue recompensado por los dioses, que le nombraron su general, y por Parvati, que lo aceptó como hijo propio.

El otro hijo de Parvati, Ganesa, también tuvo un nacimiento de lo más curioso. La diosa quería un hijo que la
protegiera, así que formó uno a partir de aceite esencial y restos de su propio cuerpo mientras se estaba bañando. Pero cuando, en su calidad de protector, Ganesha impidió a Siva entrar en los aposentos de Parvati, éste sufrió uno de sus ataques de furia y le arrancó la cabeza. Parvati tuvo tal disgusto que Siva quiso reparar el daño, pero no encontró la cabeza original y, una vez más recurrió a la primera que encontró: la de un elefante. Ganesa ha tenido desde entonces esa famosa e inconfundible figura y sus veneradores lo invocan como “el apartador de obstáculos”.

En su calidad de guerrera, la Gran Diosa Devi es conocida como Durga “la inaccesible”). En esta forma, controla el poder cósmico, encarnando la energía bélica del universo de una forma única que ningún otro dios del panteón hindú puede imitar. La mayor parte del tiempo parece calmada y serena, pero Durga tiene la habilidad de mutar su forma, utilizar cualquier arma e incluso transformarse en un poderoso ejército.

Durga se enfrentó con éxito a muchísimos demonios. Uno de los más terribles fue un rey-demonio –llamado también, curiosamente, Durga- quien había conquistado todo el cosmos y expulsado a los dioses de sus palacios. Desesperados, acudieron a Durga suplicándole ayuda y ofreciéndole toda su fuerza y gran cantidad de armas. Luchó contra el demonio sola, enfrentándose a sus ejércitos de millones de jinetes, carros, elefantes e infantes. Para ello se transformó en un ejército de millones de efectivos, masacrando las filas del rey-demonio. A continuación luchó en combate singular contra su líder, desarrollando un millar de brazos, tirándolo al suelo y apuñalándolo hasta la muerte.

viernes, 4 de mayo de 2012

1855- William Walker y el imperialismo americano

A mediados del siglo XIX aparecieron en Estados Unidos los llamados filibusteros, a los que hoy definiríamos como mercenarios o soldados de fortuna: pioneros californianos, llaneros de Texas, exiliados políticos de Europa, sureños simpatizantes de la esclavitud y norteños entusiastas del “Destino Manifiesto”.

El término filibustero proviene de la palabra holandesa vrijbuiter (“hacerse con el botín”) y fue muy utilizado en tiempos de la piratería en el Caribe durante los siglos XVI y XVII, pero a mediados del siglo XIX pasó a designar, según una publicación de la época, “la acción del pueblo norteamericano, o de una porción de él, consistente en adquirir territorios que no les pertenecen, sin freno de responsabilidades del Gobierno norteamericano”. Estos aventureros recibían fondos a través de sociedades secretas como la de los Caballeros del Círculo Dorado, cuyo nombre alude a la circunferencia que, tomando La Habana como centro, abarca el sur de Estados Unidos, las Antillas, México, Centroamérica, Colombia, Venezuela y el norte de Brasil. La organización estaba dirigida por George W.L.Bickley, un frustrado aspirante a emperador de México cuyo objetivo era fundar un imperio esclavista.


Cuba también estuvo en el punto de mira del filibusterismo durante el mandato del presidente Franklin Pierce, un sureño esclavista que pretendía anexionar la isla argumentando que la colonia española representaba una amenaza para Estados Unidos porque España no podría contener una revuelta de esclavos como la acontecida en Haití. El 19 de mayo de 1850 el venezolano Narciso López, al frente de un grupo de filibusteros y financiado por John L.O´Sullivan, el ideólogo del llamado “Destino Manifiesto”, logró desembarcar en el puerto cubano de Bahía Honda. Dos semanas después fue hecho prisionero por los españoles y ajusticiado mediante el garrote vil.

Tres años más tarde, con el pretexto de poner fin a los ataques de los indios apaches, un aventurero desconocido llamado William Walker penetró en territorio mexicano al frente de un puñado de filibusteros que fueron testigos de su proclamación como presidente de las repúblicas esclavistas de Sonora y Chihuahua.

Nacido en 1824 en Nashville, Tennesse, de padres escoceses, Walker fue un niño afeminado y endeble que pasaba la mayor parte del tiempo junto al lecho de su madre enferma. Pese a las presiones ejercidas por su padre –destacado miembro de la Iglesia Presbiteriana- para que estudiara Teología, optó por la Medicina y al poco de diplomarse se trasladó a Francia, donde se vio atrapado por el ambiente libertino de París. Un frustrado encuentro sexual con una prostituta parisina, en la que creyó ver el rostro de su madre, le provocó un profundo trauma que trató de compensar dedicándose a la política sin saber muy bien, según sus palabras, si a ello lo impulsaba “el ángel de la luz” o “el ángel de las tinieblas”. Durante dos años alimentó en Europa fantasías de poder, y se llegó a codear en Italia con agitadores carbonarios.

En 1845, se instaló en Nueva Orleans, la capital del sur esclavista, donde estudió Derecho y se enamoró de Ellen Galt Martin, una joven sordomuda que murió de cólera, hecho que transformó a Walker en un ser amargado. Tras vender las acciones que poseía del periódico New Orleans Crescent, se dirigió por mar, con escala en La Habana, al Oeste norteamericano.

En California comenzó a ganarse la vida como abogado (durante dos años ejerció en Marysville, un centro
minero en el que eran frecuentes las masacres de indios), pero se hizo famoso como subdirector del San Francisco Herald. Un incendio en el centro de San Francisco lo dejó sin periódico y sin perspectivas de consolidar la carrera política a la que aspiraba. En 1852 murió su madre, y poco después de recibir esta noticia puso en marcha su primera operación filibustera, la invasión de Sonora, en la que comenzó a mostrarse como un hombre cruel y sanguinario que despreciaba la vida humana.

Hostigado por las tropas mexicanas, Walker regresó cubierto de harapos a territorio estadounidense al frente de un puñado de supervivientes tras esperar en vano la llegada de refuerzos, ya que un buque fletado por veteranos de la Guerra de México para acudir en su ayuda se hundió a causa de la borrachera de los tripulantes. Juzgado en San Francisco por violar las leyes de neutralidad de Estados Unidos, fue absuelto tras ocho minutos de deliberación. Para entonces, la fama del “coronel” Walker se había extendido por todo el país y su Gobierno no podía menos que estarle agradecido, ya que su presión sirvió para conseguir de México terrenos necesarios para el tendido del ferrocarril del Pacífico.

Hasta la primera mitad del siglo XIX, el proceso de expansión estadounidense tuvo lugar incorporando espacios colindantes al que podría considerarse su entorno natural. Pero el descubrimiento de oro en California llevó a la clase dirigente, a mediados de la década de los 50, a fijarse por primera vez un objetivo geoestratégico allende sus fronteras, en la lejana y exótica Nicaragua. Este país era la clave de un proyecto de gran envergadura comercial que debía comunicar el Atlántico y el Pacífico a través del río San Juan y el lago Nicaragua. Una ruta de tránsito que sería posible gracias a una empresa privada presidida por el magnate de origen holandés Cornelius Vanderbilt, Nicaragua se convertiría en el escenario de la primera operación encubierta llevada a cabo por Estados Unidos contra un país extranjero, que tuvo un marchamo imperialista ya que posibilitó que un ciudadano estadounidense, William Walker, el cabecilla de la operación, se alzara con la Presidencia una vez completada la ocupación militar del país.

El coronel Walker desembarcó en Nicaragua en junio de 1855 al frente de 57 secuaces, “los inmortales”,
como los llamó la prensa, que se hacían pasar por colonos en busca de tierras. Pero en lugar de aperos y semillas, estos transportaban alcohol para inflamar su osadía y gran cantidad de armas. Su primer objetivo fue la toma de San Juan del Sur, con la que se aseguró el control de la ruta de tránsito, que pasó a ser conocida como “el camino real de los filibusteros”. Walker sacó provecho de las tensiones políticas de un país que estaba dividido entre el Partido Legitimista (conservador), instalado en la ciudad de Granada, y el Partido Democrático (liberal), asentado en León. Aunque en un principio apoyó a los demócratas, acabó combatiendo a los dos bandos por igual. En poco más de un año sometió al país a sangre y fuego y juró el cargo de presidente en Granada, el 12 de julio de 1856, en presencia del embajador estadounidense y de una bandera de ese país. Se calcula que casi 5.200 filibusteros (1.260 embarcados en San Francisco, 1.400 en Nueva York y 2.500 en Nueva Orleans) se desplazaron hasta Nicaragua para enrolarse en la Falange Norteamericana creada por William Walker para sustituir al Ejército nicaragüense.

Walker recibió ayuda por parte de algunos estados del Sur que pretendían extender el esclavismo. El fin de estos era contrarrestar el creciente peso económico y político que estaban adquiriendo los estados norteamericanos abolicionistas del Norte. Por eso, aunque su discurso fuera un canto a la libertad, una de sus primeras decisiones como presidente fue legalizar la esclavitud. Walker argumentó así la medida: “A la vez que proporciona mano de obra para la agricultura, contribuye a separar las razas y a destruir los mestizos, causantes del desorden que ha reinado en el país desde la independencia”. La exterminación de los mestizos era una de sus mayores obsesiones. “En vez de mantener la pureza de las razas, como lo hicieron los ingleses en sus colonias, los españoles echaron sobre sus dominios continentales la maldición de la raza mestiza”, se lamentó.

La campaña filibustera de Walker, que amenazaba con extenderse por toda Centroamérica y el Caribe, tocó a su fin cuando Costa Rica, apoyada por el Reino Unido, se levantó en armas contra el invasor y logró organizar una coalición de países centroamericanos que hostigó a los filibusteros durante un año. La última batalla tuvo lugar en abril de 1857 en Rivas y, aunque fue ganada por Walker, este capituló porque su situación en Nicaragua era insostenible. Walker regresó a su país y fue aclamado como un héroe, e incluso fue recibido con honores por el inquilino de la Casa Blanca, James Buchanan.

Por su parte, el presidente costarricense Juan Rafael Mora, que había liderado la alianza centroamericana, se convirtió en héroe nacional, aunque el conflicto (el único de toda la historia de Costa Rica) se cobró 10.000 muertos adicionales debido a la epidemia de cólera ocasionada por la contaminación de pozos con cadáveres de la que fueron culpados los filibusteros.

Para algunos historiadores, la campaña de Walker en Nicaragua fue una operación encubierta para evitar el
enfrentamiento directo de Estados Unidos contra Inglaterra, la potencia europea que controlaba la economía de Centroamérica en el siglo XIX. Estados Unidos no tenía ni la preparación militar ni el poderío marítimo para hacer frente a los británicos. Sin embargo, la mano del Gobierno estadounidense en la campaña filibustera quedó patente, según esos historiadores, en que éste permitió las publicaciones tendentes a conseguir hombres, armas y provisiones para reforzar las fuerzas filibusteras de Walker en Centroamérica, cerró los ojos ante la salida de cientos de hombres que eran transportados a Nicaragua, reconoció a un representante diplomático de Walker y se negó a aceptar ante los diplomáticos centroamericanos que había roto su propio pronunciamiento de neutralidad.

Pese a ser derrotado en Nicaragua, Walker regresó pocos años después a Centroamérica, esta vez a 
Honduras. En esta ocasión, sin embargo, fue hecho prisionero y murió el 12 de septiembre de 1860 frente a un pelotón de fusilamiento. Con el sombrero en la mano derecha y un crucifijo en la izquierda, un impasible Walker dijo recibir su propia muerte como “un bien para la sociedad”.