lunes, 22 de septiembre de 2014
Las vestales romanas
Vesta era la diosa que gobernaba el centro de la casa romana: el hogar doméstico. Se le rendía culto en familia. El templo de Vesta, en el Foro, albergaba el fuego sagrado, atendido constantemente por las seis vírgenes vestales.
A pesar de sus privilegios y de la admiración pública que despertaban, la vida de estas doncellas no resultaba nada fácil. Cada año se elegían por sorteo seis niña patricias físicamente perfectas y con edades entre los 6 y los 10 años, para servir a Vesta. Una vez escogidas, afrontaban un periodo de treinta años de casto servicio en el Templo de Vesta. Pasado este tiempo, quedaban en libertad para contraer matrimonio, aunque sólo muy pocas se casaban.
Durante su tiempo de sacerdocio, la principal obligación de las vestales era asegurarse de que el fuego sagrado del templo no se apagara nunca; de lo contrario, la sacerdotisa responsable sería flagelada. Se creía que el bienestar del Estado dependía del culto a Vesta y de la virginidad de sus servidoras; si alguna sacerdotisa perdía dicha condición, se la enterraba viva, y el hombre infractor era flagelado hasta la muerte. No obstante, en los mil años de historia del templo, tan sólo 18 sufrieron esta muerte.
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