La Cábala nació hace uno dos mil años como una corriente mística y mágica dentro del judaísmo. Durante los últimos 500 años, ha sido practicada tanto por judíos, para quien ha sido una parte esencial de su fe, como por no judíos, para quienes ha sido tanto una manera de intentar traer a los judíos al cristianismo como una sabiduría esotérica y mágica.
El término “cábala” procede del hebreo quabalah, que significa “tradición”. No es posible determinar

Buen número de los seguidores de la Cábala e incluso de sus aficionados han mostrado un enorme interés por situar sus orígenes en tiempos caracterizados por una considerable antigüedad. Para ellos, la referencia a los sabios citados por Daniel (12,10) sería un ejemplo de esa sabiduría cabalística de la misma manera que un texto como el contenido en el libro apócrifo de IV Esdras (14, 5-6), donde se dice que Moisés recibió una serie de preceptos de los que unos debían “declarar” y otros “ocultar”.
Sin embargo, la verdad es que ninguno de los dos ejemplos citados menciona la Cábala y todavía menos su contenido ulterior. El pasaje de Daniel habla simplemente de cómo los sabios sabrán enfrentarse con dificultades al final de los tiempos y el texto de IV Esdras sólo pretende dotar de legitimidad su propio contenido que, desde luego, no era cabalístico. De hecho, no hay nada en la Biblia o en los textos apócrifos y seudoepigráficos de los últimos siglos antes del cristianismo que tenga nada que ver con la Cábala, ya sea ésta especulativa o práctica.
Para encontrarnos con algunos aspectos paralelos como la utilización del Tetragrámaton –y de otros nombres de Dios- con fines mágicos tenemos que esperar a la práctica de las comunidades judías de Babilonia donde estos comportamientos penetraron por influencia caldea, y eso difícilmente sucedió antes del siglo IV d.C., es decir, cuando los primeros estratos del Talmud ya estaban más que asentados.

Ese mismo origen babilónico que estamos señalando posiblemente subyace también en algunos conceptos como el Adán Kadmon o las kelipot que posteriormente serían absorbidos por la Cábala y las mismas raíces talmúdicas se hallan en figuras como las del Metatron o creador del mundo que el Talmud llega a identificar con el mismo Dios. A pesar de todo, el caldo de cultivo que semejantes conceptos –extrabíblicos y extrajudíos, pero absorbidos por el judaísmo talmúdico- crearon no era, sin embargo, lo que actualmente conocemos por Cábala.
El hecho de que todo el proceso se produjera en Oriente y a partir de fuentes extrabíblicas de carácter

Fue precisamente en el siglo XII cuando apareció el Libro del Resplandor o Claridad –Sefer ha bahir- que tuvo una influencia decisiva no sólo en el misticismo esotérico, sino en el judaísmo en general, pues, además de considerar a las sefirot herramientas de creación y sustentación del Universo, introdujo el concepto de transmigración de las almas y fortaleció los fundamentos de la Cábala, proporcionando un extenso material místico.
En el siglo siguiente, apareció en España el Libro de la Imagen –Sefer ha temuna-, que abundaba en la idea de los ciclos cósmicos, cada uno de los cuales proporcionaría una interpretación de la Torah de acuerdo a un atributo divino. El judaísmo era, pues, no una religión de verdades inmutables, sino una en la que cada ciclo o eón, tenía una Torah diferente.

El segundo gran aporte pre-cabalista fue el de Mosheh ben Maimón, más conocido como Maimónides o Rambam (1135-1204). Filósofo, matemático y físico nacido en Córdoba, Maimónides se vio obligado a abandonar la ciudad por la presión islámica y

Tanto Maimónides como Gabirol fueron perseguidos y exiliados –en los dos casos por el islam- y quizá haya que buscar en esa circunstancia un especial interés por entender filosóficamente un mundo hostil y una habilidad notable para la especulación. En ambos autores percibimos, además –y éste es uno de los factores que diferencia enormemente la Cábala especulativa de sus raíces mágicas babilónicas- un interés notable por el vivir de manera adecuada en este mundo. Maimónides, de hecho, fue un erudito de la Torah que marcaría con su obra Misneh Torah el devenir de las generaciones judías venideras.
La obra de Maimónides –que no era propiamente un cabalista- transcurrió en paralelo a la de Azriel (1160-1238), que sí lo era y que se convirtió merecidamente en el centro de un pequeño núcleo de cabalistas con sede en Gerona. En Azriel ya encontramos casi cuajada la Cábala especulativa que después desarrollarían discípulos suyos como Isaac ben Sheshet y Nahmanides. Sin embargo, aún no nos encontramos con un producto plenamente concluido de ese saber cabalista. De hecho, este producto no sería otro que el Zohar que nacería en tierras de Castilla.

El Zohar, escrito en un arameo ciertamente peculiar, presenta una cosmología en cuya cima se

Según la cábala, el universo está gobernado no por un sólo Dios sino por varias deidades, con diversas personalidades y papeles, emanadas a partir de una remota y distante Causa Primera. Omitiendo muchos detalles, se puede resumir el sistema de la siguiente manera: partiendo de la Primera Causa emanaron o nacieron, primero un dios masculino llamado “Sabiduría” o “Padre”, y después una diosa femenina llamada “Conocimiento” o “Madre”. Del matrimonio de estos dos nació un par de dioses más jóvenes: Hijo, que tiene también muchos otros nombres como “Cara Pequeña” o “El Sacrosanto”; e Hija, llamada también “Señora” (o “Matronit”, palabra derivada del latín), “Shekhinah”, •”Reina”, etc. Estos dos dioses más jóvenes tendrían que unirse, pero su unión se ve impedida por las maquinaciones de Satán, que en este sistema es un personaje muy importante e independiente. La Creación fue acometida por la Primera Causa con el fin de permitirles que se unieran, pero debido a la Caída se desunieron más que nunca y, lo que es más, Satán consiguió acercarse mucho a la divina Hija e incluso llegó a violarla (bien de forma aparente, bien de hecho: las opiniones al respecto discrepan).

De modo similar, se cree que cada incidente de la historia bíblica judía guarda relación con la unión o desunión de la pareja divina. La conquista judía de Palestina contra los cananeos y la construcción del primer y el segundo Templo son acontecimientos especialmente propicios para esa unión, mientras que la destrucción de ambos Templos y el exilio de los judíos de Tierra Santa son meros signos externos no sólo de la desunión divina sino, además, de una verdadera “prostitución con dioses extranjeros”: Hija cae más estrechamente bajo el poder de Satán, mientras Hijo se lleva a la cama a diversos personajes satánicos femeninos en lugar de a su legítima esposa.
El deber de los judíos piadosos es restaurar a través de sus plegarias y actos religiosos la perfecta unidad divina, bajo forma de unión sexual, entre las divinidades masculina y femenina. Así, antes de la mayoría de los actos rituales que todo judío devoto ha de realizar muchas veces al día, se recita la siguiente fórmula cabalística: “En aras de la unión del Sacrosanto y su Shekhinah...”. Las plegarias matinales judías también están organizadas para promover esta unión sexual, aunque sólo sea momentáneamente. Las partes sucesivas de la plegaria se corresponden místicamente con estadios sucesivos de la unión: en un momento dado la diosa se aproxima con sus doncellas, en otro el dios le pasa el brazo por el cuello y le acaricia el pecho, y finalmente se supone que tiene lugar el acto sexual.
Otras plegarias o actos religiosos, tal y como los interpretan los cabalistas, están concebidos para engañar a diversos ángeles (imaginados como deidades menores con cierto grado de independencia) o para propiciar a Satán. En cierto punto de la plegaria matinal, se pronuncian algunos versos en arameo (en vez del más habitual hebreo). Se supone que éste es un medio de engañar a los ángeles que tienen a su cargo las puertas por las que las plegarias entran al cielo y que tienen el poder de bloquear las plegarias de los devotos. Los ángeles sólo entienden el hebreo y se quedan desconcertados con los versos arameos; como son algo lentos de entendederas (cabe suponer que son mucho menos inteligentes que los cabalistas) abren las puertas y en ese momento todas las plegarias, incluidas las que están en hebreo, entran.
Veamos otro ejemplo: tanto antes como después de una comida, un judío devoto se lava ritualmente las manos, pronunciando una plegaria especial. En una de estas dos ocasiones está adorando a Dios al promover la unión divina de Hijo e Hija; pero en la otra está adorando a Satán, al que le gustan tanto las plegarias y los actos rituales judíos que cuando se le ofrecen unos cuantos se mantiene ocupado durante un rato y se olvida de acosar a la divina Hija. Es más, los cabalistas creen que algunos de los sacrificios quemados en el Templo iban dirigidos a Satán. Por ejemplo, se supone que los setenta bueyes sacrificados durante los siete días de la fiesta de los Tabernáculos (Números, 29) se le ofrecían a Satán en tanto que señor de todos los gentiles, con el fin de mantenerle demasiado ocupado como para interferir en el octavo día, cuando se le hace el sacrificio a Dios.

El notaricón consiste en tomar las iniciales u otra letras de una serie de palabras para formar otra,

La gematrya utiliza la característica del hebreo de que los números se representan con letras, por lo que cada palabra tiene un valor numérico –la suma de todas sus letras-. Cuando el cabalista encontraba palabras con valores iguales, entendía qeu estaba ante una analogía fundamental del pensamiento de Dios; una de las búsquedas principales fue encontrar palabras análogas al propio YHVH-cuyo valor es 72-: por ejemplo, la serpiente de Moisés.
La temurá consistía en permutar las letras, cosa especialmente sencilla en el hebreo, puesto que no utiliza las vocales –de hecho, ésta fue la forma en que creó Dios el mundo-. El cabalista Moisés Cordovero (1522-1570) se rpeguntó por qué en el Deuteronomio se prohíbe llevar al mismo tiempo ropas que mezclen la lana con el lino y, mediante la combinatoria, se respondió que las mismas letras que forman esta prohibición podrían haber formado un texto que advirtiera a Adán de que no cambiara su vestidura de luz por piel de serpiente.
Como puede imaginarse, esta visión cabalística no tardó en encontrar detractores que, cosa lógica,

En segundo lugar, la Cábala tenía la pretensión de aportar una interpretación del mundo que concediera consuelo en medio de enormes dificultades. Que Maimónides y Gabirol –ambos exiliados- fueran dos de sus precursores no resulta extraño sino, hasta cierto punto, lógico. Finalmente, la Cábala –en su vertiente práctica y no especulativa- supuestamente contaba con resortes mágicos para alterar una realidad difícil y hostil. Que esto no fue así en la práctica resulta fuera de toda duda, pero no es menos cierto que proporcionó esperanza a generaciones enteras de judíos –como los expulsados de España en 1492- en tiempos de especial dificultad.

Durante los siglos XVII y XVIII, el judaísmo recibió una fuerte influencia de la Cábala, pero el transfugismo masivo a causa del pseudomesías Shabbatai Tzevi (1626-1676), considerado el mayor movimiento mesiánico judío tras la destrucción del Templo, y el auge de un cabalismo popular que acabó en superstición terminaron con su influencia. Sin embargo, varios místicos, magos y filósofos cristianos se interesaron por esta doctrina y, desde el Renacimiento, no hubo esoterista desconocedor de la Cábala: algunos, para encontrar sentidos ocultos en las escrituras; otros, para encontrar argumentos con que convertir a los judíos al cristianismo.
La Cábala es, naturalmente, una doctrina esotérica, y su estudio detallado se restringía a los eruditos. En Europa, sobre todo después de 1750, se tomaron medidas extremas para mantenerla en secreto y para prohibir su estudio a todos aquellos que no fueran eruditos maduros, y en el caso de éstos bajo una estricta supervisión. En la Europa del este, las masas judías sin educar no conocían realmente la doctrina cabalística; pero la Cábala les llegó bajo forma de superstición y de prácticas mágicas.
Progresivamente, la Cábala se fue mezclando con todas las corrientes esotéricas: hermetismo, neoplatonismo, pitagorismo, rosacruces…Incluso, insignes científicos como Isaac Newton, que también dedicó mucho de su tiempo a la alquimia, se interesaron por ella. Sin embargo, la Cábala no judía sufre del grave inconveniente de la traducción –generalmente de mala calidad-, aparte de que sus prácticas son intrínsecamente intraducibles: si Dios pensó el mundo en hebreo, no tiene sentido estudiar el texto en traducciones.
Ya en los primeros tiempos hubo quien usaba la Cábala con fines mágicos –hecho denunciado por los propios cabalistas-, y esta práctica ha sido la principal corriente que ha sobrevivido hasta nuestros días a través de personajes de principios del siglo XX como el mago Aleister Crowley, apodado La Bestia 666.
Hay que hacer varias observaciones relativas a este sistema y a su importancia para la comprensión correcta del judaísmo, tanto en su período clásico como en su implicación política actual en la práctica sionista. Primero, con independencia de todo lo que se pueda decir sobre este sistema cabalístico, no se puede considerar monoteísta a no ser que se esté también dispuesto a considerar como ”monoteístas” al hinduismo, a la religión grecorromana tardía o incluso a la religión del antiguo Egipto.
En segundo lugar, la verdadera naturaleza del judaísmo clásico queda ilustrada por la facilidad con la

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