(Continúa de la entrada anterior)
Por supuesto, para Hitler (que pasa por alto las aportaciones históricas de otras etnias) la raza verdaderamente superior, cuya pureza debe ser mantenida a cualquier coste y cuyo dominio debe ser impuesto sobre las demás es la aria.
Toda la cultura humana, todos los resultados del arte, de la ciencia, de la tecnología que vemos ante nosotros hoy en día son casi en exclusiva el producto creativo del ario (…) Él es el Prometeo de la Humanidad de cuya brillante frente la divina llama del genio ha brotado en todas las ocasiones (…)
Si tuviéramos que dividir la humanidad en tres grupos, los fundadores de cultura, los portadores de cultura y los destructores de cultura, sólo el ario podría ser considerado representante del primer grupo. De él se originan los cimientos y los muros de toda creación humana y sólo la forma externa y el color son determinados por los rasgos cambiantes de carácter de los distintos pueblos.
Como horrible contrapartida a esta raza aria –que acabará vendiendo a todas las demás porque en ella se refleja de la manera más exacta la mano de Dios- Hitler presenta a los judíos. Si el ario es el paradigma de lo bueno, de lo hermoso, de lo creativo, el judío constituye el de lo perverso, lo feo, lo parasitario:
La contrapartida más poderosa del ario aparece representada por el judío. Apenas en ningún pueblo

Porque el judío es perverso por sí mismo y no por lo que pueda creer o sustentar, Hitler sostiene que la lucha contra él no debe confundirse con un conflicto religioso, como hizo la Iglesia católica durante la Edad Media. Se trata, por el contrario, de una guerra entre razas en la que la superior, la aria, debe eliminar a su auténtica antítesis, la judía:

Para desarrollar su existencia como un parásito sobre otros pueblos, se ve forzado a negar su naturaleza interior. (…) El judío siempre ha sido un pueblo con características raciales definidas y nunca una religión (…) Debido a su propia naturaleza especial y original el judío no puede poseer una institución religiosa, por lo menos porque carece de cualquier forma de idealismo y por eso la creencia en el más allá le resulta absolutamente extraña (…).
Para imponer esa cosmovisión racista, Hitler propugna la creación de un nuevo Estado al que denomina

El estado patriota debe hacer todo aquello que los demás han descuidado en este terreno. Tiene que colocar la raza en el centro de toda la vida. Tiene que preocuparse de mantenerla pura. Tiene que declarar que el niño es el tesoro más precioso del pueblo. Tiene que ocuparse de que sólo los sanos engendren hijos. Porque sólo hay una desgracia: a pesar de las propias enfermedades y deficiencias traer hijos al mundo.

Aquellos que son física y mentalmente insanos e indignos no deben perpetuar sus sufrimientos en el

Eliminados los considerados inferiores (minusválidos y enfermos mentales), el estado patriota debería poner en funcionamiento un sistema educativo centrado en la mejora de la raza y encaminado a resaltar la diferenciación sexual convirtiendo a los muchachos en soldados y a las jóvenes en madres. En palabras de Hitler: “la joven alemana es un súbdito y sólo se convierte en ciudadano cuando se casa”:

Esta educación en sus líneas generales puede servir como una preparación para el futuro servicio militar. El ejército no tendrá que enseñar a los jóvenes (hombres) los fundamentos de los manuales más elementales y no tendrá reclutas del tipo actual; no, sólo tendrá que transformar al joven que ya ha recibido una continua preparación física en un soldado. En el estado patriota, por tanto, el ejército (…) será la última y superior escuela de la educación patriótica (…) en esta escuela el joven tiene que ser transformado en un hombre (…)
Después de la conclusión de su servicio militar, se emitirán dos documentos: el diploma de

(…) el estado patriota debe dirigir la educación de la joven desde el mismo punto de vista. En este caso también el énfasis debe ser colocado sobre el entrenamiento físico (…) La meta de la educación femenina debe ser de manera invariable la futura madre.
Sin embargo, el estado patriota no sólo debía poner en funcionamiento unas estructuras jurídicas y políticas que preservaran la pureza de la raza aria, impidieran la reproducción de los enfermos y diferenciara a la población en una casta masculina de guerreros y otra femenina de madres. Además, ese estado debía procurar que se llevara a cabo el aislamiento primero y el extermino después de la raza perversa por antonomasia, la judía.

Sin el conocimiento más claro del problema racial y, por lo tanto, del problema judío nunca habrá una resurrección de la nación alemana. La cuestión racial proporciona la clave no sólo de la historia mundial, sino también de toda la cultura humana.
Partiendo de esa concepción, Hitler resulta bastante explícito sobre la importancia que concedía a la eliminación de todos los judíos. Ésta debía anteceder incluso a la creación del estado patriota:
(…) la primera tarea no es la creación de una concepción del estado patriota, sino sobre todo la eliminación de los judíos existentes. Y así, frecuentemente en la historia, la dificultad principal reside,

Incluso la educación promovida por el Estado debía estar encaminada a mentalizar a las futuras generaciones de la justicia de este planteamiento:
La corona de la obra entera de educación y formación del estado patriota debe ser inculcar el sentido racial y el sentimiento racial en el instinto y el intelecto, estando entregados el corazón y el cerebro a ello. Ningún muchacho ni ninguna muchacha debe dejar la escuela sin haber sido llevado a una comprensión última de la necesidad y de la esencia de la pureza racial.
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