miércoles, 1 de febrero de 2012

1918- La declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado (2)


(Continúa de la entrada anterior)

Los miembros del Comité central bolchevique no consideraron que la propuesta de Lenin tuviera posibilidades de éxito. Zinóviev y Kámenev se oponían especialmente, porque el partido bolchevique carecía del apoyo de la mayoría del pueblo y creían que si daba ese paso y fracasaba podía significar no sólo el final de los bolcheviques sino incluso el de la revolución. Por el contrario, Lenin y Trotsky consideraban que no se volvería a presentar una ocasión como aquélla y que sólo habría que actuar de manera que la minoría bolchevique pudiera imponer su criterio a una inmensa mayoría que le era contraria. En opinión de Trotsky, el momento ideal para el golpe sería el de la reunión del II Congreso de los soviets, ya que permitiría enmascararlo como una acción de todos los soviets. Sólo tras afirmar Lenin que dimitiría si no se aceptaba su punto de vista, el 10 de octubre el Comité central aceptó preparar el golpe.

El mayor problema que se les presentaba a los bolcheviques en Petrogrado residía en el hecho de que la guarnición era partidaria del Gobierno provisional o del soviet pero no de Lenin. Si se deseaba lograr su apoyo, había que engañarlos con cierta habilidad, y esta vez la suerte vino en ayuda de los bolcheviques. A inicios de octubre, los alemanes se apoderaron de algunas islas rusas situadas en el golfo de Riga. En respuesta, el 9 de ese mismo mes los mencheviques del Soviet de Petrogrado propusieron la creación de un Comité de Defensa Revolucionaria que protegiera la ciudad. Los bolcheviques apoyaron la propuesta y lograron que el Comité ejecutivo del soviet se convirtiera en comité militar revolucionario. A esas alturas, pocos podían dejar de ver que los bolcheviques preparaban un golpe. Pero mientras que algunos mencheviques y eseristas les ofrecieron asumir parte de su programa a cambio de que no lo dieran, Kérensky esperó a que lo hicieran para poderlos suprimir con más facilidad y de forma definitiva. Tanto unos como otros comprobarían pronto lo erróneo de sus posiciones.

Mientras Trotsky difundía el rumor, totalmente falso, de que la guarnición de Petrogrado iba a ser enviada al frente y Lenin cursaba órdenes a los marinos bolcheviques del acorazado Aurora para que difundieran la noticia (igualmente falaz) de que la contrarrevolución había desencadenado una ofensiva, las tropas fueron quedando separadas de sus mandos naturales en la noche del 21 al 22 de octubre.

Kérensky sólo reaccionó el día 24 e incluso entonces no se atrevió a proceder al arresto del Comité. Aquella misma noche, las tropas (convencidas de que estaban combatiendo a la reacción) y la Guardia Roja, formada por obreros industriales, entraron en acción. Por la mañana, casi sin derramamiento de sangre, todos los puntos estratégicos de la ciudad estaban en sus manos y en algunos el cambio se había producido como si fuera solamente un relevo de la guardia. El único edificio que no cayó de inmediato en sus manos fue el Palacio de Invierno. La película “Octubre” de Eisenstein ha transmitido la imagen de un épico asalto bolchevique que, en realidad, nunca se produjo. Lo cierto es que sólo cuando las mujeres, los inválidos y los ciclistas que lo defendían se retiraron pensando que Kérensky había huido de la ciudad, pudieron apoderarse de él los bolcheviques. Por lo que se refiere a los ministros, se entregaron tras ordenar a algunas unidades de cadetes que no resistieran, evitando así el derramamiento de sangre. Para la mayoría de los rusos los acontecimientos sólo habían significado una crisis más de Gobierno.

Vista la facilidad con que los bolcheviques habían logrado triunfar en Petrogrado, se habría podido pensar que su éxito estaba asegurado. En realidad, la situación distaba mucho de ser así. En la noche del 25 al 26 de octubre, se celebró la apertura del II Congreso de los Soviets, pero éste no se manifestó dispuesto a ceder ante los bolcheviques. La totalidad de los mencheviques y el ala moderada de los eseristas leyeron una resolución en que manifestaban su repulsa más absoluta contra el golpe bolchevique y a continuación abandonaron la sala. En los momentos siguientes, los mencheviques, los eseristas moderados, algunos sindicatos y algunos miembros del Consejo de la República formaron un Comité con la finalidad de salvar la revolución y evitar la imposición de una dictadura. Sin embargo, los bolcheviques habían llegado al poder y no estaban dispuestos a dejarse desplazar.

(Finaliza en la siguiente entrada).

No hay comentarios:

Publicar un comentario