
Para los occidentales, la religión hindú sugiere una multitud de imágenes, desde los ascetas de piernas cruzadas y los templos ricamente tallados hasta los fuegos de cremación a orillas del Ganges y los dioses de cabeza de animal. El hinduismo es tan difícil de asir como una serpiente. No tiene un fundador, unas escrituras ni un credo. Hay muchos dioses, pero sólo una realidad definitiva. Se resiste a las definiciones claras y se encuentra a gusto en la diversidad. Quizá el único modo de describirlo es la reunión de prácticas y creencias de aproximadamente mil seiscientos millones de hindúes que viven en el subcontinente indio y otras partes del mundo hoy en día.
El término hindú proviene de la palabra acuñada por los antiguos persas para describir a los que vivían al lado opuesto de ellos, en la otra ribera del río Indo. Los hindúes modernos prefieren la frase sanatana dharma para describir su religión. Esto puede describirse como “el camino eterno de la conducta”, eterno porque es divino en origen, y camino de conducta porque se refiere a todos los aspectos de la vida.
Algunos hindúes creen que su ley sagrada, o dharma, puede ser sólo practicada en la India; si cruzan el kala pani, “el océano negro”, se volverán impuros e incapaces de vivir como hindúes. Otros no comparten este punto de vista; y, durante los últimos cien años, numerosos hindúes, muchos de ellos emigrantes por causas económicas, se han trasladado a otras partes del mundo. Hoy día, esos emigrantes se encuentran principalmente en Gran Bretaña y países de la Commonwealth británica, por ejemplo, en el Caribe, Canadá y África oriental así como en Estados Unidos y otros países europeos.

El impacto cultural del hinduismo en Occidente en los tiempos actuales puede fecharse exactamente en 1893, cuando el Parlamento Mundial de las Religiones celebrado en Chicago fue dirigido por un asceta hindú llamado Vivekananda. Éste impresionó tanto a los allí reunidos con su espiritualidad y punto de vista sobre el hinduismo como una gran fe universal, que hubo muchos occidentales que se preguntaron acerca de la oportunidad de seguir mandando misioneros cristianos a India.


Pero la tendencia no ha ido en una sola dirección. Algunos hindúes, incluyendo al Mahatma Gandhi, recibieron influencias de pensadores occidentales del siglo XIX, como John Ruskin y León Tolstói, así como de las enseñanzas de Jesús. Además, en 1893, Annie Besant, una mujer irlandesa de nacimiento, se fue a la India y fundó el Central Hindu College en Varanasi (Benarés), que llegó a convertirse en una universidad. Trabajó enérgicamente a favor de la educación de la mujer hindú, así como por la promoción de la teosofía, un sistema religioso esotérico fuertemente influido por las ideas hindúes.
A finales de los años cincuenta, Bede Griffiths, un monje británico benedictino, estableció un centro religioso o ashram, basado en ideas hindúes en el sur de la India. Sus enseñanzas y técnicas de meditación combinan aspectos de la espiritualidad tanto india como cristiana.
Aun cuando hay una gran diversidad dentro de su religión, la mayor parte de los hindúes comparten un cuerpo central de creencias y aceptan senderos tradicionales para acercarse a la realidad última. También subrayan la importancia de esforzarse por llegar a la pureza y evitar la contaminación, y la práctica regular del culto, o puja, tanto en el hogar como en el templo.
La mayoría de los hindúes aceptan la autoridad de las antiguas escrituras conocidas como los Vedas; la cuádruple división social (varna), sancionada por la divinidad en la escritura Rig Veda; y los grupos ocupacionales –castas o jatis- que se desarrollaron más tarde. Creen que sus vidas están gobernadas por el samsara, un ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento, y que el alma (atman) se reencarna hasta que gana la libertad (moksha).

El fin último de los hindúes es llegar al moksha, es decir, a la liberación personal del samsara. Esto puede conseguirse a través del dharma, mejor descrito en este contexto como el seguimiento de un código sagrado de conducta que supone efectuar determinados rituales (rezos, cultos) y actuar de un modo moral para con uno mismo, la familia y la sociedad. Además, los hindúes reconocen un número de sendas específicas que conducen a la liberación. Son principalmente tres: los senderos de la devoción, la acción y el conocimiento.

El sendero de la devoción (bhakti) no requiere la ayuda de un especialista, como un sacerdote o un gurú (un maestro espiritual), y es el modo más sencillo de experimentar la unión que existe entre el alma individual (atman) y el espíritu universal (Brahman). Supone la creencia y la rendición total a un dios o diosa personales, así como abrazar una fe incuestionable en Brahman. La meta final consiste en romper el ciclo del samsara y llegar a estar eternamente en presencia de Dios colocando a atman en Brahman.


Otro modo de conducir el alma a la liberación es a través del yoga, que comprende un amplio número de disciplinas físicas y mentales usadas por los ascetas y otras personas como ayuda para la contemplación espiritual. El yoga es también muy conocido en Occidente, particularmente el Hatha Yoga, que busca conseguir el samadhi, un estado de supraconciencia a través de ocho fases de ejercicios físicos, y el Raja (“Real”) Yoga, que destaca la postura del cuerpo, el control de la respiración, la concentración y la meditación.

Para los hindúes, el culto o puja, de una deidad en particular puede tener lugar en el templo o en


Cualquiera de los fieles que estén presentes en los puja de la mañana o de la tarde pueden obtener una visión de la imagen del dios (darshan) poniéndose en la puerta del altar. Tras el puja se realiza un elaborado arati: los sacerdotes sacan a la sala del templo una bandeja con lamparillas y alcanfor y los fieles reciben la luz arati y la bendición de la deidad. Entonces los sacerdotes hacen una reverencia ante la deidad y se distribuye prasad entre los fieles.
La muerte y los rituales que la rodean son otro elemento inseparable de las religiones de todo el mundo. Los hindúes creen que sólo muere el cuerpo, mientras que el espíritu o alma vive muchas veces en diferentes cuerpos hasta que se completa la moksha, la liberación del ciclo de nacimiento, muerte y reencarnación.

Los hindúes queman a sus muertos, pero los niños muy pequeños y los sannyasins (los que han

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