sábado, 30 de mayo de 2015

¿Funcionan realmente los analgésicos o, por el contrario, el dolor de cabeza desaparece por sí solo?




A menudo da la sensación de que un dolor de cabeza que desaparece dos horas después de haber tomado una aspirina probablemente se hubiera ido de todas formas. No obstante, la gente sigue manteniendo la fe en las maravillas de la medicina. Puede que pequen de crédulos.

A lo largo de los años se han llevado a cabo numerosos ensayos clínicos que comparaban los analgésicos con el placebo, cuyos resultados han llegado a constituir una clasificación en toda regla gracias al doctor Andrew Moore y sus colegas de la Unidad de Investigación del Dolor del Hospital Churchill de Oxford. En lugar de las mediciones al uso más o menos incomprensibles que adoptan los estadísticos, el equipo de Oxford planteó los resultaos en términos de número necesario de tratamientos (NTT); es decir, el número de personas que tendrían que tomar el fármaco para que presentara beneficios una de ellas.

Un fármaco verdaderamente eficaz tiene un NNT cercano a 1; es decir, que cualquiera que lo toma percibe sus beneficios, mientras que los menos efectivos tienen un NNT mayor. La triste realidad es que, para un dolor de moderado a grave, los remedios que podemos conseguir sin receta tienen todos un NNT superior al 2; en otras palabras, que si nos los tomamos, la probabilidad de sentir una gran mejoría gracias a ellos no es mucha. Por ejemplo, un par de comprimidos de 500 mg de paracetamol tienen un NNT cercano al 4; esas nuevas mezclas en polvo que nos alivian todos los males –como la codeína con ácido acetilsalicílico- tienen un NNT superior al 5; y el ibuprofeno funciona algo mejor, con un NNT de un 2,5, que implica que obtendrán un alivio importante alrededor de un 40% de las personas que lo ingieran.

Incluso si no es sustancial, siempre podemos obtener cierto alivio, y también podemos ser uno de esos sujetos que responde muy bien al fármaco. Sin embargo, no debemos sorprendernos si nuestro dolor de cabeza persistente e inquietante no desaparece con la inmediatez que venden los anuncios.

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