jueves, 19 de febrero de 2015
Telescopios refractores y reflectores
La mayoría de la gente imagina un telescopio como un instrumento tubular que nos permite ver objetos a gran distancia. Técnicamente, sin embargo, un telescopio es un instrumento que recoge la radiación procedente de objetos lejanos. Además de la luz visible, dicha radiación incluye luz infrarroja, luz ultravioleta, rayos X, rayos gamma, rayos cósmicos, neutrinos y ondas de radio. La mayoría de los telescopios astronómicos son telescopios ópticos: telescopios basados en las ondas luminosas de la parte visible del espectro.
Hay dos tipos básicos de telescopios ópticos: refractores y reflectores. Básicamente, un telescopio refractor utiliza lentes y un telescopio reflector utiliza espejos. Galileo construyó el primer telescopio refractor para uso astronómico en 1609.
Las lentes de un telescopio refractor están hechas para refractar –es decir, curvar- las ondas luminosas que llegan al telescopio procedentes de un objeto lejano. Las ondas luminosas son recogidas por la primera lente, llamada lente convergente, que las hace desviarse. Esta imagen es luego amplificada por una segunda lente, llamada ocular.
Un problema importante en los telescopios refractores se denomina aberración cromática. Ésta se debe a que las ondas luminosas de diferentes longitudes, por ejemplo roja y azul, se concentran en puntos diferentes. Si el rojo está en el foco, al azul queda borroso, y viceversa. Otro problema con los telescopios refractores es que existe un límite en el tamaño que pueden tener las lentes. Puesto que deben ser transparentes, sólo pueden estar soportadas a lo largo de sus bordes donde son más delgadas y más frágiles. El mayor telescopio refractor del mundo, que se completó en 1897, tiene un metro de diámetro.
Galileo fue un tipo muy hábil. También lo fue Newton. En 1668, él construyó el primer telescopio reflector. Utilizo un espejo cóncavo para recoger y concentrar la luz; un segundo espejo más pequeño, colocado a un ángulo de 45 grados respecto al principal, reflejaba la luz hacia el ocular, que la amplificaba.
Los telescopios reflectores actuales son mucho mayores. Puesto que la luz se refleja en una capa superficial de aluminio en lugar de atravesar el espejo, el propio espejo no tiene por qué ser transparente. Así pues, puede estar soportado en cualquier lugar de su superficie, permitiendo que se pueda construir de un tamaño mucho mayor que la lente de un telescopio refractor. Cuanto mayor es el telescopio, más luz recoge: un factor importante cuando se están observando objetos a muchos años-luz de distancia. El mayor telescopio (reflector) actualmente en el mundo, el telescopio Keck en Mauna Kea, Hawai, mide diez metros de diámetro.
Los diseñadores de telescopios no están limitados a utilizar un solo espejo grande. Algunos telescopios, incluyendo el Keck, utilizan numerosos espejos pequeños que se mantienen enfocados mediante ordenadores. Los espejos tienen otra ventaja sobre las lentes: no distinguen entre longitudes de onda cuando reflejan la luz. Así pues, no existe el problema de la aberración cromática.
Para la mayoría de nosotros, la palabra “ver” significa registrar una imagen con nuestros propios ojos, quizá con la ayuda de gafas o lentes de contacto. Pero muchos científicos pasan sus días escrutando a través de las lentes y los espejos de sus telescopios para “ver” galaxias lejanas.
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