jueves, 19 de junio de 2014
Raymond S. Tomlinson- El inventor del correo electrónico
Las posibilidades que ofrece una interconexión prácticamente instantánea entre ordenadores debió rondarle en la mente a los primeros creadores de máquinas capaces de calcular mucho más deprisa que nuestra mente, sobre todo cuando esas máquinas comenzaron a hacer muchas más cosas que simplemente calcular. Pero las dificultades del lenguaje de programación constituyeron desde el principio una barrera casi infranqueable para que las sofisticadas máquinas que llamábamos inicialmente, con cierta ingenuidad, cerebros electrónicos pudieran estar al alcance de cualquiera.
Muchas mentes geniales consiguieron poner la informática al nivel actual de consumo por personas sin preparación informática previa. Tanto desde su aspecto más técnico –lo que se designa con el anglicismo de hardware-, como en sus sistemas operativos y sus programas de aplicación –el software-. Lo cual requirió innovadores en todas esas ramas de unos saberes nuevos que implicaban a matemáticos, lingüistas, físicos, ingenieros e inventores.
Aun así, el acelerado desarrollo de la informática y sus aplicaciones acabó exigiendo la posibilidad de contactar con personas, al estilo del clásico correo postal pero a través de los ordenadores, de forma asequible y sencilla, y con un alcance universal; algo que pudo ser posible con la llegada de Internet. Es probable que el máximo responsable de que ese tipo de correo informático haya sido no solo posible sino algo incluso banal sea un ingeniero norteamericano apellidado Tomlinson.
Raymond Samuel Tomlinson nació en Amsterdam, una pequeña ciudad del estado de Nueva York, en 1941. Se graduó en Ingeniería Eléctrica a los 22, y después entró como colaborador en el MIT para trabajar en la síntesis electrónica de la voz humana. Corría el año 1965 y uno de los retos de la entonces incipiente industria electrónica consistía en modular de forma electrónica sonidos reales para producirlos mediante sintetizadores. Dos años después entró en la empresa BBN Technologies, una consultora que colaboraba con el MIT en temas de electroacústica. BBN se había hecho famosa en 1963 cuando realizó un análisis acústico del asesinato de Kennedy, ayudando así a localizar de dónde procedían los disparos. Más adelante sería aun más famosa cuando pudo recuperar los 18 minutos borrados de las cintas del caso Watergate, ya en 1972.
El caso es que Tomlinson acabó ocupando enseguida cargos de responsabilidad; en la actualidad es uno de los máximos responsables de BBN, que acabó convirtiéndose en una de las principales consultoras informáticas del Departamento de Defensa estadounidense. Debido a esa proximidad con la cúpula militar norteamericana la empresa pudo obtener el contrato de creación de los primeros IMP, los ordenadores intermedios que servirían como lo que hoy llamamos routers en el embrión del Internet militar denominado ARPANet (iniciales de Advanced Research Projects Agency Network, “Red de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados”). Dicha red unía diferentes organismos norteamericanos en los primeros años setenta; los usuarios, que solo eran militares o empresas contratistas de aquéllos, tenían sus ordenadores conectados a alguno de los servidores IMP.
Ray Tomlinson tenía por aquellas fechas el encargo de diseñar programas capaces de enviar ficheros desde un ordenador a otro, usando aquella primitiva (que por aquel entonces parecía el no va más de la tecnología) red militar. La idea era enviar esos ficheros conectando los ordenadores entre sí, con el fin de aumentar la capacidad de transmisión y el radio de acción de la comunicación. Y así fue como apareció el primer programa rudimentario de lo que hoy llamamos correo electrónico, el SNDMSG; una apalabra impronunciable que en realidad es un sencillo acrónimo de “enviar mensajes”, en inglés send message.
Aquel primer programa tenía un problema muy serio: trabajaba como los actuales e-mails, pero sólo podía ser usado en una máquina. La gente que trabajaba en esa máquina podía dejarle los mensajes a otros usuarios, almacenados en una especie de buzón de la red, que eran unos sencillos directorios con el nombre del destinatario. Parece muy poco útil, desde la perspectiva actual, pero hay que considerar que hace cuarenta años había poquísimos ordenadores, y se trataba de máquinas enormes que ocupaban habitaciones enteras. Por otra parte, enviar archivos informáticos a través de los impulsos eléctricos del teléfono exigía hacer compatibles ambos sistemas; algo obviamente complicado y que requirió mucho ingenio…y tiempo.
Poco después, Tomlinson puso en marcha otro proyecto, CPYNET (acrónimo e copy network; o, quien sabe, brillante y divertido juego fonético con spynet: “espía de la red”), un programa experimental para transferir ficheros desde una máquina a otra conectada a través de un cable telefónico. De hecho, en cuanto consiguió un programa que pudiera hacer tal cosa, hacia 1971, enseguida se dio cuenta de su potencial: bastaba unir las capacidades del sistema SENDMSG con la posibilidad de envío de archivos de CPYNET, para poder remitir mensajes de todo tipo de ordenador a ordenador –aunque éstos estuvieran muy alejados-, gracias a la conexión de ARPANet por línea telefónica.
Las primeras pruebas consistieron en el envío de palabras del tipo QWERTYUIOP, las letras superiores del teclado de una máquina de escribir. En la dirección del envío utilizó el símbolo @ para separar el nombre del destinatario del correo de la dirección del ordenador. Fue, de hecho, el primer correo electrónico, aunque luego Tomlinson confesaría que en aquel momento aquello le pareció curioso, pero no demasiado útil.
El uso del signo arroba, @, fue bastante casual. En inglés era el símbolo comercial de “at” utilizado, por ejemplo, para aclarar el coste por unidad del contenido de un recipiente grande. Por ejemplo, si un barril de cerveza contenía 50 galones a un precio de 4 dólares el galón, simbólicamente se escribía 50gal @ 4$/gal. En España era el símbolo de la arroba, unidad de peso de origen árabe aproximadamente igual a 25 libras, la cuarta parte de un quintal. Equivaldría, aunque su valor variaba según las regiones, a unos 12 kilos.
Más adelante se crearon otros protocolos bastante más específicos y simplificados. Y ya en los años ochenta, ArpaNET se convirtió en Internet, con el nuevo protocolo TCP/IP. El auge de los ordenadores personales, la web de Tim Berners-lee, ya a finales de los ochenta, y la posterior expansión de la microinformática y la telefonía inteligente han hecho del correo electrónico que diseñara Tomlinson hace cuarenta años el auténtico protagonista de la comunicación interpersonal a través de Internet. Lo que incluye ahora incluso a sistemas aún más sofisticados para enviar mensajes a grupos de amigos (por ejemplo, Facebook o Twitter y, en telefonía móvil, Whatsapp).
Ray Tomlinson ocupa el puesto de ingeniero principal de BBN desde 1987. Ha desarrollado para su empresa en estos últimos decenios diversas mejoras en protocolos de comunicaciones, servidores de información en vídeo y sistemas de teleconferencias multimedia, además de programas militares de logística y programas de seguridad en el floreciente comercio electrónico en red.
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