lunes, 16 de junio de 2014

¿Qué pasa si un astronauta se desprende de la nave durante un paseo espacial?




Nunca ha sucedido, y la NASA confía en que nunca suceda. Pero, por si acaso, los astronautas no suelen flotar libremente en el espacio. En el exterior de la Estación Espacial Internacional siempre permanecen anclados a la nave con un amarre de acero dotado de una fuerza de tracción de 499 kg. Si el paseo espacial es de dos personas, a menudo van amarradas entre sí.

Si los amarres fallaran, los astronautas tienen un asombroso plan B: Cinturones cohete. Cada uno de ellos lleva un SAFER (Ayuda Simplificada para Actividades Extravehiculares de Rescate), una mochila dotada de un sistema de eyección de nitrógeno incorporado que puede redirigirlo de nuevo hacia la estación.

Evidentemente, el SAFER solo es operativo si el astronauta está consciente. Pero, ¿y si recibe un golpe en la cabeza, se desprende el amarre y no puede accionar la mochila? El brazo robótico de la estación no suele estar al alcance del astronauta, y se mueve demasiado despacio como para remolcar a alguien. Los vehículos Soyuz necesitan un día entero para ponerse en marcha y desacoplarse. Para entonces, los filtros de dióxido de carbono que hay en el interior del traje se habrán agotado, y el astronauta habrá muerto asfixiado. Y el ISS no puede redireccionar su cohete de posicionamiento con la suficiente rapidez como para atrapar al astronauta.

En el peor de los casos, la única opción de rescate es que un segundo astronauta una los extremos de varios amarres, los fije a la estación y utilice su SAFER para llegar al encuentro de su compañero y conducirlo hasta la nave. Ciertas condiciones podrían facilitar el rescate. Si un astronauta flotase más o menos en ángulo recto a la órbita de la nave, las leyes de la dinámica orbital (demasiado complejas para explicarlas aquí) harían que volviese a la estación al cabo de una hora.

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