miércoles, 29 de enero de 2014
El Yoga físico y mental: una técnica milenaria
Para unos se trata de una filosofía, para otros de una gimnasia exótica, un arte, una ciencia, una religión o una forma de estar en el mundo, una actitud ante la vida. Aunque el concepto que se tiene de esta técnica en Occidente tiene poco que ver con la que practican los yoguis de la India, lo cierto es que el yoga proporciona enormes beneficios tanto físicos como psíquicos a quienes lo practican.
La palabra sánscrita “yoga”, que proviene de yug –término que posee el doble significado de “uncir” y “unir” –puede ser comprendida como: “uncir, controlar, someter el cuerpo y la mente a la voluntad, y unirse, de este modo, espiritualmente a la divinidad superior”. Se trata de una disciplina ascética brahmánica o hinduista de meditación y concentración, que busca la perfección espiritual. En la religioso, es una doctrina teísta –existe un dios supremo: Ishvara –sistematizada, hacia el siglo II a.de C. por Patanjali en el Yoga-Sutra. Como práctica iniciática, es una técnica liberatoria que aspira al a supresión de la conciencia mediante diversos preceptos y ejercicios.
Aunque a ciencia cierta no se sabe cuáles fueron sus orígenes, es seguro que se trata de un saber tan viejo como la historia. La tradición cuenta que fue ideado por un grupo de hombres, los rishis –unos sabios hindúes- que abandonaron la vida mundana con el fin de establecerse en el Himalaya. Allí, en la más completa soledad y dedicados, con el más estricto ascetismo, a la contemplación de sí mismos, intentaban encontrar las respuestas a los eternos interrogantes que el hombre se ha formulado a lo largo del a historia: de dónde venimos, adónde vamos, quiénes somos, qué hacemos aquí…
Con la naturaleza como única escuela y la voluntad y su propio cuerpo como tecnología, los rishis comenzaron a descubrir algunos aspectos desconocidos del cuerpo humano. Así nació la leyenda: curaban a los enfermos solamente con imponerles las manos, levitaban suspendidos en prolongados éxtasis, leían los pensamientos, conocían sus reencarnaciones anteriores, predecían el momento de su muerte, controlaban el hambre y la sed, podían reducir o aumentar de tamaño a voluntad, se hacían invisibles y, al meditar, la temperatura de su cuerpo aumentaba de tal forma que hasta la nieve se derretía a su alrededor.
La primera codificación conocida sobre la doctrina de los yoguis, se cree que fue escrita en el siglo II antes de Cristo por el mencionado maestro Patanjali en su tratado Yoga-Sutra. La práctica del yoga expuesta en ese libro incluye ocho elementos o anajas: el primero es la contención o yama, que engloba las cinco prohibiciones –no matar, no mentir, o violar, no aparearse y no adquirir-; el segundo, la disciplina o niyama, con cinco observancias –pureza, serenidad, estudio de la metafísica yoga y esfuerzo por hacer de Dios el motivo de todas las acciones-; el tercero, las posturas o asanas; el cuarto, la respiración regulada o pranayana; el quinto, la eliminación de las percepciones de los objetos exteriores o pratyahara; el sexto, la concentración o dharana; el séptimo, la meditación o dhyana; y el octavo, la absorción o samadhi
A finales del siglo XIX, los soldados ingleses trajeron el yoga al continente europeo. Estos soldados habían vivido en la India, habían convivido con los yoguis y aprendieron de ellos las distintas técnicas del yoga. También los miembros de la Sociedad Teosófica de Gran Bretaña realizaron una gran labor de difusión de ésta nueva filosofía. Pero no fue hasta los años sesenta del siglo XX cuando fue aceptado de forma masiva, especialmente por los más jóvenes. Tanto en Europa como en Estados Unidos, los jóvenes se entregaron a su práctica con el ánimo de alcanzar las metas que tanto el yoga como el hinduismo proponían: la superación del dolor, el dominio de los sentidos, la conquista de estados psíquicos y físicos de bienestar más próximos a la mística que al hedonismo y el reencuentro del hombre consigo mismo. El movimiento hippy y grupos de música tan conocidos como The Beatles también influyeron decisivamente en la popularidad de estas prácticas, utilizándolas ellos mismos como técnica de relajación y conocimiento e, incluso, haciendo numerosas referencias a la filosofía hindú en sus canciones.
Más, con los años, la práctica del yoga en Occidente fue abandonando su exotismo y espiritual, para pasar a convertirse en una disciplina psicocorporal apta para todo tipo de personas. De todos los tipos de yoga que existen, Occidente adoptó fundamentalmente dos: el yoga físico y el yoga mental. Tal vez porque su práctica aporta beneficios más inmediatos y tangibles y porque son más fáciles de acoplar a la vida del hombre urbano que otros yogas más místicos que hacían furor en los años sesenta.
Por tanto, el yoga que hoy se practica en Occidente de forma masiva se preocupa más de las cuestiones terapéuticas y prácticas que de lo sobrenatural y de la mística religiosa. Incluso se ha llegado a convertir en un nuevo ejercicio terapéutico que médicos y psicólogos aconsejan a sus pacientes. Además, resulta barato e incluso fácil de poner en práctica. Tan sólo es necesaria una habitación bien ventilada –a ser posible sin ruidos-, ropa suelta –preferentemente de algodón-, algo de paciencia y mucho tesón. Aunque no es peligroso, conviene que su práctica sea dirigida por un experto, sobre todo en aquellos casos en que lo delicado de la dolencia así lo aconseje. Cada día está más extendida su práctica entre las personas mayores, que consiguen con el yoga devolver a su cuerpo cierta elasticidad perdida.
Los yoguis descubrieron hace más de cinco mil años que hay una estrecha relación entre el cuerpo y la mente, y que lo que afecta a aquél repercute en ésta, y viceversa. Por eso, el yoga físico o hatha-yoga actúa sobre el cuerpo, armonizando las energías positivas y negativas, así como las funciones y ritmos vitales, a fin de controlar la mente a través del cuerpo.
El yoga físico desarrolla técnicas encaminadas a eliminar las impurezas del cuerpo, mejorar las funciones orgánicas, equilibrar el sistema glandular, combatir las fluctuaciones mentales y despejar los canales energéticos. En resumen, el hatha-yoga reúne una serie de procedimientos que tienden al desarrollo armónico de todos los elementos que constituyen el ser humano. Las técnicas del yoga físico incluyen sobre el cuerpo –incluso sobre las células-sobre el carácter-ya que exigen una gran atención, voluntad, disciplina y rigor- y sobre la mente y sus facultades –ya que su práctica exige una gran concentración que favorece el desarrollo de las facultades mentales.
El hatha-yoga se sirve de una serie de los asanas o posturas del cuerpo, gestos no habituales que implican estiramientos, presiones y masajes, que flexibilizan y alargan el músculo aumentando su capacidad de resistencia y que mejoran el riego sanguíneo. Hay un gran número de posturas de yoga, aunque las principales son 20 –todas ellas con nombres de animales, héroes, plantas, sabios y divinidades-que suelen dividirse en varios grupos: los asanas de flexión hacia delante de la espina dorsal, de flexión hacia atrás, de torsión, de flexión lateral, de inversión, de acción sobre las piernas y de meditación. Hay posturas que ayudan a relajar la mente, otras previenen o combaten enfermedades, otras estimulan la función cerebral, pero todas pretenden eliminar las tensiones para conseguir una relajación profunda.
Los asanas deben hacerse y deshacerse lentamente, evitando movimientos bruscos. Hay que llevar la postura hasta un límite razonable, según la capacidad del practicante, y mantenerla durante unos minutos. Mientras se realiza la postura, se debe respirar de forma pausada y siempre por la nariz, mientras la mente está profundamente concentrada. Una sesión de asanas puede durar entre 20 y 30 minutos y debe realizarse en una sala en silencio, con el estómago vacío y usando prendas cómodas. El asana o postura de yoga más conocida es la del loto –la más usada para la meditación-, pero también son conocidos el saludo al sol y el saludo al a luna, que, sin tener el carácter estático de los asanas, son un conjunto de movimientos encadenados que hacen asumir al cuerpo numerosas posturas, consiguiendo así tonificarlo.
Otra de las técnicas utilizadas por el yoga físico es el pranayana o técnica de control de la respiración. Para los yoguis, prana es el principio vital universal o energía básica que todo lo anima y que proporciona la vida a los seres. Las cinco fuentes de prana son la respiración, la alimentación, el descanso y la relajación, el sueño y las impresiones mentales positivas. El prana se polariza en el ser humano en energía positiva y energía negativa; la primera fluye por la fosa nasal derecha y la segunda, por la izquierda. Así, y puesto que el yoga considera que todo el cuerpo es un depósito de energía, el yogui pretende equilibrar las fuerzas positivas con las negativas. Las técnicas de control respiratorio son una regulación consciente y rítmica de la respiración, en la que juega un papel fundamental la retención del aliento. Con la práctica del pranayana se consigue purificar y despejar los canales de energía, aumentar las reservas energéticas, ejercer masajes sobre el corazón, activar la circulación, controlar el sistema nervioso, aumentar la resistencia del organismo, prevenir enfermedades respiratorias, incrementar la capacidad de concentración y purificar la mente….
Pero el yoga físico o hatha-yoga también utiliza técnicas de limpieza e higienización, que se denominan shatkarmas, con las que se pueden purifican los intestinos, la garganta, las fosas nasales y otros órganos y zonas del cuerpo. Los mudras y bandas son técnicas de control y acción muscular, así como de activación de determinados puntos energéticos, que hace uso del hatha-yoga para conseguir sus objetivos.
Mientras el yoga físico actúa fundamentalmente sobre el cuerpo para beneficiar la mente, el yoga mental o radja-yoga pretende armonizar la mente y otorgar mayor claridad mental. Sus técnicas, englobadas bajo el término genérico de meditación, consiguen activar, purificar y desarrollar la atención del individuo. La atención y la ecuanimidad son los dos factores básicos que intervienen en las técnicas de meditación y con la práctica de esta especie de gimnasia mental se mejora el carácter y, con ello, las relaciones humanas. Eso sí, hay que saber tener paciencia, porque el proceso es lento y los resultados no son inmediatos.
Una sesión de meditación debe durar unos 15 o 25 minutos, y se puede hacer con los ojos abiertos, cerrados o semiabiertos. Existen muchas técnicas de meditación, como las de concentración y unificación de la mente –que consiste en fijar la mente en un único objeto excluyendo el resto- o las que utilizan el proceso respiratorio para concentrar la mente. En otra los yoguis se sirven de la recitación de mantras o fonemas místicos –los más conocidos son “om” y “ham sa”-. Hay quien usa una imagen mental, la visualiza, la recrea y, gracias a ella, consigue emociones positivas. Otras técnicas de meditación más complicadas consiguen que el yogui tome conciencia de los procesos físicos y mentales para modificar las estructuras de la mente, o consiguen retrotraer la conciencia para conseguir un estado de paz profunda.
Aunque básicamente el yoga es un método de autorrealización personal, muchas de sus técnicas se utilizan desde hace cientos de años para prevenir –e incluso, a veces, curar- enfermedades tanto físicas como mentales. Por ejemplo, el gobierno indio subvenciona el tratamiento del asma y la diabetes con yoga, meditación y medicación convencional y, en Inglaterra, los centros Yoga for Health se ocupan de la esclerosis múltiple, además de utilizarse como técnica para la preparación al parto.
Entre otras cosas, la práctica del yoga puede mejorar el sistema circulatorio, prevenir la hepatitis y otras enfermedades hepáticas, evitar catarros y enfermedades respiratorias, combatir el estreñimiento o la obesidad, y mejorar la zona lumbar y dorsal. Incluso, se ha practicado en el espacio, ya que el primer cosmonauta de nacionalidad india, Rakesh Sharma, lo introdujo n sus ejercicios preparatorios, demostrando que puede ayudar a disminuir los efectos negativos sobre el organismo de la falta de gravedad. Pero en lo que quizás pueda ser más eficaz es en la prevención y curación de enfermedades mentales tan extendidas en nuestros días como la neurosis, la ansiedad o la depresión. Gracias a la práctica de la meditación y las técnicas de relajación del yoga, el individuo puede dominar su mente y sus emociones.
Aunque las técnicas que han llegado hasta nuestros días tienen poco que ver con lo que unos místicos idearon hace cientos de años en la India y se parezcan más a un ejercicio gimnástico que a una filosofía de vida, parece demostrado que el conocimiento del yoga tiene importantes beneficios tanto físicos como psíquicos. Si además resulta accesible a cualquier edad, sexo, condición y bolsillo, resulta una práctica idónea para seguir estando vigente por mucho tiempo.
Algunas de las hazañas relacionadas con esta práctica las citamos a continuación:
-El francés Guy Goudoux, oriundo de la isla Martinica, que mide 1.85 m y pesa 80 kilos, ha conseguido introducirse en una caja de cristal hermética de 51x41x43 cm y permanecer en ella 6 horas. Un hombre en estado normal agotaría el aire en menos de una hora, pero Guy Goudoux, gracias a sus conocimientos de yoga, pudo controlar su respiración, bajándola de 16 inspiraciones por minuto a 8 o 5. Él afirma que se trata de una concentración de su cuerpo mental, que consigue gracias al dominio de sus funciones sensoriales.
-Algunos yoguis son capaces de parar su corazón y luego hace que vuelva a latir. De hecho, en 1971, un equipo de médicos de la Universidad de Nueva Delhi decidió examinar a tres yoguis que aseguraban que podían parar su corazón. En su investigación constataron que el sonido de los latidos de corazón desaparecía en sus estetoscopios, que las pulsaciones habían desaparecido y que la presión sanguínea había bajado, pero el electrocardiograma presentaba curvas normales y la radiografía mostraba que las contracciones del músculo cardiaco, aunque disminuidas, no habían cesado en ningún momento.
-El yogui Satjamurti fue capaz de permanecer 8 días sin comer ni beber, acostado en una fosa cubierta de tierra. Al segundo día, los científicos pensaron que el yogui había muerto, pero al ayudante de Stjamurti les impidió abrir la tumba. El electrocardiograma permaneció plano hasta media hora antes del momento fijado para poner fin a la experiencia, en que volvió a mostrar la actividad cardiaca del yogui. A pesar de todos los intentos, no fue posible hallar una razón científica al hecho.
-Los yoguis, tras un complicado ritual, son capaces de avanzar lentamente sobre un lecho de brasas sin quemarse. Se ha tratado de explicar esta insensibilidad mediante la acción supresora del dolor de la endorfina, una sustancia parecida a la morfina que segrega el cerebro. Según esto,, los yoguis habrían conseguido dominar de tal forma su cerebro que éste produciría endorfina para evitar el dolor.
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