jueves, 6 de junio de 2013

Fort Knox






A pesar de que no es el depósito de oro más grande de los Estados Unidos –ese honor le corresponde al Banco de la Reserva Federal de Nueva York- Fort Knox es legendario por su extraordinario nivel de seguridad. No en vano protegió durante la Segunda Guerra Mundial los tesoros y documentos más valiosos del país.

Fort Knox es una instalación secreta construida en 1936 en Kentucky por el Departamento del Tesoro de EEUU para almacenar las reservas de oro del país y ahora está bajo jurisdicción de la Casa de la Moneda de EE UU. La construcción de Fort Knox Army Post comenzó a principios de 1918. Este campamento permanente recibe su nombre de Henry Knox, un oficial bostoniano durante la Guerra de Independencia que llegó a ser el primer secretario de Defensa del país. El primer depósito de oro que se hizo llegó por ferrocarril en enero de 1937.


Cada lingote que se encuentra en las cámaras acorazadas mide 17.8 cm de largo por 9.2 de ancho y 4.5 de alto, y pesa 12.5 kg. En la actualidad, el oro guardado en las cámaras pesa en total unas 4.000 toneladas, pero durante la Segunda Guerra Mundial llegó a haber cuatro veces esa cantidad. Se estima que las reservas depositadas en Fort Knox se acercan al 2.5% de todo el oro alguna vez fundido, aunque va a la zaga del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, que atesora el 4% del total histórico.

Fort Knox también ha acogido varios objetos de gran valor, como la Constitución de Estados Unidos, la Declaración de Independencia y el discurso de Lincoln en Gettysburg, junto con las joyas de la Corona húngara, una Carta Magna y una Biblia de Gutenberg. La Constitución y la Declaración de Independencia, trasladadas por motivos de seguridad en 1940, se guardaron en un cofre de bronce que pesaba 68 kg hecho expresamente para este fin y que viajó bajo la estricta supervisión de los servicios secretos y las tropas armadas.

El edificio en sí consta de dos pisos con unas dimensiones de 32 por 37 metros. Su construcción
original requirió 750 toneladas de acero reforzado, 670 toneladas de estructuras de acero, casi 453 metros cúbicos de granito y más de 3.200 metros cúbicos de cemento. La entrada a la cámara acorazada se realiza por unas puertas de más de medio metro de grosor a prueba de explosiones y que pesan más de 20 toneladas. La cámara se divide en varios compartimentos sellados con una cinta especial y una cera que mostraría signos de manipulación.

Como es de esperar, el edificio es impenetrable para todos aquellos que no sean invitados. Además de los sistemas de última generación para proteger al edificio (cuyos detalles son secretos), también hay dos garitas de vigilancia en la entrada, que cruza una valla de acero. Hay más garitas de vigilancia en cada esquina del edificio. Los guardias, miembros todos de la Policía de la Casa de la Moneda de Estados Unidos (fundada en 1792), han seguido un duro entrenamiento y no son muy dados a dialogar con posibles intrusos. De hecho, en el sótano del edificio hay un campo de tiro que ofrece a los guardias un poco de tiempo extra para perfeccionar su puntería durante los descansos. Por supuesto, también está la base militar de Fort Knox, por si se necesitara más personal. En ella se acantonan más de 12.000 soldados y personal preparado para defender las reservas de oro de la nación.

Para entrar en la cámara hace falta una combinación de cifras que no sabe nadie en su totalidad, por
lo que varios miembros del personal deben estar presentes para marcar el código correcto. La cámara tiene una cerradura con un sistema de relojería que la bloquea durante 104 horas y hay un túnel secreto para aquellos que tengan la mala suerte de quedarse encerrados dentro una vez que la cerradura se haya activado. Los empleados no pueden, por contrato, revelar ninguna información sobre los sistemas de seguridad y se prohíben las visitas.

Es normal que con tanta seguridad Fort Knox haya atraído el interés de los teóricos de la conspiración. De hecho, la total ausencia de movimiento de un volumen de oro significativo, tanto de entrada como de salida, ha levantado muchas sospechas. El oro que se ha movido ha sido en pequeñas cantidades para llevar a cabo controles de auditoría y de procesos. Así pues, abundan teorías como la que afirma que ya no queda oro en Fort Knox porque ha sido trasladado a Londres, o la que asegura que ahora contiene objetos pertenecientes a pequeños hombrecillos verdes del espacio exterior.

Que no hay oro entre esas paredes de granito y acero es la idea que más ha rondado por la imaginación norteamericana a lo largo de los años. En 1974, la sospecha de que la cámara estaba vacía se extendió como la pólvora debido a la crisis financiera, sobre todo después de que se publicara el dato en un libro que atacaba el sistema financiero. Finalmente, el Departamento del Tesoro permitió la entrada a un civil, junto con miembros seleccionados de la prensa, para que se viera el contenido y así saciar la curiosidad de los que lo ponían en duda. Efectivamente, pudieron confirmar que había oro y en abundancia. Fue la primera vez que se permitió a un civil penetrar en la cámara de Fort Knox desde que lo hiciera el presidente Franklin D.Roosevelt en 1943.

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