viernes, 3 de mayo de 2013

Bill Gates - un ordenador en cada casa


 


 Talentoso para los negocios, con la mente siempre activa, este hombre que despierta admiración pero también odios, se fijó un día una meta: conseguir que cualquier persona pudiera utilizar un ordenador en su propia casa. Un apasionado de la informática que ya es leyenda.

Si hubiera hecho caso a sus padres hoy seguramente estaríamos hablando de un renombrado abogado. Pero por mucho que su familia tratara de convencerle para que estudiara derecho en la Universidad, él ya había empezado a programar su futuro antes de terminar la educación elemental. Fue en la escuela privada de Lakeside, en su Seattle natal, donde William Henry Gates III vio por primera vez un ordenador, y enseguida supo que acabaría dominándolo. Se olvidó entonces de las leyes que habían hecho de su progenitor, William Henry Gates II, un hombre respetado y adinerado, y se aplicó en ciencias de la informática ya en séptimo grado. Tuvo suerte, porque otro compañero, llamado Paul Allen, tenía idénticas inquietudes. Sí, Microsoft se forjó en los pupitres.

Es de suponer que aquellos dos nerds pasaron horas y horas encerrados en el garaje de sus casas entre circuitos. El ordenador del que Bill, de 13 años, no quería separarse ni un momento era una mini computadora de última generación, una DEC PDP-10 que el colegio había alquilado a General Electric. Se pagaba por uso, y en apenas unos meses él y su amigo Allen, dos años mayor, habían gastado todo el dinero de la escuela reservado para tal fin, por lo que nunca más la pudieron tocar.

Pero, para entonces, Gates ya sabía programar el tres en raya con BASIC, un lenguaje informático creado en 1964 para estudiantes y profesores que no fueran de ciencias. Poco tiempo después, una empresa de informática local, la Computer Center Corporation, ofreció al colegio la posibilidad de usar su PDP de igual forma. Para que no ocurriera lo mismo que la vez anterior, el indomable Bill instaló un programa para alterar las facturas, lo que provocó un colapso en la red nacional a la que estaba conectada la compañía. ¿Fue el primer virus de la historia de la informática? Seguramente sí, y por ello hubo un castigo: una orden de seis semanas de alejamiento del ordenador.

Tras cumplir la sanción, Gates y Allen tuvieron ocasión de trabajar para la Information Science, empresa que había pedido al equipo de informáticos de la escuela que elaborara un programa de nóminas. A los de Lakeside, al encontrar más dificultades de las previstas, no les quedó más remedio que gritar “socorro” y recurrir a sus dos alumnos estrella. Esto les sirvió a ellos para reforzar sus conocimientos y fundar, en plena adolescencia, su primera empresa, Traf-O-Data, que ofrecía servicios de análisis de patrones de tráfico a la administración local. Con ella consiguieron un fondo de 20.000 dólares, que sería fundamental a la hora de crear la futura Microsoft.

Muy poco tiempo aguantó Bill Gates en la Universidad de Harvard. En enero de 1975, un entusiasmado Paul Allen le mostró a su amigo el último número de la revista Popular Electronics, en cuya portada aparecía una computadora de la firma MITS que se llamaba Altair 8800 y tenía un precio muy competitivo. A sus 19 años, Gates pensó que quizás podrían proporcionar a la empresa un intérprete BASIC para el nuevo ordenador y hacerlo así más atractivo para los aficionados. En ocho semanas lograron desarrollarlo con la ayuda de otro estudiante, Monte Davidoff, encargado de escribir las rutinas de aritmética de punto flotante. El programa sólo necesitaba cuatro kilobytes de memoria, algo esencial para que MITS firmara un contrato con los dos jóvenes empresarios.

La proliferación de copias pirata del programa enojó bastante a Bill, que acusó entonces de robo a los
usuarios, entre los que comenzó a granjearse cierta mala fama. Con la inestimable ayuda de su padre –responsable absoluto de la protección de los derechos de autor de su hijo-, Microsoft echó a andar con un único objetivo: desarrollar el lenguaje BASIC para el resto de ordenadores personales que fueran surgiendo en el mercado. Desde una oficina en Alburquerque empezaron a realizar y vender software para los primeros Apple y Commodore, ya con unos cuantos empleados en nómina, a los que dejaban vestir sin corbata pero no levantar la cabeza de los teclados. Su gran oportunidad llegó en 1980, año en que IBM se puso en contacto con Microsoft para solicitar su ayuda para la creación de un nuevo sistema operativo. Se dice que en el momento mismo de cerrar el trato con la todopoderosa IBM, no había nada preparado.

Días después de alcanzar el acuerdo, Gates compró por 50.000 dólares a un tal Tim Patterson el sistema operativo 86-DOS. El fundador de Microsoft se hizo con la licencia original, la mejoró y consiguió que a partir de ese instante todos los ordenadores de IBM llevaran incorporado de serie lo que él denomino MS-DOS, un sistema basado fundamentalmente en el uso de comandos, del cual se aseguró los derechos de comercialización. Además, logró que la compañía diera su consentimiento para que otras empresas dedicadas a desarrollar software pudieran crear programas compatibles. Esto provocó una venta masiva de licencias, ya que nadie quería trabajar en el mercado sin pensar en IBM.

Con 25 años, Bill Gates ya era el referente número uno en el mundo de la informática, por mucho que sus métodos no gustaran prácticamente a nadie. No solo compró la idea a Patterson por poquísimo dinero, sino que además logró que IBM prefiriera trabajar con él antes que hacerlo con el propio creador. ¿Cómo fue posible? Las malas lenguas dicen que todo fue gracias a la intercesión de su madre, Mary Maxwell, profesora y también directiva de la empresa United Way, en la que trabajaba con John Opel consejero delegado de IBM.

Si Bill Gates es la persona a la que la humanidad debe haber llegado a entender el funcionamiento de
un ordenador no es solo gracias a la aparición del MS-DOS, que a pesar de la revolución que supuso no permitía el uso del ratón y ni siquiera era multiusuario ni multitarea. Su gran éxito fue presentar, un 20 de noviembre de 1985, la primera versión de Microsoft Windows, un sistema operativo en el que se dio prioridad al creciente interés del usuario en las interfaces gráficas, a través de ventanas (tareas ejecutadas) e iconos de acceso. En otras palabras: ofrecía un entono amigable para usuarios inexpertos. Convertido en el competidor directo de Apple, Windows fue añadiendo mejoras en los sucesivos años, con la inclusión de programas informáticos tan importantes como Word y Excel y la compatibilidad con otros externos, hasta convertirse en el sistema operativo más utilizado del mundo.

Grandes hitos en la historia de Windows fueron el lanzamiento de la versión 95, que cambió para siempre la forma de interactuar con un PC, el Windows NT para profesionales, la edición XP y el Windows 7, ya mucho más intuitivo. ¿En contra? Los errores de seguridad, con hackers siempre al acecho; las continuas acusaciones de plagio por parte de Apple –de la que Gates compró el 6% de las acciones en 1997- y de otras compañías; los supuestos abusos de poder, su clara autoafirmación como gran monopolio; juicios y más juicios cansaron tanto a Bill, que decidió en el año 2000 abandonar la dirección de Microsoft, para desvincularse de ella en 2006. Aunque no del todo: hoy en día continúa siendo el mayor accionista individual de la empresa.

Pero a Gates ya no le interesa tanto innovar. Desde 1994, lo que más le importa son los proyectos que dan vida a la Fundación que creó junto a su esposa Melinda, orientados a mejorar la educación infantil en zonas desfavorecidas. Amado por muchos y odiado por otros. Bill Gates, hoy convertido en filántropo –igual que su eterno amigo Paul Allen- ha marcado un antes y un después en el mundo de la informática. Él y solo él es responsable de que la gene corriente sepa utilizar un ordenador, y también del enorme éxito de la industria de los videojuegos para PC. Su reino ya no es de este mundo. Quizá siempre estuvo por encima del bien y del mal.

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