En la prisión ADX Florence, también conocida como el Alcatraz de las Rocosas, viven los criminales más peligrosos de América. Entre sus internos se encuentran terroristas curtidos y presos demasiado violentos para tenerlos en instalaciones normales. La mayoría de los reos sabe que la única manera que tiene de abandonar la penitenciaría es con los pies por delante.
El centro se inauguró en noviembre de 1994 con un coste de 60 millones de dólares y se encuentra saliendo de la autopista 67, a los pies de las Montañas Rocosas. Tiene una extensión de casi 15 hectáreas y se halla no muy lejos del pequeño pueblo de Florence (4.000 habitantes). Tiene capacidad para 490 presos y el personal está formado por unos 350 empleados. El terreno fue donado por los habitantes de Florence en 1990, principalmente por las expectativas de trabajo.
ADX Florence debe su existencia a un hecho ocurrido el 22 de octubre de 1983 en un centro penitenciario en Marion (Ilinois). Ese día, dos guardias fueron asesinados en incidentes aislados pero prácticamente idénticos, cuando los presos que estaban escoltando se soltaron las esposas y los apuñalaron con la ayuda de otros reos. Este caso abrió el debate sobre cómo tratar a los prisioneros violentos que ya cumplen duras penas y para quienes la amenaza de mayores pérdidas de libertad no tiene ningún efecto. Una de las soluciones acordadas fue la “control unit prison”, de la cual ADX Florence es el primer ejemplo.
Aquí los prisioneros más peligrosos de Norteamérica permanecen aislados de sus guardias y de los otros presidiarios el máximo posible. Sólo un 5% de ellos llega al centro directamente de los juzgados. La mayoría procede de otras prisiones donde han demostrado su propensión a ejercer una violencia extrema. La seguridad es muy estricta; a cada preso se le asigna uno de los seis niveles de seguridad existentes.
Las celdas miden unos 2.1 por 3.6 metros y contienen los muebles mínimos, hechos de obra. Los lavabos e inodoros han sido diseñados para frustrar cualquier intento de inundar las celdas, mientras que las ventanas han sido proyectadas para que los presos no puedan saber su ubicación exacta dentro de las instalaciones (dificultando así cualquier intento de fuga). Las vistas generalmente se limitan a un trozo de cielo o pared.
El complejo principal tiene unos muros muy altos y todo el recinto está rodeado de torres de vigilancia y vallas con alambre de espino cuya altura equivale a la dos hombres. Guardias con perros patrullan por el perímetro con regularidad. Dentro del complejo hay unas 1.500 puertas de acero activadas por control remoto, además de cámaras de vigilancia y detectores de movimiento y peso. Cuando un guardia abre una puerta manualmente, la llave que ha usado se coloca inmediatamente tras una pantalla de aluminio para que los internos no puedan memorizar visualmente su forma y tratar de crear una copia. Hasta hoy, no ha habido ningún intento de fuga que haya tenido éxito.
A los reos no se les permite tener ningún aparato de telecomunicaciones, pero sí hacer una única llamada telefónica al mes, de 15 minutos y bajo vigilancia. Se les encierra en sus celdas 23 horas al día durante el primer año de condena, y no comen ni socializan con los demás internos. Los guardias entregan la comida en cada celda. Los presidiarios pueden usar un patio exterior excavado como una piscina, de uno en uno y durante cortos periodos de tiempo. Después de un año, y dependiendo del caso, se intenta incrementar el nivel de socialización, lo cual implica comer con los demás. Los internos que respondan bien a las normas de la prisión podrán pasar hasta 16 horas al día fuera de sus celdas en su último año de condena. Cada celda tiene un televisor en blanco y negro que emite programas educativos.
Dentro de la prisión se encuentra una zona conocida como Range 13, donde las medidas de seguridad son todavía más restrictivas. A los internos de esa zona se les considera tan peligrosos que no tienen prácticamente ningún tipo de contacto con nadie. Range 13 pasa largos periodos desocupado y raramente contiene más de uno o dos presidiarios.
La lista de internos de este centro incluye personas como Timothy McVeigh (posteriormente ejecutado por su papel en los atentados de Oklahoma), Ted Kacynski, conocido como Unabomber, Eric Rudolph (el terrorista del Parque Olímpico de Atlanta), Ramzi Yousef (condenado por el ataque terrorista al World Trade Centre en 1993 y visitante ocasional de Range 13) y varias personas condenadas por actividades relacionadas con Al Qaeda o la mafia.
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