lunes, 21 de enero de 2013

La basura espacial


Hay un montón de basura orbitando alrededor de nuestro planeta. Más de la que desearíamos. La basura incluye las fases desechadas de los cohetes, fragmentos de satélites destrozados y objetos aleatorios, como las herramientas que se desprenden durante los paseos espaciales de la Estación Espacial Internacional. Según la NASA, hay unos 18.000 objetos en órbita de mayor tamaño que una pelota de béisbol; 300.000 más grandes que una moneda y millones de tamaño incluso menor (entre ellos, los 150.000 trozos del tamaño de un terrón de azúcar producidos cuando los chinos derribaron uno de sus difuntos satélites en 2007.

Esta generación de residuos aun proliferará más cuando los fragmentos más grandes que una bola de tenis colisionen contra objetos de mayor tamaño, creando una nube de basura aún mayor. No obstante, prácticamente toda se desintegrará en la reentrada, así que, a no ser que hagamos viajes regulares hacia su órbita, no será necesario preocuparnos en exceso.

Y, ¿es probable que me alcance un trozo de basura espacial que no se haya desintegrado en la reentrada?

No es necesario ponerse casco. La probabilidad de que uno de los millones de trozos de basura espacial que orbitan la Tierra nos golpee precisamente a nosotros es de una entre mil millones. Pero el riesgo de que alguien, cualquiera, sea alcanzado puede ser bastante mayor. La NASA y otras agencias espaciales minimizan el riesgo hasta una proporción de 1 entre 10.000.

Las probabilidades son mayores con los objetos de mayor tamaño. Por ejemplo, existe un riesgo de 1 entre 10.000 de que el telescopio espacial Hubble alcance a alguien si se desprende de su órbita una vez desactivado, por eso la NASA lo reorientaría hacia el océano.

Solo hay un caso de residuos que hayan alcanzado a alguien. En 1997, Lottie Williams estaba en un parque de Tulsa, Oklahoma, cuando una pieza metálica del tamaño de un DVD procedente de un cohete Delta II la golpeó en el hombro. Se precipitaba a una velocidad muy baja, según la NASA, y la mujer salió indemne.

Si eres un turista espacial, no obstante, cualquier fragmento representaría un peligro: los restos orbitan a una velocidad de 28.900 km/h, lo suficiente para que una mancha de pintura de 0.18 mm abriera una brecha en la ventana de la lanzadera en 1983.

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