domingo, 25 de diciembre de 2011

San Esteban

La historia de san Esteban aparece en los Hechos de los Apóstoles y tuvo lugar justo después de la crucifixión de Jesús, cuando los apóstoles se encontraban todavía predicando en Jerusalén. Éstos nombraron diáconos a unas cuantas personas para que se encargasen de velar por las necesidades de los fieles cristianos y entre ellas se encontraba precisamente san Esteban, un hombre “lleno de gracia y de virtud” que no tardó en realizar numerosos milagros y prodigios. Pero unos judíos de habla griega, envidiosos de su elocuencia, lo acusaron de haber blasfemado contra Moisés y Dios.

Al defenderse de tales acusaciones, san Esteban acusó al sanedrín de haber dado muerte al “Justo” para, a continuación, añadir, sellando así su destino: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre en pie, a la diestra de Dios”. Tras realizar esta afirmación, blasfema según la ley judaica, lo condujeron fuera de las murallas de la ciudad y lo lapidaron, con lo que se convirtió en el primer mártir del cristianismo, pues murió en el año 36. Entre la muchedumbre se encontraba un devoto judío de nombre Saulo que sostenía las túnicas de los que lanzaban las piedras, y que con el tiempo habría de convertirse al cristianismo con el nombre de Pablo.

A san Esteban suele representársele casi siempre con la apariencia de un hombre joven vestido con la dalmática de diácono y un evangelio en las manos. Además, suele haber también piedras, en alusión a su martirio, las cuales pueden encontrarse en sus manos, sobre su cabeza o bien sobre la dalmática. En los cuadros no devotos, es frecuente representarlo en medio del martirio. Por otro lado, no es extraño verlo acompañado de otro diácono, san Lorenzo, pues no en vano comparten la misma tumba en Roma, adonde según la tradición condujeron las reliquias del santo en el siglo V.

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