
2-Bombas en los aviones
Para estrellar un avión cargado de gasolina contra una estructura ocupada por personas no sólo hay que saber pilotar el aparato, sino también despegar de una pista y, muy probablemente, aterrizar (el motivo es que la mayoría de los despegues se practican mediante un método denominado “toma y despegue” consistente en que el avión aterriza e inmediatamente remonta el vuelo). Además, el terrorista tendría que comprar el avión sin levantar las sospechas del vendedor. En muchos sentidos, es más complicado cometer un atentado con una avioneta que secuestrar un avión comercial. Por eso, quizá la amenaza más realista sea que unos cuantos terroristas suicidas suban a varios aviones comerciales diferentes con explosivos ocultos y traten de detonarlos simultáneamente.

La intentona fue el colmo de la estupidez. A Al Qaeda no le interesa hacer estallar un avión; lo


En agosto de 2006, las autoridades británicas arrestaron a unas 25 personas y las acusaron de planear un atentado contra aviones civiles mediante “explosivos líquidos”. La naturaleza de estos explosivos nunca se ha revelado oficialmente, y no está claro cuáles serían las ventajas de unos explosivos líquidos respecto de los sólidos. Según algunos, se trataba de dos líquidos que sólo resultan explosivos al mezclarse, un sistema que sólo sería útil si los líquidos pasasen desapercibidos a los detectores químicos de los aeropuertos.
No hay un método totalmente eficaz de detectar un explosivo bien preparado. La técnica que más atención ha recibido –la llamada activación de neutrones, capaz de detectar el nitrógeno de las bombas –provoca demasiadas falsas alarmas- normalmente, varias por vuelo- por culpa del cuero y otros materiales que también contienen mucho nitrógeno. ¿Qué se hace con una maleta que activa un detector de bombas? ¿Abrirla? ¿Dónde? ¿Hacerla estallar? Mientras haya tantas falsas alarmas no habrá una solución aceptable.


Hace poco, en un viaje, el agente que operaba la máquina de rayos X, me hizo detenerme tras observar algo sospechoso en mi equipaje de mano (quizá la cámara de fotos digital, el móvil, las pilas de repuesto…) ¿Cómo fue capaz de registrar tantas cosas? No las registró; lo que hizo fue pedirme que me descalzase y colocar mis zapatos en el detector químico. Si de verdad yo hubiese sido un terrorista, seguramente tendría restos de explosivos en los zapatos.
¿No se pueden colocar bombas en el equipaje facturado? Claro que sí. En la actualidad, los aeropuertos, para hacer frente a este problema, exigen que todo el equipaje a bordo de un avión se empareje con los pasajeros que han embarcado. Esta exigencia provoca toda clase de molestias. Por ejemplo, si un pasajero ha facturado el equipaje y ha de cancelar el vuelo a última hora, es necesario retrasar el despegue para descargar todos los bultos y sacar el suyo. Hay quien piensa que emparejar a los pasajeros con sus equipajes no sirve de nada toda vez que los cerebros de los atentados perfectamente pueden servirse de terroristas suicidas, pero esta objeción no capta el verdadero sentido de la medida. El hecho de que Al Aqeda se vea obligada a usar terroristas suicidas nos concede una enorme ventaja por cuanto limita considerablemente el número de individuos disponibles para labores terroristas. Y los que quedan no son precisamente la flor y nat

Echemos un vistazo a las personalidades de los terroristas suicidas que se salieron con la suya. Según Johnelle Bryant, la mujer que entrevistó a Mohamed Atta acerca de sus planes de fumigación aérea, el cerebro del 11-S no era lo que se dice un individuo que pasaría desapercibido en Occidente. Tras protestar porque lo entrevistase “una vulgar mujer”, Atta amenazó a Bryant: “¿qué me impide cortarle el cuello ahora mismo?”. Hoy día, semejante comportamiento se pondría inmediatamente en conocimiento de las autoridades.
Varios de los restantes terroristas eran igual de ineptos. Richard Reid no fue capaz de

Por lo que respecta a las normas de seguridad aeroportuarias que prohíben a los pasajeros llevar tijeras y navajas, sirven de poco o nada. El peligro son los explosivos. Lo deseable es que existiese algún sistema eficaz para detectarlos, pero hasta entonces, obliguemos a las organizaciones terroristas a usar hombres-bomba y descubrámoslos en los aeropuertos. No hay que subestimar la eficacia de las medidas de seguridad. ¿Quién iba a decirnos, después del 11-S, que pasarían diez años sin más actos terroristas aéreos?
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