
Durante el genocidio ruandés, quizá 60.000 tutsis huyeron de sus asesinos hutu, muchos escondiéndose en los pantanos de Nyamwiza en el sudeste del país, cerca de la población de Nyamata, donde gran parte de esos tutsis habían vivido antes. Los hutus que los perseguían habían sido en no pocas ocasiones sus propios vecinos antes de hacer de la matanza de tutsis una especie de trabajo a jornada completa. Todos los días, durante cuatro semanas entre abril y mayo de 1994, dejaban sus chozas en las colinas cercanas, se tomaban el desayuno, se unían al resto de sus bandas y se internaban en los pantanos blandiendo sus machetes sobre las 9.30 de la mañana. Cazaban y mataban tutsis hasta las 4 de la tarde, cuando paraban para comer y relajarse en el bar local. A la mañana siguiente volvían a comenzar. Los hutus eran unos eficientes y perseverantes asesinos siete días a la semana.
Uno de los tutsis perseguidos era Evergiste Habihirwe, estrella deportiva del equipo de futbol local. El 11 de abril, estaba pastoreando su rebaño cuando se enteró de que los hutus habían comenzado a masacrar tutsis. Al principio pensó en buscar refugio junto a un antiguo amigo y colega del equipo, incluso aunque éste era hutu, pero cuando Evergiste llegó a su casa vio que este hombre ya había asesinado a dos niños y sostenía en la mano un machete chorreando sangre. Evergiste consiguió escabullirse sin que le vieran y corrió a su propia casa. Era demasiado tarde. Los hutus ya habían asesinado a toda su familia. Entonces, corrió con todas sus fuerzas hacia los pantanos. Más tarde recordaría:
“” Los jugadores eran los más emperrados en trocear a otros jugadores. Tenían la ferocidad del jueMis piernas de corredor me llevaron a toda velocidad por el bosque. Durante el día, me mantenía agazapado entre el sorgo; por la noche, escarbaba entre la basura buscando mandioca. Oía a mis antiguos compañeros del equipo acechando en las cercanías de mi casa. Eran los mismos tipos con los que solía pasarme la pelota… Gritaban: “¡Evergiste, hemos buscado entre los montones de cadáveres, no hemos visto aún tu cara de cucaracha. Te vamos a rastrear, trabajaremos de noche si es necesario, pero te atraparemos!Los jugadores eran los más emperrados en trocear a sus compañeros. Tenían la ferocidad del juego en sus corazones”.

Ruanda es un pequeño país en la región de los Grandes Lagos del dentro de África, con fronteras



Sin embargo, cuando llegaron los europeos –los alemanes a finales del siglo XIX y, tras la Primera Guerra Mundial, los belgas-, dejaron muy claras las distinciones racistas entre tutsis y hutus. La minoría tutsi, que a veces (pero no siempre) era de mayor estatura y rasgos más aquilinos, eran considerados “proto-europeos”; poseían, según un escritor belga, “unas maneras distantes, reservadas, corteses y elegantes”. Se pensaba que habían emigrado desde etiopía, cuna de una antigua civilización.
Por el contrario, los hutus eran los típicos campesinos, según el mismo escritor, “de naturaleza infantil, tímidos y perezosos y a menudo extremadamente sucios”.

En 1959, murió el monarca tutsi Rudahigwa y el resentimiento de los hutus contra los tuts

En 1962, Bélgica otorgó la independencia tanto a Ruanda como al vecino Burundi. Ruanda estaba gobernada por el Partido para la Emancipación de los Hutus (PARMEHUTU) y la nueva república no tardó en convertirse en un régimen corrupto de partido único. En Burundi, los Tutsis, gracias a su control sobre el ejército, consiguieron gobernar aun siendo minoría.
La historia entre ambos grupos fue ensangrentándose cada vez más. Los tutsis de Uganda y Burundi lanzaban ataques de guerrilla contra Ruanda, lo que provocaba las correspondientes represalias contra los tutsis en la propia Ruanda. Y cuando las guerrillas hutu atacaron Burundi en 1972, el ejército controlado por los tutsis desató lo que ha sido calificado como genocidio, matando a 150.000 hutus. “Con la excepción de Ruanda”, escribe el historiador René Lemarchand, “en ningún otro lugar de África tanta violencia ha matado tanta gente en un espacio tan pequeño como en Burundi en la primavera y verano de 1972”.
(Continúa)
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