viernes, 8 de abril de 2011

OVNIS:la gran alucinación colectiva (4)


Los encuentros con extraterrestres suelen agruparse en tres categorías diferenciadas, aunque existen otras clasificaciones. Los llamados encuentros en la “primera fase” se dan cuando hay un avistamiento del ovni; los encuentros en la “segunda fase” son aquellos de los que existen "evidencias reales", como pueden ser huellas, fotografías, películas, etc; por último, los encuentros en la “tercera fase” se dan cuando hay un contacto directo con los alienígenas. Veamos la primera fase.

Una gran parte de los testigos de avistamientos de ovnis suele coincidir en que los platillos volantes no emiten prácticamente sonido alguno cuando se desplazan a grandes velocidades. Bien, tengo que decir que por muy extraterrestres o extragalácticos que sean estos seres, así como las misteriosas naves que tripulan, cuando un objeto se desplaza en el aire a una velocidad superior a la del sonido (más o menos, unos 1.200 km/h) se debe producir lo que se denomina “boom sónico”, algo parecido a una tremenda explosión que se genera debido precisamente a que dicho objeto volador se desplaza más rápido que el sonido que él mismo genera.

Otro fenómeno curioso que se puede contemplar en las películas con platillos volantes consiste en que éstos, en muchas ocasiones, parecen rotar alrededor de un eje perpendicular al plano del disco de la nave. Una vez que las naves aterrizan, los alienígenas salen en su posición erguida paralela al eje de rotación anteriormente aludido. Y esto es lo extraño, ya que la fuerza centrífuga debería hacerles estar literalmente pegados a las paredes laterales de la nave mientras ésta viaja por el espacio sideral. Un tratamiento más correcto de este fenómeno se puede observar en la película “2001: una odisea del espacio” (1968), concretamente en la famosa escena en la que uno de los tripulantes de la inmensa nave de forma toroidal hace footing por el interior de la misma aprovechando la pseudogravedad generada por la rotación.

Finalmente, y quizá lo más importante, es el asunto de la aceleración. Los testigos de los encuentros en la primera fase suelen afirmar que los platillos volantes describen cambios repentinos de dirección a velocidades vertiginosas. Hacer esto requiere unas aceleraciones tremendas que vamos a comentar a continuación.

Pongamos el ejemplo de un coche de Fórmula 1. Si éste parte del reposo y acelera de 0 a 100 km/h en algo menos de tres segundos, la aceleración media que experimenta el piloto es de aproximadamente 10 metros por segundo cada segundo. Esto equivale a una aceleración idéntica a la de la gravedad en la superficie de nuestro planeta, es decir, la aceleración con la que se precipita un cuerpo que dejemos caer libremente cerca de la superficie terrestre. Comúnmente, a esta aceleración se la denomina g. Así, 20 metros por segundo cada segundo suele decirse 2 g´s; 30 metros por segundo cada segundo 3g´s y así sucesivamente.

Pero dejemos que nuestro automóvil de Fórmula 1 describa una curva de 100 metros de radio a 250 km/h. La aceleración que siente el piloto, en este caso, es de 5 g´s. Es como si el cuerpo del piloto pesase 5 veces más de lo normal. De ahí que los pilotos coloquen en sus habitáculos un apoyacabezas para estar más cómodos al describir curvas cerradas y que, por ello, necesiten ejercitar mucho los músculos del cuello, que son los que más sufren (hay que tener en cuenta que una cabeza humana ronda los 8 kg de peso). Pero sigamos con las cifras. Si un vehículo que se desplaza a 65 km/h sufre una colisión y se detiene en una décima de segundo, la desaceleración que sufre es de 18 g´s. Un platillo volante desplazándose a algo más de 1.000 km/h y que girase repentinamente hacia un lado en ángulo recto a la misma velocidad en una décima de segundo sufriría una aceleración de 300 g´s.

Los pilotos de combate, que son, probablemente, las personas que experimentan las mayores
aceleraciones en este mundo, raramente superan las 10 g´s, lo cual significa que si pretenden describir un ángulo recto, como el platillo volante anterior, emplearían 3 segundos. Para poder soportar estas tremendas aceleraciones, los pilotos permanecen embutidos en unos trajes especiales que obligan a la sangre a no acumularse en las extremidades y a fluir a la cabeza de forma que no pierdan el conocimiento. El récord de aceleración para un ser humano parece estar en unas 17 g´s durante unos 4 minutos aproximadamente, y para ello fue necesario emplear una enorme centrifugadora. Los mismos astronautas parten de cero hasta alcanzar casi los 40.000 km/h y emplean unos 15 minutos haciendo uso de las distintas fases del cohete, con lo que las aceleraciones experimentadas difícilmente superan las 4 o 5 g´s.

Las fuerzas involucradas en estos cambios de velocidad tan grandes en tan cortos lapsos de tiempo son de tal magnitud que pueden llegar incluso a destruir los vehículos, sobre todo los aviones de combate. Un ejemplo es la escena de “Superman Returns” (2006), en la que nuestro héroe detiene en pleno vuelo el avión en el que viaja Lois Lane… En las imágenes se pueden apreciar unas ondas que se propagan por el fuselaje al mismo tiempo que éste se deforma apreciablemente.

Decididamente, si de verdad proceden de otras galaxias, los platillos volantes deben atravesar distancias tan grandes que para poder realizar el periplo en un tiempo razonable deberían poder propulsarse a velocidades comparables a la de la luz en el vacío. Pero esto vuelve a requerir aceleraciones espeluznantes (a no ser que su tecnología alienígena haya desarrollado un sistema desconocido por nosotros, terrícolas atrasados). Acelerar hasta el 10% de la velocidad de la luz en unos 50 minutos supondría sufrir 1.000 g´s. Si no quisiesen perder tiempo en acelerar y lo consiguiesen en 30 segundos serían 100.000 g´s. En cambio, si no dispusiesen de una tecnología
y unos materiales capaces de soportar estas tensiones y quisiesen mantener una aceleración similar a la que disfrutamos aquí en la Tierra, necesitarían algo menos de 35 días. Y eso solamente para alcanzar una velocidad equivalente a la décima parte de la velocidad de la luz. En el hipotético caso de que un objeto pudiera alcanzar tal velocidad (semejante hazaña viene prohibida por la teoría especial de la relatividad), sería necesario casi un año de aceleración y otro más para detenerse. Por cierto, este hecho se refleja en la famosa novela de Pierre Boulle, llevada al cine por Franklin J.Schaffner en 1968, “El planeta de los simios”.

Hemos visto hasta aquí algunos aspectos relacionados con la física que hacen muy difícil creer en la existencia de las naves que dicen ver los testigos de OVNIS. Prestemos atención ahora al aspecto sociológico y psicológico del fenómeno.

Es significativo que un asunto del que en realidad sabemos tan poco, los ovnis, provoque tantas emociones. Especialmente es así en el frenesí de las denuncias de abducciones por extraterrestres. Al fin y al cabo, de ser ciertas, ambas hipótesis –la invasión de manipuladores sexuales extraterrestres o una epidemia de alucinaciones- nos enseñan algo que deberíamos saber. Quizá la razón de que las reacciones sean tan fuertes es que las dos alternativas tienen implicaciones desagradables.

Según se revela en repetidas encuestas a lo largo de los años, una cantidad demasiado alta de gente cree que nos visitan seres extraterrestres en ovnis. Según los más entusiastas de los OVNIS, no sólo el 79% de la gente cree en visitas extraterrestres de una u otra clase sino que entre el 10 y el 20% declara haber experimentado episodios sólo explicables mediante la abducción. Según estos mismos informadores, el 2% de los norteamericanos han sido abducidos, muchos de ellos repetidas veces, por seres de otros mundos. La cuestión de si los encuestados habían sido secuestrados realmente por extraterrestres no se planteó nunca.

Si creyésemos la conclusión alcanzada por los que financiaron e interpretaron los resultados de estas encuestas, y si los extraterrestres no son parciales con los americanos, el número de abducidos en todo el planeta sería superior a 120 millones de personas. Eso significa una abducción cada pocos segundos durante las últimas décadas. Es sorprendente que no lo hayan notado más vecinos.

¿Qué ocurre aquí? Cuando uno habla con los que se autodescriben como abducidos, la mayoría parecen muy sinceros, aunque sometidos a fuertes emociones. Algunos psiquiatras que los han examinado dicen que no encuentran más pruebas de psicopatología en ellos que en el resto de la gente. ¿Por qué una persona declararía haber sido abducida por criaturas extraterrestres si no fue así? ¿Podrían equivocarse todas estas personas, o mentir, o alucinar la misma historia (o similar)? ¿O es arrogante y despreciable cuestionar siquiera el sentido común de tantas personas?

Por otro lado, ¿sería posible que hubiera realmente una invasión extraterrestre masiva, que se
realizaran procedimientos médicos repugnantes sobre millones de hombres, mujeres y niños inocentes, que se utilizara a los humanos como reproductores durante muchas décadas y que todo eso no fuera conocido en general y comentado por medios de comunicación, médicos y científicos responsables y por los gobiernos que han jurado proteger la vida y el bienestar de sus ciudadanos? O, como han sugerido muchos, ¿hay una conspiración del gobierno/gobiernos para mantener a los ciudadanos alejados de la verdad?

¿Por qué unos seres tan avanzados en física e ingeniería –que cruzan grandes distancias interestelares y atraviesan paredes como fantasmas- son tan atrasados en lo que respecta a la biología? ¿Por qué, si los extraterrestres intentan llevar sus asuntos en secreto, no eliminan perfectamente todos los recuerdos de las abducciones? ¿Demasiado difícil para ellos? ¿Por qué los instrumentos de examen son macroscópicos y recuerdan tanto los que podemos encontrar en el ambulatorio del barrio? ¿Por qué tomarse la molestia de repetidos encuentros sexuales entre extraterrestres y humanos? ¿Por qué no robar unos cuantos óvulos y esperma, leer
todo el código genético entero y fabricar luego tantas copias como se quiera con las variaciones genéticas que se quiera? Hasta nosotros, los humanos, que todavía no podemos cruzar rápidamente el espacio interestelar ni atravesar las paredes, podemos clonar células. ¿Cómo podríamos ser resultado los humanos de un programa de cría extraterrestre cuando compartimos el 99,6% de genes activos con los chimpancés? Nuestra relación con los chimpancés es más estrecha que la que hay entre ratas y ratones. La preocupación por la reproducción en estos relatos alza una bandera de advertencia, especialmente teniendo en cuenta el inestable equilibrio entre el impulso sexual y la represión social que ha caracterizado siempre a la condición humana, y el hecho de que vivimos en una época de espantosos relatos, verdaderos y falsos, de abuso sexual de niños.

A diferencia de muchos medios de comunicación, los encuestadores y los que escribieron el informe “oficial” no preguntaron nunca a los encuestados si habían sido abducidos por extraterrestres. Lo dedujeron: los que alguna vez se han despertado con presencias extrañas alrededor, que alguna vez inexplicablemente creían volar por el aire, etc., han sido abducidos. Los encuestadores ni siquiera comprobaron si notar presencias, volar, etc,.. formaba parte de un mismo incidente o de otro distinto. Su conclusión –que millones de personas han sido abducidas- es espuria basada en un planteamiento poco acertado del experimento.

Con todo, al menos cientos de personas, quizá miles, que afirman haber sido abducidos han acudido a terapeutas simpatizantes o se han unido a grupos de apoyo de abducidos. Quizá haya otros con problemas similares pero, temerosos del ridículo o del estigma de enfermedad mental, se han abstenido de hablar o de pedir ayuda.

Se dice también que algunos abducidos se resisten a hablar por temor a la hostilidad y rechazo de los escépticos de línea dura (aunque muchos aparecen encantados en programas de radio y televisión). Se supone que su desconfianza incluye también a las audiencias que ya creen en abducciones por extraterrestres. Pero quizá haya otra razón: ¿podría ser que los propios sujetos no estuvieran seguros –al menos al principio, al menos antes de contar la historia repetidas veces- de si lo que recuerdan es un acontecimiento externo o un estado mental?


(Continuará....)

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