El 19 de diciembre de 1999, un jurado internacional eligió el Modelo T de Ford el Coche del siglo, asegurando de este modo la prominencia de Henry Ford como innovador industrial.
El Modelo T fue el primer coche fabricado completamente en la Ford Motor Company, fundada en 1903 en Detroit, con la intención de popularizar el uso del automóvil. El objetivo se cumplió con creces. En palabras del propio Henry Ford: “Hoy lo que más se demanda es un coche barato dotado de un motor lo suficientemente potente y fabricado con los mejores materiales (…) Debe ser lo bastante fuerte para circular por las carreteras norteamericanas y transitar por cualquier lugar por el que pasen los carruajes de caballos sin que el conductor tema por el coche”. El Modelo T disponía de un motor de cuatro cilindros, dos marchas para circular hacia delante y una marcha atrás –el conductor utilizaba un pedal para efectuar el cambio de marchas- y, al principio, una capota de lona con paneles laterales.
Fabricar coches era un trabajo lento al comienzo del siglo XX. Cada uno era construido a mano por separado y por varios equipos de trabajadores. Había partes no estándar que se hacían individualmente, o en pequeño número, a medida que se necesitaban. El resultado final solía ser una fina pieza de mano de obra, pero era cara. Si se pudiesen hacer los coches más rápidamente, podrían ser más baratos. Si fueran más baratos, se podrían vender más. Henry Ford fue la primera persona en poner esto en práctica.
La fabricación en serie exigía como requisito previo que todos los componentes se manufacturaran con suma precisión, para lo cual el propio Ford en persona ideó numerosas máquinas y herramientas. Sin embargo, el Modelo T no se fabricó en una cadena de montaje desde el principio. Además, Ford no inventó el trabajo en cadena. Se había estado empleando desde hacía bastante tiempo en varias fábricas de alimentación. Hacia 1870, una fábrica conservera de carne en la ciudad de Cincinnatti estaba utilizando una línea colgante para trasladar el ganado muerto de un trabajador a otro. Cada trabajador permanecía de pie en un lugar y hacía su corte particular cuando los animales pasaban junto a él.
El principio que Ford aplicó a la construcción de automóviles fue el mismo: llevar el trabajo al trabajador. La producción en serie de Ford comenzó en 1913. Los empleados se colocaron frente a una cinta móvil que transportaba los diversos componentes. El proceso de fabricación seguía el ritmo ininterrumpido del flujo constante de materiales y componentes. Incluso para ahorrar más tiempo todo el trabajo se colocaba al nivel de la cintura para que los hombres no tuvieran que inclinarse.
Ford y sus ingenieros jefe Sorensen y Martin realizaron varias pruebas de este revolucionario trabajo, lo ensayaron y después lo aplicaron en un área de trabajo tras otra. Como consecuencia se produjo un importante incremento de la producción unido a un abaratamiento paulatino de los precios. Así, en 1909 se fabricaron 14.000 automóviles, pero en 1916 la suma se había elevado a 585.000. Durante el mismo período, el precio de venta del coche bajó de 950 dólares a 360 dólares. La posición de Ford era tan óptima que pudo permitirse vender su coche en un solo color –negro- durante muchos años. Se negaba a desarrollar los aspectos estéticos. Era más rápido usar el mismo color para todos los coches que salían de la cadena y el negro fue elegido, al parecer, porque era el que secaba más rápido.
El Modelo T fue el primer coche fabricado completamente en la Ford Motor Company, fundada en 1903 en Detroit, con la intención de popularizar el uso del automóvil. El objetivo se cumplió con creces. En palabras del propio Henry Ford: “Hoy lo que más se demanda es un coche barato dotado de un motor lo suficientemente potente y fabricado con los mejores materiales (…) Debe ser lo bastante fuerte para circular por las carreteras norteamericanas y transitar por cualquier lugar por el que pasen los carruajes de caballos sin que el conductor tema por el coche”. El Modelo T disponía de un motor de cuatro cilindros, dos marchas para circular hacia delante y una marcha atrás –el conductor utilizaba un pedal para efectuar el cambio de marchas- y, al principio, una capota de lona con paneles laterales.
Fabricar coches era un trabajo lento al comienzo del siglo XX. Cada uno era construido a mano por separado y por varios equipos de trabajadores. Había partes no estándar que se hacían individualmente, o en pequeño número, a medida que se necesitaban. El resultado final solía ser una fina pieza de mano de obra, pero era cara. Si se pudiesen hacer los coches más rápidamente, podrían ser más baratos. Si fueran más baratos, se podrían vender más. Henry Ford fue la primera persona en poner esto en práctica.
La fabricación en serie exigía como requisito previo que todos los componentes se manufacturaran con suma precisión, para lo cual el propio Ford en persona ideó numerosas máquinas y herramientas. Sin embargo, el Modelo T no se fabricó en una cadena de montaje desde el principio. Además, Ford no inventó el trabajo en cadena. Se había estado empleando desde hacía bastante tiempo en varias fábricas de alimentación. Hacia 1870, una fábrica conservera de carne en la ciudad de Cincinnatti estaba utilizando una línea colgante para trasladar el ganado muerto de un trabajador a otro. Cada trabajador permanecía de pie en un lugar y hacía su corte particular cuando los animales pasaban junto a él.
El principio que Ford aplicó a la construcción de automóviles fue el mismo: llevar el trabajo al trabajador. La producción en serie de Ford comenzó en 1913. Los empleados se colocaron frente a una cinta móvil que transportaba los diversos componentes. El proceso de fabricación seguía el ritmo ininterrumpido del flujo constante de materiales y componentes. Incluso para ahorrar más tiempo todo el trabajo se colocaba al nivel de la cintura para que los hombres no tuvieran que inclinarse.
Ford y sus ingenieros jefe Sorensen y Martin realizaron varias pruebas de este revolucionario trabajo, lo ensayaron y después lo aplicaron en un área de trabajo tras otra. Como consecuencia se produjo un importante incremento de la producción unido a un abaratamiento paulatino de los precios. Así, en 1909 se fabricaron 14.000 automóviles, pero en 1916 la suma se había elevado a 585.000. Durante el mismo período, el precio de venta del coche bajó de 950 dólares a 360 dólares. La posición de Ford era tan óptima que pudo permitirse vender su coche en un solo color –negro- durante muchos años. Se negaba a desarrollar los aspectos estéticos. Era más rápido usar el mismo color para todos los coches que salían de la cadena y el negro fue elegido, al parecer, porque era el que secaba más rápido.
Conducir un Modelo T era completamente distinto de cualquier otro automóvil de la época. Al parecer era tan fácil que cualquiera lo podía hacer. En un caso de emergencia se podía hacer que fuera más despacio pisando uno cualquiera de los tres pedales. Por eso no importaba que el conductor se equivocara. No era muy cómodo de manejar, pero marchaba bien. Conducir por entre los campos no era problema.
Con una generosidad poco corriente, Ford publicó dibujos y descripciones detalladas de sus instalaciones. Con el paso del tiempo se modificaron en casi todas las partes del coche, aunque los cambios fueron siempre de naturaleza técnica y no estilística. En 1921 Ford estableció un record: el 55% de todos los automóviles norteamericanos eran un Modelo T.
Pero en 1926 las acciones de la empresa cayeron un 30%. La Ford Motor Company se enfrentaba con la dura competencia de General Motors, cuyo departamento de diseño se denominaba Art and Color Studios y cuya política de crear anualmente modelos nuevos poniendo énfasis en el diseño y el estilo le granjeó un gran éxito entre el público. El diseño se había convertido en valor visual añadido.
En 1927, tras haber fabricado quince millones de unidades del Modelo T, la producción cesó de manera abrupta y enseguida se optó por un sucesor más moderno: el nuevo Modelo A. Incluso en la actualidad, el Modelo T ejemplifica el considerable impacto del diseño en la producción industrial y automovilística.
Con una generosidad poco corriente, Ford publicó dibujos y descripciones detalladas de sus instalaciones. Con el paso del tiempo se modificaron en casi todas las partes del coche, aunque los cambios fueron siempre de naturaleza técnica y no estilística. En 1921 Ford estableció un record: el 55% de todos los automóviles norteamericanos eran un Modelo T.
Pero en 1926 las acciones de la empresa cayeron un 30%. La Ford Motor Company se enfrentaba con la dura competencia de General Motors, cuyo departamento de diseño se denominaba Art and Color Studios y cuya política de crear anualmente modelos nuevos poniendo énfasis en el diseño y el estilo le granjeó un gran éxito entre el público. El diseño se había convertido en valor visual añadido.
En 1927, tras haber fabricado quince millones de unidades del Modelo T, la producción cesó de manera abrupta y enseguida se optó por un sucesor más moderno: el nuevo Modelo A. Incluso en la actualidad, el Modelo T ejemplifica el considerable impacto del diseño en la producción industrial y automovilística.
nah que buzkndOh la tareah de vivar__*! ii la enkontre akii..!
ResponderEliminarjajaja..!