jueves, 19 de febrero de 2015
¿Tienen instintos los animales salvajes clonados?
Si criásemos a un tigre clonado como a un dulce gatito, ¿se acurrucaría en nuestra falda? ¿O existe un comportamiento salvaje codificado en su ADN que espera el momento para manifestarse? Sí, los clones son sin duda animales salvajes con instintos salvajes. Muerden y arañan. No puedes tocarlos sin guantes ni redes.
Se han utilizado gatos domésticos como madres de alquiler de embriones de gatos africanos clonados, y aunque una gata normal puede calmar a su gatito, su influencia no dura mucho. No patalean ni se pelean tanto, pero, cuando los apartas de los gatos domésticos, sobre todo cuando comienza la pubertad, aparece su instinto de supervivencia agresivo.
Los clones no son tabulas rasas. Son copias genéticas exactas de otra criatura. El comportamiento que hace de los gatos salvajes africanos unos cazadores exitosos en la sabana, fundamentalmente, se hace posible por la activación de un gen preciso en un momento determinado. El primer gato salvaje africano al que el ADN le dijo al cerebro “Oye, cómete a ese ratón de campo” tenía más posibilidades de sobrevivir y de reproducirse, y, al hacerlo, sus descendientes heredaron ese rasgo y automáticamente tuvieron el mismo comportamiento para sobrevivir. Estos genes también se transmiten cuando se clona a un animal. El comportamiento de nuestros clones refuerza la tesis de que los instintos, al menos en parte, son genéticos.
De modo que si los científicos clonan a un tigre dientes de sable, no acabará en un espectáculo de Las Vegas, sino que seguramente se zampará tu brazo. Y, por desgracia, un dodo resucitado no sabría cómo evitar repetir la historia y se quedaría quieto tranquilamente, como lo hicieron antes sus antepasados, esperando a extinguirse de nuevo.
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