domingo, 1 de febrero de 2015
¿Cómo funciona el jabón?
Una pastilla de jabón constituye un milagro químico: un bloque aromatizado que desencadena fuerzas moleculares cuando se sumerge en agua.
Las moléculas de jabón tiene la propiedad particular de que a uno de sus extremos lo atrae el agua mientras que al otro lo repele. Esto aporta al jabón dos propiedades clave a la hora de conseguir limpiar las cosas: en primer lugar, reduce la atracción que las moléculas de agua sienten unas por otras, haciendo que éstas se distribuyan de manera más efectiva sobre aquello que se ha introducido en el agua jabonosa, y, en segundo lugar, permite que las moléculas de jabón se introduzcan en la suciedad, la arranquen y la saquen junto con montañas de moléculas, cosa que también evita que la suciedad vuelva flotando a la ropa.
Curiosamente, aunque fueron los babilonios los que elaboraron jabón por primera vez hace unos 4.800 años (y probablemente por error), éstos lo utilizaban sobre todo para tratar afecciones de la piel. El poder del jabón para eliminar la suciedad no se asimiló hasta la época medieval. Dado que muchas infecciones bacteriológicas y víricas (en especial, los resfriados) se transmiten por contacto, la invención del jabón debe considerarse como uno de los mayores logros médicos de la historia.
Su efecto sobre las moléculas de agua viene muy bien para limpiar los espejos empañados cuando las diminutas gotas de agua condensada impiden que refleje bien las imágenes. Una ligera capa de jabón sobre el espejo rompe la tensión superficial de las gotas, de manera que éstas se separan y nos dejan ver nuestro reflejo, suponiendo que queramos, claro.
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