domingo, 24 de noviembre de 2013
El almacén de Iron Mountain
Iron Mountain Incorporated es una de las compañías líderes mundiales en gestión de datos y su almacén de alta seguridad más conocido se encuentra a más de sesenta metros de profundidad, en una antigua mina de Boyers (Pensilvania). Entre los materiales guardados figura la colección fotográfica Corbis, que pertenece a Bill Gates.
La compañía Iron Mountain fue fundada por Herman Knaust, un hombre de negocios que hizo fortuna cultivando y vendiendo champiñones. En 1936, pagó 9.000 dólares por una mina de hierro abandonada y rodeada por más de 40 hectáreas de tierra en Livingstone (Nueva York). Parece ser que Knaust estaba convencido de que ese era un lugar ideal para el cultivo del champiñón a gran escala. Pero en 1950 el mercado del champiñón cayó en picado y Knaust vio en ello una nueva oportunidad. La Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría habían evidenciado la necesidad de preservar los documentos oficiales en un lugar a salvo de ataques militares o de cualquier otro desastre. El en otro tiempo conocido como Rey del Champiñón rebautizó su mina y fundó la Iron Mountain Atomic Storage, Inc.
Por otra parte, el pueblo de Boyers, en el condado de Butler (Pensilvania), había sido una próspera comunidad minera hasta que agotó sus recursos, y desde 1954 varias empresas utilizaban sus antiguas minas de piedra caliza como almacenes. Tras una época de expansión durante las décadas de los ochenta y noventa del pasado siglo, Iron Mountain compró en 1998 una de las minas de Boyers al grupo National Underground Storage por poco menos de 40 millones de dólares. Por varios motivos, esta mina se convirtió en el buque insignia de la compañía.
Unas 52 hectáreas de la mina están dedicadas al almacenamiento con temperatura controlada, y entre sus clientes se cuentan desde la biblioteca fotográfica de Corbis hasta departamentos del Gobierno, pasando por productoras cinematográficas o archivos nacionales. Las instalaciones están totalmente protegidas de los elementos, son geológicamente estables y pueden resistir un bombardeo.
Cuando se acercan a Iron Mountain, los visitantes son recibidos por guardias armados que comprueban sus credenciales y registran los vehículos minuciosamente. Para entrar en el complejo hay que franquear unas grandes puertas de acero y las visitas deben ir acompañadas en todo momento por personal de la compañía. Los sistemas de seguridad incluyen una estrecha vigilancia en todo el recinto. Ni siquiera Bill Gates conseguiría adentrarse en Iron Mountain así como así.
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