jueves, 31 de octubre de 2013

¿Quién tiene más probabilidades de ser alcanzado por un rayo, un hombre o una mujer?



Los números hablan por sí solos: de las 648 personas muertas por el impacto de un rayo en Estados Unidos entre 1995 y 2008, el 82% fueron hombres, y por mucho que intentemos manejar explicaciones de tipo biológico –contenido extra de hierro en el cráneo, o propiedades altamente conductoras de la testosterona-, al final hay que dejar paso al argumento de la estupidez. Los hombres corren más riesgos en las tormentas eléctricas.

Los hombres son más reacios a dejar de lado lo que están haciendo por una “simple” inclemencia meteorológica, y seguirán realizando actividades que los pueden hacer más vulnerables, como la pesca, el camping y el golf. Las actividades deportivas y de ocio están detrás de casi la mitad de fallecimientos causados por un rayo.

Puede ser que las diferencias entre ambos sexos se remonten al sistema básico de estímulo-recompensa que ha formado parte de nuestro entramado biológico durante miles de años. Para la mujer, las ancestrales prioridades biológicas han sido siempre las de proteger su rol reproductivo y cuidar de sus retoños, lo cual descartaba cualquier inclinación por atraer a sus potenciales parejas exhibiendo conductas arriesgadas.

Pero para el hombre, el riesgo de ser alcanzado por un rayo podría quedar en segundo plano ante la necesidad de demostrar a sus competidores –y a sus hipotéticas parejas- que no tiene miedo alguno ante el peligro. Y especialmente por lo que respecta a los jóvenes, quienes tienen mucho que ganar impresionando al resto y elevando así su estatus como parejas atractivas, valientes y saludables. Y entonces…¡zas!

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