miércoles, 6 de febrero de 2013

La derrota más humillante de Napoleón




Aunque Waterloo fue sin duda la peor derrota de Napoleón, no fue la más embarazosa. El enemigo que hizo poner pies en polvorosa al corso conquistador fue… los conejos.

En 1807, el emperador estaba de enhorabuena tras haber firmado la Paz de Tilsit, un importante tratado entre Francia, Rusia y Prusia. Para celebrarlo, sugirió que la corte debería disfrutar de una cacería de conejos vespertina. O, más propiamente, un tiro al blanco.

El organizador del evento fue su hombre de confianza, Alexandre Berthier, que estaba tan deseoso de complacer a su emperador que compró miles de conejos para asegurarse de que habría suficiente “caza” para que todo el mundo se mantuviese ocupado.

Llegaron los invitados, se dio comienzo al acontecimiento y los cuidadores liberaron a los animalitos. Desastre: Berthier había comprado conejos domesticados, no silvestres; y los roedores pensaron –¡vaya equivocación!- que había llegado el momento, no de que los masacraran, sino de que les dieran de comer.

Así que en lugar de correr por sus vidas, miraron alrededor y divisaron a un pequeño hombrecillo con un gran sombrero. Inmediatamente creyeron que era su cuidador con la comida. Los hambrientos conejos se abalanzaron hacia Napoleón a toda la velocidad que les permitían sus fuertes patas (unos 56 km/h).

La partida de caza, ahora sumida en un caos absoluto, no pudo hacer nada para detener la avalancha. Napoleón no tuvo otra salida que correr, tratando de sacudirse a los conejos con sus propias manos. Pero éstos no cejaron en su empeño y empujaron al emperador hasta su carruaje mientras los cocheros trataban de ahuyentarlos a latigazos.

De acuerdo con relatos contemporáneos, el emperador de Francia salió disparado en su coche, comprensiblemente abatido y avergonzado.

1 comentario:

  1. genial blog, mucho ánimo, merece mucho la pena la lectura original de estos posts :)

    ResponderEliminar