
En realidad no llevó nunca nada sobre su ojo derecho, que era el que tenía dañado, aunque hizo que le pusieran una especie de visera en su sombrero para proteger el bueno, el izquierdo, del sol. Nelson no era tuerto. Su ojo derecho había sufrido serios daños –pero no quedó totalmente inservible- en el sitio de Calvi, en Córcega, en 1794. La bala de un cañón francés lanzó arena y barro a su ojo, pero seguía pareciendo normal –tan normal, de hecho, que el famoso marino tuvo dificultades para convencer a la Royal Navy de que merecía una pensión.
No existe ningún retrato contemporáneo de Nelson con un parche a pesar de que mucha gente recuerda haberlo visto. La misma columna de Trafalgar, en Londres, por ejemplo, lo muestra sin parche. Fue solo tras su muerte que los pintores añadieron el parche a algunos de sus retratos para “mejorar” su imagen de curtido marino.
En no pocas ocasiones utilizó su ojo malo en su favor. En la batalla de Copenhague, en 1801, ignoró deliberadamente la señal de retirada de su superior, el almirante sir Hyde Parker. Nelson, que disfrutaba de una posición más aventajada, podía ver que los adversarios daneses estaban huyendo y dijo al capitán de su escuadra: “Sabe, Foley, sólo tengo un ojo; tengo el derecho de ser ciego algunas veces”. Entonces, aplicó el catalejo a su ojo malo y dijo: “pues no veo la señal”.
Nelson fue un táctico brillante, un líder carismático e indiscutiblemente valiente, pero también

Otro admirador de Nelson fue Patrick Brunty, un párroco de Yorkshire de ascendencia irlandesa, que cambió su apellido a Brönte después de que el rey de Nápoles hiciera a Nelson Duque de Bronte. De no haberlo hecho, sus famosas hijas se habrían llamado Charlotte, Emily y Anne Brunty.
Como contraste al luto nacional que se produjo tras la muerte de Nelson en Trafalgar, el conde St.Vincent y otros 18 almirantes de la Royal Navy se negaron a asistir a su funeral.
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