El árbol genealógico de los amish es todo menos sencillo. En primer lugar tenemos los anabaptistas suizos del siglo XVI, partidarios de una Reforma radical. "Anabaptista" significa "el que se bautiza otra vez", refiriéndose a aquellos que habiendo recibido el bautismo de niños, de adultos cambian su fe a la nueva creencia y reciben un nuevo bautismo. Esta secta, comunidad o corriente, traza su origen a Felix Manza (1498-1527), un antiguo discípulo del reformista suizo Zwinglio.
El movimiento amish toma su nombre de Jakob Ammann (1656-1730), un líder mennonita suizo. Los mennonitas eran anabaptistas que vivían en los Países Bajos y Alemania y Ammann creía que estaban apartándose de las enseñanzas originales de su iglesia, por lo que abogaba por una disciplina religiosa más estricta que, en último término supuso la escisión de sus correligionarios de Suiza, Alsacia y el sur de Alemania en 1693. Así que los anabaptistas suizos se dividieron en dos corrientes: los que seguían a Amman, conocidos como Amish o Mennonitas; y los demás, que formaron la Conferencia Mennonita Suiza. Los primeros comenzaron a emigrar a Pennsylvania en el siglo XVIII empujados por las guerras religiosas, la pobreza y la persecución. A partir de aquí, otros grupos se asentaron en Alabama, Delaware, Illinois, Indiana, Iowa, Kansas, Kentucky, Michigan, Minnesota, Mississippi, Missouri, Nebraska, Nueva York, Ohio, Maryland, Tennessee, Wisconsin, Maine y Canada.
La mayor parte de estas comunidades perdieron su identidad alrededor de 1860, cuando tuvo lugar una conferencia de obispos para discutir cómo enfrentarse a las presiones del mundo moderno. La simple idea de una especie de concilio ya era una propuesta progresista en la iglesia Amish. Los más liberales condujeron a sus congregaciones a fusiones y agrupaciones con el grueso de la iglesia Mennonita ya a principios del siglo XX, quedando sólo los grupos más radicales o Viejos Amish distribuidos por 27 estados norteamericanos -siendo la de Pennsylvania la comunidad más importante- y la provincia canadiense de Ontario. Su número asciende a unos 200.000 que todavía hablan un dialecto del alemán suizo. Como no llevan registros, no es fácil estimar con precisión su número pero lo que sí se sabe es que la suya es una de las poblaciones con más rápido crecimiento del mundo, con una media de 6,8 hijos por familia.
El gran público conoció a los amish gracias a la película "Único testigo" (1985), dirigida por Peter Weir y protagonizada por Harrison Ford. En la película aparecían reflejados muchos de sus peculiares rasgos, derivados no de la elección de un estilo de vida sencillo -incluso primitivo- sino de sus profundas creencias religiosas. Cuando los niños crecen pueden elegir el modo de vida que prefieran. En algunas comunidades los padres permiten que sus hijos prueben el modo de vida del mundo exterior durante unos años, de manera que puedan decidir si quieren ser bautizados, entre los 16 y 25 años, y unirse a la comunidad de por vida o seguir en el mundo de fuera.
Las comunidades religiosas se componen de 20 o 40 familias que celebran sus servicios religiosos todos los domingos en alguna casa particular, ya que no construyen iglesias. Cada distrito amish es totalmente independiente del resto y vive de acuerdo con sus propias reglas. No existe una cabeza visible o una autoridad sobre todos ellos.
El credo y la peculiar forma de vida de esta comunidad se basa en la Biblia y en el Ordung, un conjunto de normas no escritas que se preserva fielmente de generación en generación. Su rasgo más llamativo es su resistencia a utilizar muchos dispositivos tecnológicos (aunque no todos), de ahí que sus fieles vivan sin electricidad o teléfono y sigan utilizando carros de caballos en vez de coches. Los amish no ven a la tecnología como algo maléfico, es simplemente que desean aislarse del mundo exterior y sus interferencias. Cuando rechazaron la utilización de la electricidad de alto voltaje en 1920, las cosas se les simplificaron bastante puesto que ya no había que decidir acerca de todas las invenciones que hacían uso de ella, como la televisión. Sí usan, en cambio, la electricidad generada por baterías o generadores para máquinas agrícolas o ganaderas -que no necesita una conexión con el mundo exterior- o bien electrodomésticos no eléctricos como neveras con keroseno o paneles solares.
A veces adoptan soluciones un tanto sorprendentes: compran maquinaria agrícola, por ejemplo cosechadoras, que funcionan con diésel y las enganchan a caballos para que tiren de ellas. Su razonamiento es que de este modo los granjeros amish no se sentirán tentados a comprar más tierras para competir con sus vecinos de la comunidad, puesto que tendrían que mover más maquinaria a base de fuerza bruta. En cambio, sí utilizan pesticidas químicos, fertilizantes e inseminación artificial para las vacas. Por otra parte, las restricciones no pretenden hacer sufrir a nadie: los minusválidos pueden utilizar sillas de ruedas eléctricas y la energía eléctrica está permitida en los hogares donde haya equipo médico. Aquellos que rompan las reglas disponen de bastantes meses para terminar de usar un ordenador y finalizar un proyecto o retirar el cableado de una casa nueva que se compren.
Aunque la mayoría de los amish no conducen automóviles, los alquilan con conductor para, por ejemplo, visitar a la familia, hacer la compra del mes o trasladarse por cualquier motivo más allá de los límites de la comunidad. Se ha establecido un servicio regular de autobuses entre algunas comunidades y el viaje en tren sí se acepta. En cuanto al teléfono, su uso está muy restringido, ya que se ve como algo que rompe la separación del mundo exterior. Introducir ese mundo en el hogar se considera una intrusión en la privacidad y santidad de la familia, interfiriendo en las relaciones de la comunidad al eliminar la comunicación cara a cara. Las regulaciones al respecto varían de comunidad en comunidad; por ejemplo, los amish del condado de Lancaster usan el teléfono sólo para llamadas salientes, con la limitación añadida de que el aparato no debe estar dentro de la casa, sino en una cabina lo suficientemente lejos como para que sólo se piense en usarla si es realmente necesario. Hoy, con la disminución del número de cabinas debido al uso de teléfonos móviles, esas cabinas o locutorios se encuentran más accesibles.
También está regulada la forma de vestir, evitando cualquier elemento que sirva para presumir o como símbolo de poder o posición social: las mujeres llevan vestidos modestos siempre por debajo de las rodillas y una especie de cofia, blanca si están casadas y negra si son solteras. Los hombres visten trajes oscuros con camisas generalmente blancas y sombreros de ala ancha. Después de casarse dejan crecer su barba, pero no el bigote. Algunos grupos prohíben incluso los botones en la ropa, permitiendo sólo ganchos y ojales para cerrar las prendas.
En resumen, sus estrictas creencias religiosas les han llevado a mantener la vida tal y como era hace tres siglos: atienden el ganado, labran la tierra sin maquinaria moderna y viven con moderación. Muchos de sus miembros rechazan las ayudas de la Seguridad Social y no contratan seguros de ningún tipo. Puesto que no hacen uso de servicios sociales, desde 1961 el gobierno americano les eximió de pagar los impuestos correspondientes (las leyes de ese país lo permiten siempre y cuando los miembros de la secta o comunidad demuestren que proporcionan un nivel de vida razonable a los miembros dependientes).
Todas estas actitudes los aíslan del mundo exterior, poniendo el máximo énfasis en la familia, la iglesia y la comunidad. Rechazan el individualismo y apoyan a cualquier miembro que se encuentre en dificultades. Los ancianos y enfermos son cuidados por miembros de su familia. Dan el máximo valor a la vida rural y al trabajo manual y consideran la labor agrícola, el cuidado de los animales y las plantas como una manera de servir a Dios y su creación, por lo que siempre viven en comunidades rurales, donde más cerca pueden estar de la tierra.
Las familias amish son muy extensas ya que piensan que los hijos son un regalo de Dios. No existe el divorcio y el número de hijos puede ser de 7 u 8. La familia tiene ascendiente sobre el individuo, no sólo durante la infancia y adolescencia, sino durante toda su vida. La lealtad a los padres, abuelos y otros parientes puede cambiar con el tiempo, pero nunca desaparece. Los padres se consideran responsables ante Dios del bienestar espiritual de sus hijos. Las tareas del hogar se reparten según el sexo, y la educación de los jóvenes la realiza sobre todo la familia, puesto que la escolarización termina a los catorce años. Los chicos comienzan entonces a aprender un oficio y trabajar con su padre en los campos o con el ganado. Las chicas trabajan con la madre en el hogar y el jardín. Los jóvenes ven cómo sus padres trabajan duro y se esfuerzan por ayudarles y convertirse en un elemento productivo dentro de la familia y la comunidad.
Los amish ponen un especial énfasis en la obediencia de los niños. Como todos los niños, los amish pueden hacer travesuras o resistirse a una orden del padre, pero cosas como las burlas, los insultos y la desobediencia son muy extrañas porque el niño sabe que el castigo -a menudo físico- será inmediato. El llamado Rumspringa es el periodo de la adolescencia que comienza a los dieciséis años con el cortejo del sexo opuesto y durante el cual las reglas religiosas se relajan un poco. Como en todas las familias, se asume que habrá algún comportamiento "díscolo" pero ello no se anima ni se tolera demasiado. Al final de ese período, los jóvenes amish son bautizados e integrados en la iglesia y suelen casarse, la mayoría de las veces con alguna mujer de la comunidad. Sólo un mínimo porcentaje de amish abandonan su comunidad, se casan con alguien de otra fe y hace su vida en el "mundo exterior". Ello tiene un efecto secundario bastante grave: la alta incidencia de enfermedades hereditarias y desórdenes genéticos como enanismo o problemas metabólicos y sanguíneos, todo ello típico de poblaciones muy cerradas y endogámicas.
¿Cómo es el cortejo en un ambiente tan puritano y tradicional? Bueno, chicos y chicas se encuentran en los servicios religiosos, fiestas, bodas y reuniones de cánticos religiosos que se celebran cada dos semanas. Entre canto y canto tienen oportunidad de charlar y congeniar. El flirteo se respeta escrupulosamente y ni parientes ni amigos hacen bromas o comentarios al respecto, prefiriendo aparentar ignorancia antes que interferir en la intimidad de las personas.
Como anabaptistas que son, los amish son absolutos pacifistas, no realizan el servicio militar, no se defienden en caso de ataque personal y evitan cualquier tipo de violencia, incluyendo palabras malsonantes o acudir a los tribunales (contrariamente a una creencia popular, los amish sí votan). De todo lo dicho, uno podría pensar que los amish son reaccionarios y opuestos a lo que consideramos las libertades y comodidades de la vida contemporánea. Desgraciadamente, parece que ese comportamiento está más presente fuera que dentro de sus comunidades. A menudo se han encontrado con discriminación y hostilidad por parte de sus vecinos. Durante las dos guerras mundiales del siglo XX, el pacifismo de los amish provocó muchos incidentes, ataques y amenazas. Incluso hoy sucede. Sus pintorescos carros tirados por caballos son a menudo apedreados por la noche mientras circulan por las calles o carreteras. En una ocasión, una niña amish de seis meses murió de resultas de una de esas pedradas en la cabeza y en otra, una mujer fue alcanzada en la cara por una botella de cerveza arrojada desde un coche que pasaba por su lado causándole graves heridas que requirieron cirugía reconstructiva. ¿quiénes son los reaccionarios?
El movimiento amish toma su nombre de Jakob Ammann (1656-1730), un líder mennonita suizo. Los mennonitas eran anabaptistas que vivían en los Países Bajos y Alemania y Ammann creía que estaban apartándose de las enseñanzas originales de su iglesia, por lo que abogaba por una disciplina religiosa más estricta que, en último término supuso la escisión de sus correligionarios de Suiza, Alsacia y el sur de Alemania en 1693. Así que los anabaptistas suizos se dividieron en dos corrientes: los que seguían a Amman, conocidos como Amish o Mennonitas; y los demás, que formaron la Conferencia Mennonita Suiza. Los primeros comenzaron a emigrar a Pennsylvania en el siglo XVIII empujados por las guerras religiosas, la pobreza y la persecución. A partir de aquí, otros grupos se asentaron en Alabama, Delaware, Illinois, Indiana, Iowa, Kansas, Kentucky, Michigan, Minnesota, Mississippi, Missouri, Nebraska, Nueva York, Ohio, Maryland, Tennessee, Wisconsin, Maine y Canada.
La mayor parte de estas comunidades perdieron su identidad alrededor de 1860, cuando tuvo lugar una conferencia de obispos para discutir cómo enfrentarse a las presiones del mundo moderno. La simple idea de una especie de concilio ya era una propuesta progresista en la iglesia Amish. Los más liberales condujeron a sus congregaciones a fusiones y agrupaciones con el grueso de la iglesia Mennonita ya a principios del siglo XX, quedando sólo los grupos más radicales o Viejos Amish distribuidos por 27 estados norteamericanos -siendo la de Pennsylvania la comunidad más importante- y la provincia canadiense de Ontario. Su número asciende a unos 200.000 que todavía hablan un dialecto del alemán suizo. Como no llevan registros, no es fácil estimar con precisión su número pero lo que sí se sabe es que la suya es una de las poblaciones con más rápido crecimiento del mundo, con una media de 6,8 hijos por familia.
El gran público conoció a los amish gracias a la película "Único testigo" (1985), dirigida por Peter Weir y protagonizada por Harrison Ford. En la película aparecían reflejados muchos de sus peculiares rasgos, derivados no de la elección de un estilo de vida sencillo -incluso primitivo- sino de sus profundas creencias religiosas. Cuando los niños crecen pueden elegir el modo de vida que prefieran. En algunas comunidades los padres permiten que sus hijos prueben el modo de vida del mundo exterior durante unos años, de manera que puedan decidir si quieren ser bautizados, entre los 16 y 25 años, y unirse a la comunidad de por vida o seguir en el mundo de fuera.
Las comunidades religiosas se componen de 20 o 40 familias que celebran sus servicios religiosos todos los domingos en alguna casa particular, ya que no construyen iglesias. Cada distrito amish es totalmente independiente del resto y vive de acuerdo con sus propias reglas. No existe una cabeza visible o una autoridad sobre todos ellos.
El credo y la peculiar forma de vida de esta comunidad se basa en la Biblia y en el Ordung, un conjunto de normas no escritas que se preserva fielmente de generación en generación. Su rasgo más llamativo es su resistencia a utilizar muchos dispositivos tecnológicos (aunque no todos), de ahí que sus fieles vivan sin electricidad o teléfono y sigan utilizando carros de caballos en vez de coches. Los amish no ven a la tecnología como algo maléfico, es simplemente que desean aislarse del mundo exterior y sus interferencias. Cuando rechazaron la utilización de la electricidad de alto voltaje en 1920, las cosas se les simplificaron bastante puesto que ya no había que decidir acerca de todas las invenciones que hacían uso de ella, como la televisión. Sí usan, en cambio, la electricidad generada por baterías o generadores para máquinas agrícolas o ganaderas -que no necesita una conexión con el mundo exterior- o bien electrodomésticos no eléctricos como neveras con keroseno o paneles solares.
A veces adoptan soluciones un tanto sorprendentes: compran maquinaria agrícola, por ejemplo cosechadoras, que funcionan con diésel y las enganchan a caballos para que tiren de ellas. Su razonamiento es que de este modo los granjeros amish no se sentirán tentados a comprar más tierras para competir con sus vecinos de la comunidad, puesto que tendrían que mover más maquinaria a base de fuerza bruta. En cambio, sí utilizan pesticidas químicos, fertilizantes e inseminación artificial para las vacas. Por otra parte, las restricciones no pretenden hacer sufrir a nadie: los minusválidos pueden utilizar sillas de ruedas eléctricas y la energía eléctrica está permitida en los hogares donde haya equipo médico. Aquellos que rompan las reglas disponen de bastantes meses para terminar de usar un ordenador y finalizar un proyecto o retirar el cableado de una casa nueva que se compren.
Aunque la mayoría de los amish no conducen automóviles, los alquilan con conductor para, por ejemplo, visitar a la familia, hacer la compra del mes o trasladarse por cualquier motivo más allá de los límites de la comunidad. Se ha establecido un servicio regular de autobuses entre algunas comunidades y el viaje en tren sí se acepta. En cuanto al teléfono, su uso está muy restringido, ya que se ve como algo que rompe la separación del mundo exterior. Introducir ese mundo en el hogar se considera una intrusión en la privacidad y santidad de la familia, interfiriendo en las relaciones de la comunidad al eliminar la comunicación cara a cara. Las regulaciones al respecto varían de comunidad en comunidad; por ejemplo, los amish del condado de Lancaster usan el teléfono sólo para llamadas salientes, con la limitación añadida de que el aparato no debe estar dentro de la casa, sino en una cabina lo suficientemente lejos como para que sólo se piense en usarla si es realmente necesario. Hoy, con la disminución del número de cabinas debido al uso de teléfonos móviles, esas cabinas o locutorios se encuentran más accesibles.
También está regulada la forma de vestir, evitando cualquier elemento que sirva para presumir o como símbolo de poder o posición social: las mujeres llevan vestidos modestos siempre por debajo de las rodillas y una especie de cofia, blanca si están casadas y negra si son solteras. Los hombres visten trajes oscuros con camisas generalmente blancas y sombreros de ala ancha. Después de casarse dejan crecer su barba, pero no el bigote. Algunos grupos prohíben incluso los botones en la ropa, permitiendo sólo ganchos y ojales para cerrar las prendas.
En resumen, sus estrictas creencias religiosas les han llevado a mantener la vida tal y como era hace tres siglos: atienden el ganado, labran la tierra sin maquinaria moderna y viven con moderación. Muchos de sus miembros rechazan las ayudas de la Seguridad Social y no contratan seguros de ningún tipo. Puesto que no hacen uso de servicios sociales, desde 1961 el gobierno americano les eximió de pagar los impuestos correspondientes (las leyes de ese país lo permiten siempre y cuando los miembros de la secta o comunidad demuestren que proporcionan un nivel de vida razonable a los miembros dependientes).
Todas estas actitudes los aíslan del mundo exterior, poniendo el máximo énfasis en la familia, la iglesia y la comunidad. Rechazan el individualismo y apoyan a cualquier miembro que se encuentre en dificultades. Los ancianos y enfermos son cuidados por miembros de su familia. Dan el máximo valor a la vida rural y al trabajo manual y consideran la labor agrícola, el cuidado de los animales y las plantas como una manera de servir a Dios y su creación, por lo que siempre viven en comunidades rurales, donde más cerca pueden estar de la tierra.
Las familias amish son muy extensas ya que piensan que los hijos son un regalo de Dios. No existe el divorcio y el número de hijos puede ser de 7 u 8. La familia tiene ascendiente sobre el individuo, no sólo durante la infancia y adolescencia, sino durante toda su vida. La lealtad a los padres, abuelos y otros parientes puede cambiar con el tiempo, pero nunca desaparece. Los padres se consideran responsables ante Dios del bienestar espiritual de sus hijos. Las tareas del hogar se reparten según el sexo, y la educación de los jóvenes la realiza sobre todo la familia, puesto que la escolarización termina a los catorce años. Los chicos comienzan entonces a aprender un oficio y trabajar con su padre en los campos o con el ganado. Las chicas trabajan con la madre en el hogar y el jardín. Los jóvenes ven cómo sus padres trabajan duro y se esfuerzan por ayudarles y convertirse en un elemento productivo dentro de la familia y la comunidad.
Los amish ponen un especial énfasis en la obediencia de los niños. Como todos los niños, los amish pueden hacer travesuras o resistirse a una orden del padre, pero cosas como las burlas, los insultos y la desobediencia son muy extrañas porque el niño sabe que el castigo -a menudo físico- será inmediato. El llamado Rumspringa es el periodo de la adolescencia que comienza a los dieciséis años con el cortejo del sexo opuesto y durante el cual las reglas religiosas se relajan un poco. Como en todas las familias, se asume que habrá algún comportamiento "díscolo" pero ello no se anima ni se tolera demasiado. Al final de ese período, los jóvenes amish son bautizados e integrados en la iglesia y suelen casarse, la mayoría de las veces con alguna mujer de la comunidad. Sólo un mínimo porcentaje de amish abandonan su comunidad, se casan con alguien de otra fe y hace su vida en el "mundo exterior". Ello tiene un efecto secundario bastante grave: la alta incidencia de enfermedades hereditarias y desórdenes genéticos como enanismo o problemas metabólicos y sanguíneos, todo ello típico de poblaciones muy cerradas y endogámicas.
¿Cómo es el cortejo en un ambiente tan puritano y tradicional? Bueno, chicos y chicas se encuentran en los servicios religiosos, fiestas, bodas y reuniones de cánticos religiosos que se celebran cada dos semanas. Entre canto y canto tienen oportunidad de charlar y congeniar. El flirteo se respeta escrupulosamente y ni parientes ni amigos hacen bromas o comentarios al respecto, prefiriendo aparentar ignorancia antes que interferir en la intimidad de las personas.
Como anabaptistas que son, los amish son absolutos pacifistas, no realizan el servicio militar, no se defienden en caso de ataque personal y evitan cualquier tipo de violencia, incluyendo palabras malsonantes o acudir a los tribunales (contrariamente a una creencia popular, los amish sí votan). De todo lo dicho, uno podría pensar que los amish son reaccionarios y opuestos a lo que consideramos las libertades y comodidades de la vida contemporánea. Desgraciadamente, parece que ese comportamiento está más presente fuera que dentro de sus comunidades. A menudo se han encontrado con discriminación y hostilidad por parte de sus vecinos. Durante las dos guerras mundiales del siglo XX, el pacifismo de los amish provocó muchos incidentes, ataques y amenazas. Incluso hoy sucede. Sus pintorescos carros tirados por caballos son a menudo apedreados por la noche mientras circulan por las calles o carreteras. En una ocasión, una niña amish de seis meses murió de resultas de una de esas pedradas en la cabeza y en otra, una mujer fue alcanzada en la cara por una botella de cerveza arrojada desde un coche que pasaba por su lado causándole graves heridas que requirieron cirugía reconstructiva. ¿quiénes son los reaccionarios?