miércoles, 1 de julio de 2009

Simonía: los milagros no se venden


Simón el Mago fue un sectario cristiano de origen judío, a quien se considera fundador del gnosticismo de raíz cristiana, que vivió en el siglo I y que aparece citado en los Hechos de los Apóstoles. Era un experto mago y fue convertido al cristianismo por las predicaciones de San Felipe. Sin embargo, fascinado por los milagros de San Juan y San Pedro, pretendió comprarles el don de transmitir el Espíritu Santo. De este intento, violentamente rechazado por los apóstoles, procede la palabra simonía, referida a la venta o compra deliberada de cosas espirituales, y especialmente de los sacramentos, prebendas y demás beneficios sacerdotales. La Iglesia considera la simonía como un sacrilegio.

Según la leyenda, Simón el Mago murió en Roma, cuando trataba de probar su condición divina ante el emperador Claudio caminando por los aires. Los apóstoles Pedro y Pablo rogaron a Dios que detuviese su vuelo: Simón paró en seco y cayó a tierra, donde fue apedreado.
Y esto el resto.

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